En un día claro y soleado, el Presidente Nelson se encontraba bajo el cielo azul a las afueras de la Plaza de San Pedro, junto al presidente M. Russell Ballard y dos líderes de la Iglesia de Italia: El Elder Massimo De Feo y el Elder Alessandro Dini Ciacci.
Los líderes acababan de participar en una reunión “inolvidable e histórica” realizada el 9 de marzo en el Vaticano con el Papa Francisco.
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El Elder De Feo, el primer Setenta de la Autoridad General Italiana de la Iglesia, dijo que el Presidente Russell M. Nelson, El Presidente Ballard, Presidente interino del Quórum de los Doce Apóstoles y el Papa Francisco “parecían ser como viejos amigos después de un minuto”.
También compartió que:
“Hubo un sentimiento maravilloso, increíble, muy positivo que nos dio esperanza. Seguramente fue que sentí una gran esperanza por el futuro debido a que tenemos mucho en común.”
Me pregunté si el Elder De Feo no sólo estaba hablando de la audiencia de los líderes de la Iglesia con el Papa Francisco, sino también de la unidad que el Presidente Nelson ejerce en todo el mundo.
En el 2005, cuando el Elder Nelson creó la primera estaca en Roma, llamó al Elder De Feo para que fuera el primer Presidente de Estaca en la ciudad. “Nos quedó claro en ese momento que él tenía un gran futuro [para nosotros]”, recordó el Presidente Nelson.
En el 2016, el Presidente Ballard creó una segunda estaca en Roma, la Estaca del Oeste de Italia en Roma, y llamó al Elder Dini Ciacci, ahora un Setenta de Área.
Ahora los cuatro líderes estaban juntos otra vez, uniendo sus brazos en un espíritu de unidad.
Aquellos de nosotros que observamos al Presidente Nelson en Roma sentimos el significado y la importancia de su capacidad para conectarse con los demás una y otra vez. Lo vimos mientras abrazaba a los pioneros miembros italianos. Lo vimos mientras saludaba a los jóvenes italianos. Y lo vimos cuando interactuó con sus hermanos de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles.
Él tomó la decisión de llevar a todos los líderes mayores de la Iglesia a Roma.
“Fue muy claro para mí saber que debía invitar a todos mis colegas, simplemente estaba siguiendo instrucciones. Los Hermanos me agradecen por el privilegio de poder venir, pero yo le agradezco al Señor que nos ha permitido venir a todos.”
El Presidente Nelson dijo que aprendió más sobre tal inspiración una vez que llegó a Roma, donde los líderes principales de la Iglesia se unieron para la toma de la fotografía icónica frente a las estatuas de Cristo y los 12 apóstoles originales del escultor danés Bertel Thorvaldsen. La fotografía se convirtió en un símbolo de su testimonio unificado del Salvador Jesucristo.
El Elder Neil L. Andersen, del Quórum de los Doce Apóstoles, comparó al Presidente Nelson con un padre que tiene “un gran júbilo” que desea compartir con sus hijos.
El Presidente Nelson sintió que “iba a ser una experiencia inolvidable y porque ama tanto [a los apóstoles] no [quiso] vivir [ese momento] sin [ellos].”
Cuando observé al Presidente Nelson, llegué a comprender que no sólo deseaba compartir esa alegría con sus Hermanos, sino también con los Santos de los Últimos Días y otros en todo el mundo.
Eso es lo que sé ahora que no sabía antes de la dedicación del templo de Roma. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos une a todos como una familia global, hijos e hijas de Padres Celestiales.
Sentí el poder de la unidad cuando observé al Presidente Nelson y a tres de sus Hermanos unir sus brazos fuera de la Ciudad Papal y mientras hablaban sobre sus sentimientos de profundo respeto por el Papa Francisco.
Lo sentí mientras observaba al Presidente Nelson saludar a sus viejos amigos de Italia o al interactuar con sus Hermanos en el templo.
En esos momentos sagrados, y en muchos momentos de nuestras vidas, el mensaje del Evangelio de Jesucristo es amplificado por la unidad.
Después de enviar a Sus discípulos al mundo para enseñar el Evangelio, el Salvador oró por ellos y por aquellos que creerían en Él gracias a las palabras de Sus discípulos.
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Su oración fue una oración de unidad:
“Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Juan 17:21).
A partir de esta oración, la imagen visual de cuatro líderes que unidos de brazos en Italia y un Profeta que enseña unidad por palabra y acción es que aprendemos cómo el Evangelio de Jesucristo nos une entre nosotros y con nuestro Salvador.
Fuente: Thechurchnews.com