Alonzo L. Gaskill nació sabiendo que había un Dios. A pesar de que fue criado en la fe ortodoxa griega y se convirtió en monaguillo, asistió a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días una vez cuando de adolescente fue invitado por un amigo.
“Me pareció que la reunión sacramental mormona era un poco vana para ser un ritual y siendo honesto bastante aburrida”, admite Gaskill.
No fue sino hasta que Gaskill comenzó a asistir a la universidad y descubrió que su nueva ciudad no tenía una iglesia ortodoxa, que él volvió a familiarizarse con el Mormonismo.
Decidió que iba a asistir a una fe diferente cada semana para aprender más sobre otras religiones, algo que consideraba un experimento intelectual más que una cuestión de fe. Una noche, se encontró en un edificio del instituto SUD, asistiendo a una noche de hogar.
Después de recibir una invitación, Gaskill asistió a un proyecto de servicio en el instituto el miércoles. Después de otra invitación de los miembros, llegó a la Iglesia ese domingo. “Bueno, en poco tiempo parecía que estaba en un ciclo de lunes / miércoles / domingo con mis nuevos amigos Santos de los Últimos Días”, dice Gaskill.
Aquí un momento poderoso de su historia de conversión:
Bueno, después de varios meses de conversar con los misioneros y asistir a la Iglesia de Jesucristo y varias actividades, tuve una experiencia que fue fundamental en mi proceso de conversión. Yo estaba en el edificio del instituto (donde celebramos nuestras reuniones de la iglesia), y el presidente del quórum de élderes me llamó y me preguntó, de la nada: “Alonzo, ¿cuándo te bautizas?” Estaba un poco desconcertado por su pregunta , pero le contesté: “Bueno, si supiera que es verdad, probablemente me bautizaría. Pero no sé si es verdad, así que no me bautizaré a menos que lo sepa”.
Me preguntó qué estaba haciendo para averiguar si era cierto. Indiqué que había leído partes del Libro de Mormón y que había orado varias veces sobre la Iglesia, pero simplemente sentí que no había recibido una respuesta. Así que me sentía incómodo avanzando. (Realmente había orado muchas veces sobre la Iglesia y había sentido que no había habido respuesta, pero debo admitir que el contenido de mis oraciones hasta ese momento había sido básicamente, “Dios, estoy bastante seguro de que no hay manera que esto podría ser verdadero, pero si me equivoco, por favor házmelo saber. “Y entonces nada más que el silencio vendría” …)
El presidente del quórum de élderes me preguntó: “¿Lees el Libro de Mormón todos los días?” Le informé que tenía una carga de cursos pesada y leía la Biblia todos los días, pero no tenía tiempo para leer ambos cada día y que no iba a dejar de leer la Biblia para leer el Libro de Mormón en su lugar.
Su respuesta, tanto como puedo recordar, fue simplemente esto: “Bueno, supongo que no tienes tiempo para averiguar si es verdad. ¿Por qué no te vas y vuelves cuando seas realmente sincero acerca de averiguarlo?”
Yo estaba absolutamente en el piso. Cuando salí del edificio y regresé a mi dormitorio, recuerdo haber estado moliendo sus palabras en mi mente, decepcionado por su aparente dureza y un poco entristecido de que una etapa bastante alegre de mi vida hubiera llegado a su fin. Sin embargo, cuando me acerqué a mi residencia, me sorprendió por primera vez la sensación de que tenía razón: si esto es cierto, realmente necesito saberlo. Y si es falso, necesito saberlo también, para poder seguir adelante con mi vida. . .
Cuando llegué a mi residencia, entré en mi dormitorio, cerré la puerta, me arrodillé junto a mi cama y ofrecí una oración más acerca de la Iglesia, el Libro de Mormón y todo lo demás que había estudiado en el transcurso de los últimos meses. Y aunque yo había orado acerca de esto antes, esta vez sentí la importancia de obtener una respuesta; sentí la necesidad de estar dispuesto a dejar que Dios me dijera, en lugar de que yo le dijera, si la Iglesia era verdadera.
Mientras le explicaba a mi Padre Celestial lo que sentía, lo que entendí acerca de las doctrinas de la Iglesia SUD, le rogué: “Si esto es cierto, necesito que me das algo empírico para que realmente pueda saber, porque devastará realmente a mis padres si dejo a la Iglesia Ortodoxa para convertirme en un mormón”. Mientras yo pedía y esperaba mi respuesta, escuché con claridad estas palabras:
“…no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe” (Éter 12: 6).
Y entonces el pensamiento pasó por mi mente, Alonzo, ya sabes que es verdad. “No puedo darte nada más hasta que actúes en base a lo que sabes”.
No me di cuenta en ese momento que la respuesta a mi oración había llegado en forma de palabras del Libro de Mormón. (Quizás en algún momento había leído esas palabras, aunque no recuerdo haberlo hecho antes de esa oración).
Inesperadamente, mi respuesta había llegado y de una manera que era lo suficientemente significativa como para no equivocarme. Me puse de rodillas, llamé a mi amigo Ken, y le pregunté, “¿Cómo me bautizo en la Iglesia Mormona?”
El 25 de noviembre de 1984, me uní a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Una semana después fui ordenado sacerdote en el Sacerdocio Aarónico. Menos de ocho meses después fui ordenado élder. Y en menos de un año después de mi bautismo recibí un llamamiento para servir una misión en Inglaterra. Las bendiciones que han sido mías a causa de mi conversión al evangelio restaurado son demasiado numerosas y profundamente espirituales para describir aquí. Pero basta decir que cada faceta de mi vida ha sido influenciada por la respuesta que vino a mi oración ese día.
Este artículo fue escrito originalmente por Alonzo L. Gaskill y fue publicado en ldsliving.com, con el título One Investigator’s Life-Changing Response After a Harsh Confrontation with a Mormon Español © 2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company | English © 2017