Al anunciarse la construcción de un Templo en Roma, Italia, hubo un grito ahogado en todo el Centro de Conferencias de Salt Lake City y, sin duda, en muchas capillas y hogares de los miembros de todo el mundo. Ese fue el caso de Tom Holdman, que literalmente saltó de su asiento y exclamó, “¡Haré el vitral del templo!”
Después de que contrataron a Tom para hacer las ventanas del Templo de Roma, también le dieron la responsabilidad de crear un vitral de 6×2 m para el Centro de Visitantes. Ésta iba a ser la primera imagen que los visitantes verían al entrar al edificio, por lo que Tom quería encontrar el tema correcto.
Junto con los diseñadores del departamento misional, Tom y su equipo compartieron varias ideas: Cristo calmando el mar, llamando a Sus apóstoles, sanando a los necesitados y llamando a los niños a venir a Él. Se hizo un boceto de cada concepto y, finalmente, el tema de la sanación fue elegido.
Ya que este diseño se encontraría en el Centro de Visitantes, se alentó a Tom y los artistas de Holdman Studios a convertir el vitral en una herramienta de enseñanza así como una hermosa obra de arte.
Los líderes del departamento misional imaginaron algo que sería atractivo para los niños, los adolescentes y los adultos. Algo que los misioneros pudieran utilizar mientras enseñaran y los espectadores pudieran regresar una y otra vez, al descubrir algo nuevo en cada oportunidad.
Con ese objetivo en mente, los artistas decidieron representar, abierta y sutilmente, no solo los aspectos importantes de la vida, la misión y la ministración de Cristo, sino también todas Sus parábolas y milagros. Los siguientes son algunos ejemplos:
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Señales de Su nacimiento (Mateo 2 y Lucas 2)
En el vitral, los artistas optaron por representar el nacimiento de Cristo al colocar una planta de mirra entre las otras plantas en la esquina inferior izquierda con trozos reales de incienso intercalado alrededor de ella:
La moneda que un mendigo esconde parcialmente debajo de una piedra, representa el oro:
Hay una estrella tallada en la parte superior de un edificio detrás de Jesús y una oveja que representa a los pastores que fueron a adorar al Cordero de Dios recién nacido.
Además, los espectadores pueden encontrar dos tórtolas en la tienda cubierta por un toldo, al lado derecho del mural:
José y María eran tan pobres que no podían darse el lujo de sacrificar un cordero cuando el niño Jesús fuera presentado en el templo. La Ley de Moisés permitió que los pobres ofrecieran dos tórtolas en lugar de un cordero. El “Cordero” de María sería ofrecido en sacrificio por todos, 33 años más tarde. Estos símbolos son fáciles de pasar por alto cuando los espectadores ven el vitral por primera vez, al igual que Cristo puede ser pasado por alto fácilmente, incluso por aquellos que lo celebran en la Pascua y la Navidad.
Fiel a la Ley de Moisés (Mateo 5: 17 – 20, 23: 1 – 12)
Los líderes de los judíos acusaron repetidamente a Jesús de no defender ni ser fiel a la Ley de Moisés. Jesús respondía: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17). En el vitral, los artistas muestran dos tablas talladas en la piedra que se ubica en el gran edificio directamente detrás del pozo:
Esta es la representación de las dos tablas que Moisés trajo del Monte Sinaí. Representan los mandamientos, pero también todas las profecías de los profetas del Antiguo Testamento que se cumplieron en la vida y el ministerio de Cristo.
El defensor de las mujeres (Mateo 9:20-22; Marcos 5:25-34; Lucas 8:43-48; Juan 4:3-30; 8:3-11)
James E. Talmage declaró: “No hay mayor defensor en todo el mundo de la mujer y el sexo femenino que Jesús el Cristo” (Jesús el Cristo). La mujer en el vitral al lado del pozo representa a tres mujeres de las Escrituras. Extiende su brazo como la mujer que tocó la ropa de Jesús. Viste de escarlata para representar a la mujer que cometió adulterio y también representa a la mujer samaritana en el pozo, que escuchó la declaración de Cristo de que Él es el agua viva.
Si bien sus necesidades y antecedentes eran diferentes, cada una fue bendecida por el poder de Cristo. Cada una permitió que la gloria de Dios se manifestara en ellas. Delante de la mujer, en el pozo, hay dos rocas (una no es un cristal, sino una piedra real de la tierra santa), que nos recuerdan que el Único que verdaderamente no tenía pecado no arrojó piedras condenatorias.
