A la edad de 22 años, y con sólo 18 meses de casado, Thomas S. Monson fue llamado para servir como obispo en el barrio # 67, en la estaca de “Temple View”, en Salt Lake City, Utah. Ese barrio fue el mismo en el que él asistió durante su infancia y su juventud. Tenía más de 1,080 miembros, de los cuales, 85 eran viudas.
Fue durante esa época que este joven obispo aprendió la importancia de ministrar a los demás. Su servicio fue mucho más allá del púlpito, ya que visitaba regularmente a las viudas de su barrio, asegurándose de que sus necesidades temporales y espirituales fueran socorridas. Ellas se convirtieron en “sus viudas”, y a pesar de las décadas que separaba su edad de las de ellas, se convirtieron en sus amigas.
“Una noche, durante una de las vacaciones de navidad, el presidente Monson estaba haciendo sus visitas regulares, dejando regalos comprados con su propio dinero a las viudas, incluyendo gallinas gordas, que criaba en sus propios gallineros”, escribió el Élder Jeffrey R. Holland del Quórum de los Doce Apóstoles en un artículo de la Liahona en septiembre de 1994. “En uno de los ancianatos que usualmente visitaba, encontró a una de sus miembros del barrio, sola y en silencio en una habitación cubierta por la oscuridad de su ceguera. Mientras el presidente Monson se dirigía al lado de esta dulce hermana, ella extendió su mano torpemente, buscando a tientas la mano del único visitante que había recibido en toda la temporada navideña”.
“Obispo, ¿es usted?”, preguntó ella. “Sí, querida Hattie, soy el obispo”. Ella lloró a través de sus ojos ciegos y dijo: “yo sabía que vendría”. “Todos sabían que él vendría y así lo hizo siempre”.
Aunque su llamamiento como obispo en el barrio # 67 sólo duró unos pocos años, la dedicación a “sus viudas” fue más allá de su mayordomía asignada. Mientras muchos renuncian a toda responsabilidad cuando se llama a un nuevo obispo, la lealtad de presidente Monson continuó a medida que siguió visitando a sus amigas en los años venideros. A menudo, esas visitas se hicieron en los hospitales, en las noches o en los días festivos más nevosos.
“Sé que quizás ellas se sienten beneficiadas de mis visitas, pero sé que me he convertido en un mejor hombre por haber pasado aunque sea media hora o una hora visitando a cada una de esas hermanas en los últimos años de sus vidas”.
Aunque sus llamamientos y responsabilidades en la iglesia a lo largo de los años, lo hicieron viajar a menudo por varias semanas, el presidente Monson asistió a cada funeral de “sus viudas” y habló en sus funerales tal y como les había prometido. No importaba cuán ocupado parecía estar en su calendario, el presidente Monson siempre interrumpió las cosas de su apretada agenda para encargarse de las cosas más importantes de la vida: las personas.
En un artículo publicado en la Liahona, en junio del 2008, el Élder Holland dijo del presidente Monson respecto a sus actos de servicio: “todos los que lo conocen bien, saben que él no hizo todas esas cosas porque se esperaba que las hiciera, o porque las responsabilidades de un obispo son las viudas, o porque tenía un rol como apóstol. Él hizo todos esos actos desinteresados de serviio porque así es él. Thomas S. Monson hizo todas esas cosas porque eso es lo que el Salvador hubiera hecho”.
Durante todo el tiempo que pudo visitarlas, el presidente Monson pasó sus horas visitando, dando saludos cordiales, deseos de cumpleaños y consuelo a los necesitados. Aunque habían pasado muchos años desde que sus 85 viudas fallecieron, él llenó su vida con un servicio dedicado y leal hacia sus amigos hasta el final de sus vidas.
“Desarrollas una apreciación al saber que el Padre Celestial sabe quién eres. Él dice: “ve y haz esto por mí”. Me siento agradecido por ello. Mi único lamento es que no tengo más tiempo para hacer las cosas que se me ha mandado a hacer. Trabajo mucho, trabajo duro, y espero trabajar efectivamente, pero nunca siento que me he agotado por hacer lo que debería estar haciendo”. (Gerry Avant, noticias de la iglesia, febrero 9 del 2008).
Este artículo fue escrito originalmente por Marianne Holman Prescott y fue publicado por deseretnews.com, con el título: “As a young bishop, Thomas S. Monson cared for 85 widows”