Las buenas nuevas de que Jesucristo se ha vencido a la muerte es el mensaje de luz y gozo dentro de un mundo oscuro y caído.
El testimonio que afirma el Nuevo Testamento es que Él vive, y porque Él vive nosotros podemos tener la vida eterna si lo seguimos.
María lo vio en el sepulcro y los ángeles declararon Su resurrección a otras devotas mujeres justas (Marcos 16:1-7; Lucas 24:1-10; Juan 20:11-18).
Los apóstoles lo vieron y comieron con Él, tocaron Sus llagas y Sus manos, pies y costado (Lucas 24:13-43; Juan 20:19-31).
Juan testificó:
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida”. – 1 Juan 1:1
Pedro compartió:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas astutamente inventadas, sino que con nuestros propios ojos hemos visto su majestad”. – 2 Pedro 1:16
Junto al testimonio del Nuevo Testamento, el Libro de Mormón nos relata la visita de Jesucristo resucitado a las multitudes en las Américas.
El Salvador se apareció a una multitud de 2,500 hombres, mujeres y niños quienes fueron invitados a acercarse y palpar Su cuerpo resucitado:
“Y aconteció que los de la multitud se adelantaron y metieron las manos en su costado, y palparon las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies; y esto hicieron, yendo uno por uno, hasta que todos hubieron llegado; y vieron con los ojos y palparon con las manos, y supieron con certeza, y dieron testimonio de que era él, de quien habían escrito los profetas que había de venir”. – 3 Nefi 11: 15
El profesor S. Knet Brown ha observado que el Jesucristo resucitado, el Verbo de vida, representa lo que para nosotros es el acontecimiento central más importante de la historia de la humanidad:
“Jesús mismo es la prueba de Su expiación. Su cuerpo, por supuesto, es lo primero que Él permite que las personas toquen, específicamente las heridas en Sus pies, manos y costado. Sin embargo, cuando uno piensa en los textos antiguos, sean de papel, madera, piedra, metal, o papiro, sabemos que todos ellos perecerán en cualquier momento o pueden ser destruidos, pero el cuerpo resucitado y glorificado de Jesucristo no”.
Su cuerpo testifica de Sí mismo y lleva consigo el texto de Su sufrimiento, muerte, y resurrección.
En concreto, el eterno e inmediato texto que testifica de la resurrección de nuestro Salvador es el Jesús Resucitado, el cual lleva en su cuerpo las marcas que nunca desaparecerán.
Como registro sagrado, el Libro de Mormón apunta directamente a la obra divina de Jesucristo, nuestro Redentor.
El Señor le dijo al profeta Enoc:
“La verdad haré brotar de la tierra para testificar de mi Unigénito, de su resurrección de entre los muertos, sí, y también de la resurrección de todos los hombres.” – Moisés 7:62
El texto del Libro de Mormón brotó del polvo, fue visto y palpado por un testigo escogido que dio testimonio de la veracidad de su mensaje.
Hoy en día, un registro de un pueblo destruido, enterrado bajo tierra, ha llegado al mundo, tal como el Cristo Resucitado.
Desde la tierra ha llegado un don y poder de Dios para la salvación y gloria de todos aquellos que lo recibirán: El Libro de Mormón.
Fuente: LDS Living
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