Enseñar a María y Marta (Lucas 10:38, 40-42; Juan 11:1-35; 12:1-8)
Cuando Jesús estaba en la casa de una amiga llamada Marta, su hermana María se sentó “a los pies de Jesús y escuchó su palabra” (Lucas 10: 39) todo el tiempo, mientras Marta se “preocupaba por los muchos quehaceres” (V. 40). En el vitral, Marta es representada por la mujer en el extremo izquierdo. Tiene las manos ocupadas con una canasta de comida e inclina su cabeza hacia la niña que se aferra a su falda.
Los artistas la representaron “preocupada por muchas cosas” en comparación con su hermana María, que se encuentra a su lado. Marta se enfoca en el Señor, pero parece estar un poco distraída. Por otro lado, María eligió la “buena parte.”
Getsemaní (Mateo 26:36-45; Mark 14:32-41, Lucas 22:39-46; Juan 18:1)
Cerca de la base del Monte de los Olivos a la sombra del Templo al lado oeste del Valle de Cedrón, se encuentra un área llamada Getsemaní, que significa prensa de aceite. El sufrimiento de Jesús en el Getsemaní se representa en el centro del vitral. Un gran olivo eclipsa una piedra de prensa de olivo. Esta piedra es un símbolo conmovedor del peso de la Expiación.
Hay otros símbolos de la sangre expiatoria del Salvador en el vitral. Por ejemplo, tres cruces sobre una colina lejana y, en la esquina superior derecha, las uvas que se trituran para convertirse en el vino que se representa en la esquina inferior izquierda.
Entre ellos, los ojos de los espectadores atraviesan a Cristo, que “pisa, solo, el lagar” (DyC 76: 107). Detrás del vino, los espectadores verán la canasta de granadas. No solo son del mismo color que la sangre, sino que también están llenas de semillas que dan vida.
El buen samaritano (Lucas 20: 35 – 37)
Un intérprete de la ley le pregunta a Jesús, “¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (Lucas 10: 25). El Salvador le dijo que amara a Dios y amara a su prójimo. Luego, el intérprete de la ley preguntó, “¿Y quién es mi prójimo?” (V. 29). Fue en respuesta a esta pregunta que Cristo enseñó la parábola del buen samaritano. En el vitral, a la derecha de Jesús , los espectadores verán al samaritano caminando con el hombre herido, recostado sobre un burro, como si lo acompañara a la posada donde pagará para que lo cuiden.
El trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30, 36-43)
Esta parábola es un recordatorio poderoso de lo que siempre se opone a la obra del Señor. En la esquina inferior derecha del vitral, los espectadores notarán un pequeño racimo de trigo que crece al lado de algunas cizañas. A medida que las dos plantas comienzan a crecer, es difícil distinguirlas. Una vez que maduran, la cabeza de trigo se inclina cada vez más, humildemente, por así decirlo, debido al peso de los granos, pero la cizaña que no se consume sigue alta y orgullosa.
El hijo pródigo (Lucas 15:11-32)
Imagina el hambre, el dolor, el arrepentimiento y la vergüenza que el hijo pródigo debió haber sentido en su largo viaje de regreso a casa. “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia” (Lucas 15:20). El hecho de que su padre lo viera tan lejos implicó que estuvo observando el camino y esperaba incesantemente la primera señal del regreso de su hijo perdido.
Algunos padres habrían estado furiosos con el joven por cómo los trató, pero no este padre. Él corrió hacia su hijo. No lo desanimó la deplorable condición física de su hijo. Debajo de todo el hedor a cerdo, el sudor, las llagas de un viaje agotador, y las manchas de innumerables decisiones malas, estaba su hijo.
En el vitral, el hijo pródigo y su hermano están representados en el extremo derecho. Parece que el hijo pródigo siente todo el peso de sus muchos errores cuando se sienta en el suelo junto a un cerdo, mientras que el otro hermano se siente justificado a la hora de condenar.
Las diez vírgenes (Mateo 25:1-13)
Entre las parábolas más famosas de Jesús se encuentra la de las diez vírgenes. En la antigüedad, era costumbre que una novia esperara a su novio con las damas de honor que la atendían. Cuando llegaba el novio, las damas salían y lo recibían con lámparas para iluminar el camino, anunciando su llegada. Con este contexto en mente, Jesús estaba enseñando acerca de Su Segunda Venida: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio” (Mateo 25: 1).
Cinco de ellas fueron sensatas mientras que las otras cinco fueron insensatas. En el vitral, la parábola de las diez vírgenes es representada por la mujer de la derecha que sostiene su lámpara y observa a Cristo, el novio:
No solo tiene su lámpara lista, sino que también tiene un pequeño recipiente lleno del aceite de su rectitud, lo que demuestra que está preparada para estar en Su presencia.
