El Templo de Syracuse, Utah, abre sus puertas con un mensaje claro: el Señor está preparando a una generación fuerte, fiel… y numerosa.
Entre alfombras tejidas con lana de Nueva Zelanda, vitrales con plantas autóctonas y un diseño lleno de luz, hay algo que distingue al nuevo templo de Syracuse de casi todos los demás: dos bautisterios.

¿Por qué dos? La respuesta es sencilla… y poderosa.
“Todo depende de la cantidad de jóvenes que hay en la zona”, explicó el élder Kevin R. Duncan durante el inicio de la jornada de puertas abiertas del templo el 7 de mayo. “Y si hay una parte del templo que siempre está muy concurrida, es el bautisterio. Los jóvenes lo llenan. Así que esto tiene como objetivo aliviar esa carga y brindar más acceso”.
En un mundo que parece girar cada vez más rápido, el templo se convierte en un refugio y una brújula. Y en lugares como Syracuse, donde hay tantos jóvenes deseosos de adorar, aprender y servir, un segundo baptisterio es una respuesta celestial a una demanda muy terrenal.
Un templo para la generación del convenio
La hermana Kristin M. Yee, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, también participó en la visita guiada. Su testimonio fue directo y esperanzador:
“Sé que el Señor tiene grandes cosas reservadas para esta generación. Y la casa del Señor será una parte clave de esa preparación para Su venida”.
Las palabras de la hermana Yee no son solo proféticas, sino reales para cientos de jóvenes que viven a minutos del templo. Como Rebeca Gaburel, de 17 años, quien compartió:
“Puedo sentir profundamente el amor de mi Padre Celestial en este lugar. Asistir al templo me hace más feliz, me ayuda a confiar en Él… y eso es algo que valoro mucho”.
O como Parker Lambert, de 18 años, quien se prepara para servir una misión en Dinamarca:
“Los días que voy al templo, todo cambia. Estoy más enfocado, soy más feliz y me resulta más fácil tomar buenas decisiones. Estoy más cerca de mi Salvador”.
Más que un templo, un faro de esperanza
Para Kennedy Hadley, de 17 años y residente de Syracuse, este templo es un símbolo que unirá a toda su comunidad:
“Es un faro que ilumina el cielo. Es un símbolo de Dios, de Cristo y de cuánto nos aman por construir un templo aquí”.
Y es que, más allá del concreto, los vitrales o la arquitectura, este templo fue edificado por amor. Como dijo el élder Duncan —quien creció a menos de 2.4 km del lugar y cuyo bisabuelo fue el primer obispo de Syracuse—:
“Estamos conectados de corazón con nuestros antepasados y con nuestra posteridad. Y este templo es parte de ese gozo eterno”.
Un templo, dos baptisterios… y miles de corazones listos
El templo de Syracuse no solo aliviará la carga de otros templos cercanos, como el de Layton, sino que multiplicará las oportunidades de servicio y crecimiento para los jóvenes.
“El templo es un lugar de paz y una casa de esperanza”, declaró el élder Duncan. “Todo lo que hacemos allí nos ayuda a regresar al hogar celestial, gracias a nuestro Salvador Jesucristo”.
La casa abierta continuará hasta el 31 de mayo y la dedicación se llevará a cabo el domingo 8 de junio. Pero el legado de este templo ya comenzó: jóvenes que madrugan, que sirven, que oran y que se acercan cada vez más al Señor… dos baptisterios a la vez.
Fuente: Church News