El Libro de Mormón es un antiguo documento sagrado de las Américas que fue escrito conforme se desarrollaban los acontecimientos, comenzando hace más de dos mil años como lo dice Ted E. Brewerton.
Al igual que la Biblia que da testimonio de Jesucristo en el Medio Oriente, el Libro de Mormón también testifica sobre Jesucristo en América. Tal como lo explica en una de las primeras páginas de Libro de Mormón:
“… Para mostrar al resto de la casa de Israel cuan grandes cosas el Señor ha hecho por sus padres; y para que conozcan los convenios del Señor… Y también para convencer al judío y al gentil de que JESÚS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones”.
Otra de las razones que explica porque el Libro de Mormón es una escritura sagrada es la forma en la que fue traducida ya que después de entender las raíces antiguas del libro es claro que no pudo estar escrito en inglés. Entonces, ¿cómo fue traducido por José Smith? La única respuesta es: por revelación divina.
El Libro de Mormón es verdadero
El Libro de Mormón es verdadero y sagrado porque contiene las palabras del Señor; se tradujo por el poder de lo alto contiene la plenitud del evangelio de Jesucristo; fue dado por inspiración y confirmado por el ministerio de ángeles; da evidencia de que las santas Escrituras son verdaderas y aquellos que lo reciban con fe recibirán la vida eterna.
Lo sagrado no se trata con ligereza
Al ser un Libro Sagrado no debe ser tratado con ligereza, más bien el Libro de Mormón se convierte en una bendición para nuestras vidas. Aquí la promesa del presidente Marion G. Romney con respecto al Libro de Mormón:
“Tengo la certeza de que si, en el hogar, los padres leen el Libro de Mormón en forma regular y con oración, tanto solos como con sus hijos, el espíritu de ese gran libro reinará en nuestros hogares así como en los que moren allí. El espíritu de reverencia aumentará, el respeto y la consideración mutuos crecerán, el espíritu de contención se alejará; los padres aconsejarán a sus hijos con más amor y sabiduría. Los hijos serán más receptivos y sumisos al consejo de sus padres. Aumentará la rectitud. La fe, la esperanza y la caridad —el amor puro de Cristo— abundarán en nuestros hogares y en nuestra vida, trayendo consigo paz, gozo y felicidad”.