“Consejos para resolver algunas dudas sobre lo que podemos o no decir en el Templo SUD y cómo recibir algunas respuestas.”
[Al prepararse para entrar al Templo] se nos recomienda que oremos para obtener entendimiento. Por lo tanto, ¿Con qué frecuencia nos arrodillamos antes o después de nuestra asistencia al Templo y suplicamos al Señor que nos enseñe alguna verdad edificante sobre la sesión de investidura?
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El Señor está dispuesto a enseñarnos si se lo pedimos, sin embargo debemos permitirle usar Su propia sabiduría sobre cuándo y cómo revelar una cierta verdad. Algunas veces Él hablará directamente a nuestras mentes. Algunas veces la respuesta vendrá en las escrituras. Otras veces el cónyuge, la madre o el padre pueden presentarnos una visión durante una conversación tranquila en el Salón Celestial.
Estas conversaciones son completamente apropiadas y pueden ser el medio por el cual el Señor responderá nuestras oraciones para obtener comprensión.
También habrá algunas ocasiones en que nos preguntemos qué podemos o no podemos decir sobre las ordenanzas del Templo. Fuera del Templo, debemos tener extremo cuidado y sólo hablar de las cosas que están en las Escrituras o en las publicaciones oficiales de la Iglesia. Aún así, debemos dejar que este consejo sea nuestra guía:
“Recordad que lo que viene de arriba es sagrado, y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu y en esto no hay condenación.” (DyC 63:64)
Dentro del Templo, entre aquellos que son dignos de las ordenanzas, puedes, nuevamente con la restricción del Espíritu, enseñar a otros, particularmente a aquellos en nuestras propias familias.
Algunas cosas de las que no hablamos incluso dentro de los muros del Templo son pocas y obvias.
En el contexto del aprendizaje del Templo, el Señor nos instruye con las siguientes palabras:
“Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría.” (DyC 88:118).
Recuerda, el Templo es:
“Un lugar de acción de gracias para todos los santos, y un sitio de instrucción para todos aquellos que son llamados a la obra del ministerio en sus varios llamamientos y oficios; a fin de que se perfeccionen en el entendimiento de su ministerio, en teoría, en principio y en doctrina, en todas las cosas pertenecientes al reino de Dios sobre la tierra.”(DyC 97: 13-14).
Idealmente el Espíritu, usando los símbolos y la atmósfera del Templo, enseña a cada persona de acuerdo a sus necesidades y en respuesta a las oraciones individuales que hizo. Así mismo, el Espíritu también puede enseñar a través de las palabras y las ideas de los demás.
En ocasiones, los discípulos de Jesús no entendieron el significado más profundo de Sus parábolas o el lenguaje figurado. En privado, ellos le pedirían la interpretación de estas enseñanzas. Jesús raramente se negaba a explicar, Sus discípulos eran débiles pero deseosos de aprender. No debemos tener miedo de pedir aclaraciones al Señor o a los demás. Cuando tenemos una idea, es apropiado, especialmente dentro de nuestras familias, bajo la guía del Espíritu, enseñar y explicar como lo hizo el Salvador.
El Elder John A. Widtsoe compartió que: “Los jóvenes y algunas veces las personas mayores tiene dudas sobre esto o aquello sobre el servicio del Templo. ¿Esto o eso es necesario?, ¿Es esto o aquello es razonable? , ¿Por qué debería hacer esto o aquello? A pesar de que tales preguntas deberían ser innecesarias, es mejor responderlas, especialmente si las hacen quienes carecen de capacitación y experiencia y por lo tanto, no tienen pensamientos claros al respecto.”
Mientras aprendemos a recibir instrucción clara a través del Espíritu Santo, permitámonos, sin ansiedad, “enseñarnos el uno al otro palabras de sabiduría” en la medida de nuestro conocimiento si Espíritu así lo ordena. Este compartir puede ser la respuesta del Señor a las oraciones de alguien más.
Dentro de una familia, el compartir información puede ser muy unificador. Como maestro en el Sistema Educativo de la Iglesia, he compartido muchos momentos de enseñanza conmovedores con estudiantes hambrientos de conocimiento, pero ninguno ha sido tan dulce como cuando me he sentado en silencio en la Salón Celestial con mi esposa, mis hermanas, mis hijos o mis padres respondiendo preguntas de la mejor manera posible y recibir sus ideas a cambio.
Muchas de mis oraciones sobre el Templo han sido respondidas de esta manera. Al hacer esto, siempre debemos tener cuidado de responder de acuerdo con el Espíritu y nunca limitar el significado del Templo a nuestros propios pensamientos. Se puede descubrir un mundo lleno de significados si nuestras mentes permanecen abiertas.
Este artículo fue escrito originalmente por Michael Wilcox, extracto del libro “House of Glory” y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “What Mormons Should (and Shouldn’t) Say About What Happens Inside Temples”