Al estudiar y preparar esta lección del Libro de Mormón para la clase dominical, entenderemos que el objetivo es motivar a los miembros de la clase a ser verdaderos discípulos de Jesucristo al seguir Su ejemplo y al vivir la ley superior que él enseñó a los nefitas.
Jesucristo también enseña las bienaventuranzas a los nefitas
Al estudiar 3 Nefi 12 podemos compararlo con Mateo 5 en el que se da El Sermón del Monte. Estos versículos nos ayudan a reflexionar sobre una pregunta muy importante: ¿Qué significa venir a Cristo? En estos versículos también aprenderemos sobre los medios por los cuales el Señor nos proporciona consuelo.
También descubrimos ¿Qué es ser manso? Para ayudarnos con la respuesta citamos al presidente Gordon B. Hinckley:
“La mansedumbre implica tener un espíritu de gratitud en lugar de una actitud de autosuficiencia, reconocer a un poder mucho más grande que uno mismo, reconocer a Dios y aceptar Sus mandamientos” (“With All Thy Getting Get Understanding”, Ensign, agosto de 1988, págs. 3–4).
Los seguidores de Cristo han de ser las sal de la tierra y una luz de los demás
Al analizar 3 Nefi 12:13-16 vemos que Jesús dijo: “…os doy a vosotros ser la sal de la tierra” (3 Nefi 12:13). Para entender qué significa ser “la sal de la tierra”, leamos la declaración de élder Bruce R. McConkie:
“Entre los antiguos hebreos, la sal… se usaba como conservante, como sazonador de los alimentos y en todos los sacrificios animales. (Levítico 2:13; Ezequiel 43:24; Marcos 9:49–50.) Era tan esencial para la ordenanza del sacrificio que era el símbolo del convenio hecho entre Dios y Su pueblo con relación a esa sagrada práctica. (Levítico 2:13; Números 18:19; 2 Crónicas 13:5.)
“Por tanto, la declaración del Señor, hecha primeramente a los judíos y después a ese otro gran grupo de hebreos, los nefitas, de que tenían el poder para “ser la sal de la tierra”, adquiere un gran significado… En otras palabras tenían el poder para ser la influencia sazonadora y conservadora del mundo, la que proporcionaría paz y bendiciones a todos los demás” (Mormon Doctrine, 2a. edic., 1966, págs. 667–668)
Jesús declara que Él ha cumplido la ley de Moisés y enseña una ley superior
El Salvador cumplió la ley de Moisés cuando expió nuestros pecados (Alma 34:13–16). Después de Su expiación, ya no se le mandó al pueblo que llevara a cabo sacrificios de animales, lo cual se había requerido como parte de la ley de Moisés, a fin de señalar hacia el sacrificio expiatorio de Jesucristo. En vez de ello, se mandó al pueblo “ofrecer como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito”.
En 3 Nefi 12:48, vemos que después de enseñar a los nefitas que debían amar a sus enemigos, Jesús dijo: “Por tanto, quisiera que fueseis perfectos así como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. ¿Por qué necesitamos la expiación de Jesucristo para ser perfeccionados?