La conversión del agua en vino (Juan 2:1-11)
En una boda de Caná de Galilea, el Señor convirtió el agua en vino. En esta historia, era una costumbre para los judíos lavarse las manos antes de comer (véase Marcos 7: 3; Lucas 11: 37-38). Por lo tanto, esta celebración de bodas contó con seis tinajas grandes de piedra que se utilizaron para “la purificación de los judíos” (Juan 2:6). Después de docenas de lavados, estas no serían las tinajas de las que quisieras tomar una bebida. Sin embargo, Jesús eligió esas tinajas de aguas turbias, llenas de bacterias y sucias para hacer este milagro. Al usar Su poder divino, Él convirtió el agua de esos recipientes sucios en el mejor y más fino de todos los vinos (véase Juan 2: 10). El milagro de la conversión del agua en vino está representado por la gran tinaja llena de vino, a la izquierda del vitral:
Jesús usó el milagro de convertir el agua en vino con la finalidad de compartir el profundo mensaje de que Él tenía el poder de cambiar la naturaleza misma de las cosas, para transformar no solo el estado de los líquidos, sino también el estado de las vidas.
Calmar la tempestad (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25)
Jesús y Sus discípulos estaban en una barca, en el Mar de Galilea y “se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca” (Marcos 4: 37). Los discípulos entraron en pánico.
La barca estaba llena de agua, así que despertaron al Salvador y le dijeron: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” (V. 38). El Señor se levantó, “reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece!” (V. 39). Como las tempestades en el Mar de Galilea, las tormentas de la mortalidad son inevitables. Pero, Cristo se preocupa y puede ayudar. A veces, Él calma la tempestad. A veces, Él nos calma en medio de la tempestad. De cualquier modo, es un milagro. Los artistas del vitral han representado la tempestad a medida que el cielo se vuelve más oscuro en los bordes. Simbolizaron el milagro de la calma del mar con un bote de juguete y una concha real del Mar de Galilea junto al niño sentado en el pozo:
Las sanaciones (Mateo 8-9)
Las sanaciones de Jesús son la característica central de la maravillosa obra de arte que se encuentra en el Centro de Visitantes del Templo de Roma. En el panel central, Jesús se inclina, toma el brazo de un hombre enfermo y lo levanta con amor. Vemos que la piel del hombre joven más cercano al Salvador es clara y limpia mientras que la piel que se encuentra más lejos de Él todavía está cubierta de llagas y suciedad. Es como si estuviéramos presenciando la realización de una sanación ante nuestros ojos:
Algunas de las sanaciones de Cristo se han representado de manera individual en el vitral, pero este hombre representa todas las sanaciones del Nuevo Testamento en conjunto. Es el cojo, el ciego, el leproso, el sordo, el mudo, el enfermo y todos aquellos con problemas envueltos en un momento, lo que simboliza el milagro de la sanación.
El hombre en el centro, se encuentra herido y sufre, mira a Jesús con gratitud, y se sana interna y externamente, se sana en todos los sentidos.
Solo algunas personas que ven el vitral en el Centro de Visitantes de Roma se dan cuenta del trabajo que tomó crearlo. Pero, eso es intencional. Los artistas nunca quieren que los elementos individuales del vitral eclipsen el conjunto. El objetivo principal es enfocar a los visitantes del centro en la majestuosidad de Cristo y no en la complejidad de la producción.
Algunos de los visitantes disfrutarán la obra como conjunto mientras que otros la verán de cerca y encontrarán un significado más profundo en todo el vitral.
De una manera u otra, Tom Holdman y su equipo de artistas de los estudios Holdman esperan que este vitral ilumine la vida y la divinidad de Cristo de tal manera que todos los que lo vean deseen acercarse a nuestro Salvador y Redentor. Su amor y gracia están ahí para cada uno. Sus enseñanzas y milagros no han cesado, sino que continúan hasta el día de hoy.
Al igual que los personajes que se representan en este vitral, cada uno de nosotros se encuentra en diferentes lugares a lo largo del camino del discipulado. Tenemos situaciones variadas, necesidades personales y desafíos únicos así como oportunidades. Independientemente de nuestras circunstancias, cada uno de nosotros puede responder hoy a la amorosa invitación de Jesucristo que se muestra en letras griegas en el edificio representado en el vitral: “Venid a mí” (Mateo 11: 28).
Este artículo fue escrito originalmente por Brad Wilcox, Gayle Holdma, Tyler Griffin y Anthony Sweat, y fue publicado en ldsliving.com con el título “12 Insights into Christ’s Life as Portrayed in the Rome Visitors’ Center Stained Glass Window.”
