“La Conferencia General es ciertamente más que el anuncio de nuevos templos, los relevos, los sostenimientos y los principales anuncios de la Iglesia.”
Uno de mis hermanos y su esposa se sentaron en el Centro de Conferencias para la sesión del sábado por la mañana de la Conferencia General de abril de 2011, mientras el Presidente Thomas S. Monson anunciaba las tres ubicaciones para los nuevos templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días: Fort Collins Colorado; Meridian, Idaho; y Winnipeg, Manitoba, Canadá.
Abrumado por los muchos recuerdos y emociones por las más de tres décadas que nuestra familia había vivido en Fort Collins, Alan lloró silenciosamente, y siguió llorando durante la gran parte de la sesión de dos horas.
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Él tenía tres meses de edad cuando llegamos a Fort Collins en el verano de 1968, cuando el único barrio de Santos de los Últimos Días era parte de la Estaca Cheyenne, Wyoming.
Los cinco hermanos crecimos en Fort Collins al igual que la Iglesia creció allí. Mi padre se desempeñó como Presidente de Rama de la rama de solteros, Obispo de Barrio y Presidente de Estaca, y mi madre fue secretaria durante varios años en el Instituto cerca del campus de la Universidad Estatal de Colorado.
Fort Collins no era sólo nuestro hogar como familia, sino también nuestro hogar como “Iglesia”. Pasamos por las clases de la escuela dominical y actividades de la Primaria, discursos y testimonios, hombres y mujeres jóvenes, clases de seminario temprano por la mañana y bailes de estaca, salimos y regresamos de nuestra misión y luego fuimos a la universidad, nos casamos y formamos nuestras propias familias.
Consciente de la reacción emocional de mi hermano, un miembro que estaba cerca de él, que asistió a la Conferencia, se dirigió a Alan después de la sesión de la mañana y le dijo: “Uno de esos lugares del templo debe ser muy especial para ti.”
Nuestra familia se reunió ese mismo día, en persona y por teléfono, para hablar sobre el anuncio, para recordar nuestra ciudad natal e imaginar un futuro templo en ese lugar.
Algunas reacciones a los anuncios de templos en la Conferencia General se han vuelto más audibles, como cuando el Presidente Monson anunció que Roma sería el lugar donde se edificaría un nuevo templo o cuando anunció que se reconstruiría el Tabernáculo de Provo pasando a ser el segundo templo de esa ciudad.
Cuando el Presidente Russell M. Nelson anunció 12 nuevas ubicaciones para los nuevos templos en la Conferencia, algunas respuestas comenzaron a sonar como posibles gritos de alegría, un poco más audibles y un poco más fuertes con cada ubicación establecida.
El Presidente Nelson anunció las 12 ubicaciones, sin ningún tipo de prioridad o notoriedad, sino en orden alfabético por estado o país, un patrón que siguió en las Conferencias de abril y octubre.
Entiendo la emoción y el entusiasmo por el regocijo por la Casa del Señor. Personalmente he escuchado a los Santos de los Últimos Días italianos contar cómo exclamaron y celebraron de alegría durante la transmisión de la Conferencia de abril de 2008.
Entiendo por qué un miembro en Argentina le dijo a Church News que el anuncio de un templo allí era “como si hubiéramos hecho un gol en la Copa del Mundo”.
Una de mis escrituras favoritas sigue la invitación bautismal de Alma a las aguas de Mormón:
“Y ahora bien, cuando los del pueblo hubieron oído estas palabras, batieron sus manos de gozo y exclamaron: Ese es el deseo de nuestros corazones.” (Mosíah 18:11).
Después de darle una mirada histórica a los anuncios del templo en la Conferencia General, se me ha recordado que, si bien ambos, la Conferencia y los templos, proporciona momentos y emociones maravillosas, dichos anuncios y Conferencias pueden suceder de manera independiente.
La Conferencia General es ciertamente más que el anuncio de los futuros templos, los relevos, los sostenimientos y los principales anuncios de la Iglesia. Es una oportunidad para que los mensajes sean preparados, entregados y recibidos por el Espíritu, con enseñanzas, invitaciones y bendiciones prometidas que duran mucho más que un fin de semana de abril u octubre.
Tal vez los anuncios de nuevos templos en el futuro podrían moverse a otro momento, a otro entorno u otro medio. Y ese puede ser el caso si es que las respuestas a dichos anuncios en la Conferencia General comienzan a parecerse más a los gritos de graduación de una escuela secundaria, donde el reconocimiento de un logro admirable, para algunos, se ha transformado en un esfuerzo por superar a otros.
O tal vez a los asistentes a la Conferencia se les recordará que reciban anuncios de nuevos templos con el mismo espíritu sagrado con el que los presenta el Profeta de Dios.
Considere lo que sucedió después del anuncio del templo en Concepción, Chile en octubre de 2009. Después de ver la sesión de la Conferencia en un centro de estaca en Talcahuano, Chile, los miembros se quedaron para arrodillarse en oración de gratitud.
Posdata:
Nosotros, los hermanos Taylor, nos habíamos mudado de Fort Collins mucho antes de que mi padre falleciera en 1998 a los 64 años, después de su batalla de cuatro años contra el cáncer. Mi madre se volvió a casar varios años después; después de cumplir una misión con mi padrastro, ella vendió la casa familiar y se mudó a Utah.
A fines de agosto de 2016, nuestra familia regresó a Fort Collins, acompañada por sus cónyuges y algunos hijos y nietos, para caminar por el Templo de Fort Collins, Colorado durante las puertas abiertas.
Fue maravilloso estar de vuelta en nuestra ciudad natal, poder pasar por nuestra antigua casa mientras conducíamos y visitar la nueva Casa del Señor allí en Fort Collins antes de su dedicación varias semanas después, una dedicación en el templo que, como todas las demás, incluía el sagrado y apropiado. “Grito de Hosanna”.
Este artículo fue escrito originalmente por Scott Taylor y fue publicado originalmente por thechurchnews.com bajo el título “A sacred spirit: Remembering what temple announcements are really about”