El Libro de Mormón es un texto sagrado para millones de Santos de los Últimos Días al rededor del mundo.
Su autenticidad ha sido objeto de debate durante más de un siglo. Es perfectamente natural esperar que existan evidencias físicas sobre estas ciudades.
Sin embargo, los autores del Libro de Mormón dejaron en claro que el registro era espiritual y que abordaría asuntos históricos pero de manera superficial (1 Nefi 9:2; 2 Nefi 5:33; Jacob 1:2–3).
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Esto no quiere decir que no existen algunos detalles que pueden proporcionar evidencias sobre el Libro de Mormón.
Dentro de algunas de estas evidencias, tenemos hallazgos arqueológicos y lingüísticos que respaldan la veracidad del Libro de Mormón.
1. La Estela de Izapa: Un reflejo del Árbol de la Vida
Un hallazgo arqueológico particularmente intrigante es la Estela Nº 5 de Izapa, e n la región del Soconusco, Chiapas, México, un monumento monolítico mesoamericano.
Esta estela data alrededor del año 300 a.C. a 50 a.C. y presenta la imagen de un hombre de edad con barba, a pesar de que las barbas eran inusuales en la antigua América, narrando una historia centrada en un árbol que se encuentra apoyado sobre una barra y está rodeado de grandes aguas.
Esta representación tallada en andesita volcánica guarda una sorprendente similitud con la visión de Lehi sobre el árbol de la vida, participa de su fruto e invita a su familia a hacer lo mismo, tal como se describe en el Libro de Mormón (1 Nefi 11).
Esto es bastante interesante, si se tiene en cuenta la conexión entre el árbol, la barra y las aguas. En el Libro de Mormón se explica que para llegar al árbol de la vida, que es el amor de Dios (1 Nefi 11: 21-25), una persona debe “apoyarse” en la barra de hierro, es decir, aferrarse a la palabra de Dios (1 Nefi 11: 25), lo que nos ayuda a evitar las aguas, que es el río de agua sucia que representan el mundo y as profundidades del infierno (1 Nefi 12: 16, 1 Nefi 15: 26-29).
Además, el hecho de que los antiguos nefitas tuvieran la costumbre de registrar sus historias en piedras, como se menciona en el libro de Omni sobre la historia de Coriántumr y la matanza de su pueblo (Omni 1: 20-22), refuerza la idea de que esta estela podría tener un vínculo con los relatos del Libro de Mormón.
2. El estilo literario hebreo
Una de las características más intrigantes del Libro de Mormón es su uso del quiasmo, un estilo literario hebreo que se encuentra a lo largo de la Biblia.
Este estilo consiste en la repetición de conceptos, elementos o estructuras sintácticas en un orden invertido. Por ejemplo: “Me desperté, tomé un libro y empecé a leer. Cuando terminé de leer, dejé el libro y me dormí”.
En el Libro de Mormón, el quiasmo aparece en numerosas ocasiones. Un ejemplo destacado se encuentra en el capítulo 36 del libro de Alma, que fue escrito en forma de quiasmo perfecto, con 17 conceptos clave que se repiten en orden inverso.
Este tipo de estructura tiene una probabilidad de solo 0.018% de ser accidental (BYU Studies). Lo que descarta que José Smith, quien tradujo el Libro de Mormón desde el egipcio reformado al inglés, utilizara de manera intencional este estilo lingüístico solo para inventarse una historia.
Otro dato aun más sorprendente es que la presencia de quiasmos en el Libro de Mormón no se descubrió hasta 1967, cuando John W. Welch analizó el texto desde una perspectiva literaria.
Esto respalda que José Smith no pudo haber incluido este estilo intencionalmente para hacer que el libro pareciera más auténtico, ya que el concepto de quiasmo era desconocido en su tiempo.
Welch incluso expresó:
“Incluso si José Smith hubiera aprendido de alguna manera el concepto de quiasmo, aún se le presentaría la formidable tarea de escribir, o más bien, dictar, extensos textos en este estilo que era ajeno a su época, al mismo tiempo que mantenía numerosas otras secuencias, hilos y conceptos fluyendo sin caer en la confusión en su dictado”. John Welch, “Book of Mormon Authorship Revisited: The Evidence for Ancient Origins”, pág. 218
3. El lugar llamado Nahom
En el primer libro de Nefi en el Libro de Mormón, se relata cómo la familia de Lehi parte de Jerusalén y viaja hacia el desierto, colocando nombres a los lugares que encuentran a lo largo del camino. Sin embargo, existía un lugar, Nahom, cuyo nombre no fue dado por la familia porque ya tenía uno (1 Nefi 16:34). Este lugar también sería la ubicación de entierro de Ismael, el suegro de Nefi.
En 1997, un equipo de arqueólogos alemanes descubrió un antiguo altar en el valle de Jawf, Yemen, con la inscripción “NHM”. Este altar data del año 800 a.C. a 700 a.C., y dado que la historia de Nefi se sitúa en el año 600 a.C., es plausible que Nefi y su familia encontraran este lugar ya nombrado.
Es importante mencionar que, en las antiguas lenguas árabes y hebreas, no existían las vocales, por lo que “NHM” podría haber llevado al uso de vocablo latino para al fin adaptarse a “Nahom” en inglés, lo que sugiere una correlación entre el altar descubierto y el relato del Libro de Mormón.
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