Muchos de nosotros conocemos a la Primera Presidencia por sus mensajes y el servicio que brindan. Pero, ¿qué sabemos de su historia de vida y de las mujeres que han estado a su lado?
Aquí te compartimos estas encantadoras historias de cuando el presidente Russell M. Nelson, el presidente Dallin H. Oaks y el presidente Henry B. Eyring conocieron a sus esposas.
El presidente Nelson y la hermana Dantzel White
El presidente Russell M. Nelson tenía muchos intereses y la carga de la universidad no le impidió participar de actividades extracurriculares.
Entre otras cosas, también tenía un talento musical. Aprendió a leer música, tenía un oído perfecto y una habilidad casi asombrosa para tocar el piano a oído. Además, tenía una hermosa voz de barítono.
De hecho, si no hubiera sido por su habilidad para cantar, nunca hubiera conocido a Dantzel White.
Un día de 1942, Gail Plummer le pidió a Russell que aceptara un papel en la obra “Hayfoot, Strawfoot” que estaba dirigiendo en en el campus de la Universidad de Utah. Russell al principio se negó.
Plummer insistió y finalmente él aceptó. Cuando entró al teatro para el primer ensayo el 16 de abril de 1942, Russell quedó instantáneamente impactado con la hermosa morena que estaba en el escenario. Ella tenía la voz de soprano más bonita que había escuchado.
Su nombre era Dantzel White y Russell casi no podía creer que el papel que había aceptado lo ayudaría a actuar al lado de ella.
Al salir de esta primera reunión, tuvo un sentimiento vívido, y tal vez esperanzador, que lo invadió: “Era la chica más hermosa que había visto en mi vida”, dijo, y sintió y esperó que ella fuera la joven con la que se casaría. Para él, fue amor a primera vista.
El Presidente Nelson compartió:
“Me enamoré profundamente de Dantzel y ella dejó en claro que nadie se iba a casar con ella a menos que pudieran casarse en el templo”.
Para un joven cuya educación en el Evangelio hasta ese momento había sido modesta, casarse con Dantzel en el templo se convirtió en el impulso que lo ayudó a aprender más sobre el Evangelio y prepararse para entrar al templo.
Tres años después de haberse conocido, el 31 de agosto de 1945, se casaron en el Templo de Salt Lake.
El presidente Nelson y la hermana Wendy Watson
En la primavera de 2005, Wendy Watson viajó al sur de Alberta para discursar en una conferencia de la Sociedad de Socorro de estaca en Raymond, Alberta, Canadá. Una de sus hermanas, Kathy Card, se unió a ella.
Después de una sesión en el Templo de Cardston, Alberta, Wendy le dijo a su hermana que podía sentir que se avecinaba un gran cambio en su vida, pero que no tenía idea de qué se trataba.
Mientras hablaban, se encontró diciendo algo que nunca antes le había dicho a nadie en su vida: “Kathy, escribe esto en tu diario. Se avecina un gran cambio en mi vida”.
A la mañana siguiente, Wendy mencionó que se había despertado con un himno que no conocía en la mente. Cuando se lo tarareó a Kathy, su hermana le dijo:
“¿Acaso no lo sabes? El élder Nelson escribió nuevas estrofas para ese himno. El Coro del Tabernáculo Mormón lo cantó para acompañar su discurso de la Conferencia General”.
Meses más tarde, el presidente Nelson le pidió a su secretario que fuera a Deseret Book y le comprara un par de libros para leer durante uno de sus viajes. En el vuelo, leyó uno de esos libros: “Rock Solid Relationships” de Wendy L. Watson.
Él solo pudo concentrarse en el nombre de Wendy Watson. Al mismo tiempo, el élder Nelson tuvo una impresión espiritual fuerte, inmediata y clara sobre ella.
Fue al Templo de Salt Lake para buscar confirmación sobre esa impresión. Lo que aprendió fue que cuando llegase el momento de considerar volver a casarse, debía conocer a esa hermana.
Un día, el élder Nelson sintió la impresión de acercarse a Wendy. A medida que se conocían, quedó claro que los cielos los estaban ayudando. El Señor los estaba guiando.
Cuando el élder Nelson le propuso matrimonio, aún tenían mucho que aprender el uno del otro. Pero como le dijo a Wendy: “Hay muchas cosas que no sé acerca de ti, pero sí sé lo que es una revelación”.
En abril de 2006, el presidente Nelson se casó con Wendy L. Watson.
El presidente Oaks y la hermana June Dixon
El presidente Oaks conoció a June durante su primer año de universidad en BYU. Fue en uno de los partidos de baloncesto de la secundaria que el presidente Oaks conoció a June Dixon, una estudiante de último año. Él trabajaba como locutor.
Un año y medio después de conocerse, la pareja se casó en el Templo de Salt Lake. June tenía solo 19 años y 3 meses y el presidente Oaks tenía 19 años y 10 meses. Su madre incluso tuvo que firmar un consentimiento por escrito para que pudieran obtener la licencia de matrimonio.
“Ambos éramos maduros para nuestra edad, pero todavía nos faltaba mucho por crecer. Hicimos bien en casarnos jóvenes y crecer juntos debido a que ambos teníamos personalidades dominantes. Los dos necesitábamos la flexibilidad de nuestra juventud para moldear nuestras personalidades”.
