Nota del editor: Este artículo fue escrito originalmente por Ben Spackman y ha sido adaptado al español por Más Fe.

Cuando hablamos del templo, a menudo se ha comentado que la palabra investidura significa un “regalo”. Y sí, es cierto… pero también es solo la punta del iceberg. El significado profundo del término, especialmente en el contexto bíblico y en la restauración, va mucho más allá de recibir algo: se trata de llegar a ser algo.

Mesa de recomendaciones del Templo de Antofagasta, Chile

Más que un regalo: una transformación

En los días de José Smith, el término “endowment” o “investidura” no se entendía simplemente como un obsequio. Más bien, se relacionaba con proveer o vestir a alguien para una función sagrada o real. De hecho, él usaba con frecuencia el verbo endue (en inglés antiguo), que significa vestir, revestir, adornar, o incluso llenar de atributos.

Este concepto conecta directamente con la palabra griega enduo, que significa literalmente “vestirse” o “revestirse”. Y aparece muchas veces en las Escrituras:

  • “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” – Gálatas 3:27
  • “Seréis revestidos de poder desde lo alto.” – Lucas 24:49
  • “Lo mortal se revestirá de inmortalidad.” – 1 Corintios 15:53-54
  • “Vestíos de toda la armadura de Dios.” – Efesios 6:11

¿Notas el patrón? No se trata solo de ponerse ropa física, sino de asumir una nueva identidad y propósito divino.

¿Y qué tiene que ver el incienso?

Al profundizar en los textos hebreos, descubrimos que el verbo laḇaš —el equivalente hebreo de “vestir”— también se usaba para describir momentos sagrados. Por ejemplo:

“Entonces harás que Aarón se acerque… lo lavarás con agua y lo vestirás con las vestiduras sagradas”. – Éxodo 40:12-13

Este vestirse estaba ligado a la consagración sacerdotal: ponerse vestiduras era parte del proceso para ser apartado y preparado para servir a Dios. Y aquí es donde entra un elemento fascinante: el incienso.

templo
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

En los rituales del templo antiguo, los sacerdotes ofrecían incienso como parte de su servicio diario. El incienso no solo era aroma; representaba las oraciones que ascendían al cielo:

“Suba mi oración delante de ti como el incienso; el alzar de mis manos como la ofrenda vespertina”. – Salmo 141:2

Incluso en el libro de Apocalipsis, se muestra a un ángel ofreciendo incienso en un altar celestial, y el humo sube junto a “las oraciones de los santos” (Apoc. 8:3-4). En algunos pasajes del Éxodo, los utensilios para el incienso eran literalmente copas con forma de manos. Una hermosa imagen de cómo nuestras manos, al ofrecer servicio y oración, pueden convertirse en una ofrenda misma.

Investidos con propósito

Entonces, ¿qué significa realmente la investidura en el templo?

Es un regalo, sí. Pero más que eso, es un acto simbólico de vestirse con poder divino, con atributos de realeza y santidad. Es una ceremonia que nos recuerda nuestro destino eterno como hijos de Dios, llamados a servir, a elevar y a santificar.

juventud en el templo; jóvenes en el templo
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Y como lo muestran los textos antiguos, la ropa, el incienso, las manos alzadas… todo nos señala hacia una misma verdad:

Dios desea revestirnos con Su luz, Su propósito y Su presencia.

¿Quieres profundizar más?

Te recomendamos explorar estos recursos (disponibles en inglés) que abordan el simbolismo del templo con más detalle:

  • Temples of the Ancient World: Ritual and Symbolism – disponible en PDF gratuito.
  • The Temple in Time and Eternity
  • The Gate of Heaven, por Matthew Brown
  • Temple and Cosmos, por Hugh Nibley

Y para una investigación fascinante sobre las manos como símbolo sagrado, busca el estudio de Stephen Smoot: “The Symbolism of the Cupped Hand in Ancient Egypt and Israel”.

En el templo no solo se recibe. Se asume una identidad. Se eleva el alma. Y se sirve a Dios con manos, corazón y propósito.

Fuente: benspackman.com

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