Querido Presidente Nelson,
No puedo imaginar lo que debe estar sintiendo ahora mismo. Ha sido llamado para ocupar un gran lugar y estoy seguro de que en los siguientes días, semanas y meses estará bajo mucha presión. Deseo que sepa que lo sostengo con todo mi corazón.
Hablando de corazones… es interesante que haya sido llamado – Presidente Nelson- a servir como profeta de la iglesia en este tiempo. Toda su vida ha girado en torno a reparar los corazones de los demás. Literalmente.
Usted, Presidente Nelson, realizó su primera operación cardiaca exitosa en Utah y es conocido en todo el mundo por ser uno de los pioneros más importantes en el campo de la cardiología. Usted reparó una válvula cardiaca dañada y salvó la vida de un profeta y presidente anterior de la iglesia, Spencer W. Kimball.
Usted –Presidente Nelson- conoce los corazones… quizá mejor que cualquier otra persona en esta tierra. No creo que esa sea una coincidencia. Tenga presente el simbolismo y las imágenes involucradas mientras vivamos en un día en que el Señor declare que “todas las cosas estarán en conmoción; y de cierto, desfallecerá el corazón de los hombres.”
Quizá tenga ese llamamiento en estos últimos días para ayudar a reparar aquellos corazones dañados espiritualmente por medio de sus enseñanzas, testimonio y amor por el sacrificio expiatorio de Jesucristo.
Ha estado salvando vidas, difundiendo buenas nuevas y dando apoyo a sus hermanos por más tiempo de lo que la mayoría de nosotros hemos estado vivos. Nunca olvidaré el sentimiento que tuve cuando vino a ayudar a Joseph B. Wirthlin mientras luchaba por mantenerse de pie durante la conferencia general.
Hace poco, nos relató una historia sobre cómo estuvo en un avión en que el motor se incendió y comenzó a caer en picada hacia la tierra. Presidente Nelson- usted, mencionó cuanta tristeza sentía por la mujer que estaba a su lado, histérica por la situación. Mientras describía la caída del avión… dijo que se sentía completamente en paz.
Ese tipo de compostura, confianza y humildad es lo que todos necesitamos en la iglesia a medida que nos preparamos para el regreso del Salvador. El mundo es como ese avión, en llamas, desplazándose rápidamente hacia la destrucción y que necesita a un cardiólogo espiritual para ofrecer consejos de calma y recogimiento a los pasajeros del avión.
También hay muchos miembros de la iglesia en ese avión. Las personas están luchando. El miedo y la confusión se encuentran en todos lados y los corazones están desfalleciendo. Aquellos necesitan que el Espíritu Santo los “opere” y usted, Presidente Nelson, será quien realice esa operación.
No puedo hablar de nadie más con excepción de mí. Sin embargo, deseo que sepa que tengo el honor de sostenerlo. No me importa lo que digan las críticas de usted o de los apóstoles de la iglesia. Ni me interesa si los demás alzan sus voces en oposición suya durante la próxima Asamblea Solenme. Mi corazón y alma lo sostendrán como un buen hombre y presidente de la verdad de Dios y la iglesia viviente. Estoy muy seguro de que no seré el único que lo sienta de esa manera.
En una reciente conferencia de estaca, el Élder K. Brett Natress lo citó cuando expresó “Leo mis escrituras a mis hijos todos los días para que cuando lean las escrituras por sí mismos, escuchen mi voz leyéndolas para ellos.” Ahora, Presidente Nelson, es el intermediario de Dios en la tierra. Además, estoy emocionado de escuchar su voz representar a Dios mientras nos preparamos para marcar el comienzo del regreso del Salvador en estos tiempos tan desafiantes y emocionantes.