El presidente Oaks y la hermana Kristen McCain
Cuando las tías mayores de Kristen McCain se enteraron de que pronto estaría desempleada, agendaron una cita para reunirse con el élder M. Russell Ballard. Él tenía conexiones en Deseret Book y otras buenas editoriales. Pensaron que él podría ayudar a su sobrina a encontrar un empleo cerca de Utah. Kristen aceptó reunirse con el élder Ballard.
Para esto, el élder Oaks justo había pedido ayuda a tres Autoridades Generales para encontrar a su nueva esposa.
El élder Ballard hizo los arreglos necesarios para que el Élder Oaks se reuniera con ella en una caminata por el Parque Liberty.
El élder Oaks quería vestirse apropiadamente para la ocasión y su hija Sharmon, que casualmente estaba en la ciudad, y su esposo, Jack, lo llevaron inmediatamente a comprar ropa.
El élder Oaks compartió en su diario la reacción positiva que sintió hacia ella en esa primera reunión:
“Sharmon y yo conocimos y dimos un paseo con Kristen McMain, ella era atractiva, inteligente, fiel y divertida. Quedé impresionado y Sharmon también”.
Al recordar su primera cita con el presidente Oaks, la hermana Oaks dijo:
“Cuando conocí a mi futuro esposo y a su hija, llevaba jeans y una gorra de béisbol para ocultar mis rizos. No estaba vestida con lo que hubiera elegido para una primera cita con un miembro de los Doce, pero así sucedió…
Nunca hubiera planeado encontrarme con un apóstol del Señor y su hija vestidos de manera tan informal. Sin embargo, esa gorra de béisbol me ayudó a ser yo misma. Me sentí muy relajada, pude disfrutar el tiempo que compartimos”.
El presidente Henry B. Eyring y la hermana Kathleen Johnson
Henry B. Eyring recibió la asignación del presidente Cox para que representara a la presidencia del distrito en una “junta matutina” para adultos solteros que se llevó a cabo en la Catedral de los Pinos, un anfiteatro natural en lo alto de una colina boscosa en Boston.
Después del evento, Henry caminó entre los árboles que rodeaban el anfiteatro hacia el estacionamiento donde había dejado su Volkswagen Beetle rojo, un regalo de su padre por haber obtenido su MBA.
Al entrar al estacionamiento, el presidente Eyring vio a una joven de cabello castaño rojizo con un vestido rojo y blanco. Nunca antes la había visto, pero quedó inmediatamente impresionado por la bondad que ella irradiaba.
Un pensamiento vino a su mente: “Ella es la mejor persona que he visto en mi vida. Si pudiera estar con ella, llegaría a ser todo lo bueno que siempre quise ser”.
Al día siguiente, la presidencia del Distrito de Boston asistió a la reunión sacramental en la histórica capilla de la Iglesia en Longfellow Park en Cambridge, cerca de Harvard Yard.
El presidente Eyring, sentado en el estrado junto al presidente Cox, volvió a ver a la joven en la congregación. Se inclinó hacia el presidente Cox y le dijo: “Esa es la chica con la que daría cualquier cosa por casarme”.
La joven, Kathleen Johnson, era una estudiante de veinte años de la Universidad de California en Berkeley que no tenía intención de estar en Massachusetts ese verano. Ella vivía al otro lado del país y se encontraba en la ciudad por una amiga que la invitó.
Henry consiguió su número de teléfono y luego la invitó a salir. Sin saber ni su nombre, ella despreocupadamente lo evadió: “Si estás en la capilla el domingo, entonces hablaremos”.
Él se aseguró de estar allí y le pidió al presidente Cox que lo excusara de la visita habitual a una rama.
Su pasión por el tenis los llevó a su primera cita. Ella le ganó sin dudarlo. Desde entonces pasaron el verano cortejando. Cuando Kathy regresó a California, ambos se tomaron el tiempo para visitarse.
A principios de 1961, ocho meses después de haberse conocido, Kathy hizo una visita final a Boston. Ambos sabían que su relación no podía continuar a la distancia. Para ese entonces, estaban muy enamorados, pero Kathy le dijo a Henry que no volvería a verlo.
El presidente Eyring había buscado durante meses revelación personal para casarse con Kathy, pero no había recibido una confirmación clara. La idea de perderla a ella y a su familia era impensable para él, pero estaba decidido a recibir confirmación de los cielos.
Esa noche oró con más fervor que nunca, diciéndole a su Padre Celestial que no procedería sin Su aprobación.
Finalmente llegó la respuesta, en forma de una voz que escuchó en su mente: “¡Ve!” A la mañana siguiente, antes del amanecer, oró de nuevo para asegurarse de que había oído bien. Un sentimiento de reconfirmación lo envolvió, provocando lágrimas de alegría.
El presidente Eyring condujo rápidamente hasta el lugar donde se hospedaba Kathy. Sus maletas estaban empacadas para su vuelo de regreso a casa.
De camino al aeropuerto, todavía en la carretera, el presidente Eyring detuvo el auto junto a un muro de piedra. Dirigiéndose a Kathy, le dijo: “Se me ha dicho que te pida que te cases conmigo”. Kathy respondió solo con lágrimas.
Fuente: LdsLiving