Desde la primera dedicación en Kirtland, Ohio, en 1836, los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han pasado de ser eventos aislados a convertirse en momentos frecuentes en la historia de la Iglesia.
Durante el siglo XIX, las dedicaciones fueron escasas y se realizaban principalmente en lugares cercanos al cuerpo principal de los Santos, reflejando el contexto de una comunidad que aún se establecía.
No fue sino hasta mediados de la década de 1950 que se vivió un cambio. Por primera vez, la Iglesia celebró dedicaciones en años sucesivos, y en 1958 incluso se lograron dos en un mismo año. Ese ritmo marcó el inicio de una expansión más sostenida.
El verdadero impulso llegó en los años 80 bajo la dirección de los presidentes Spencer W. Kimball y Ezra Taft Benson.
En ese periodo se dedicaron 26 templos, de los cuales 17 se concentraron entre 1983 y 1985, un crecimiento sin precedentes hasta entonces.
Más tarde, el presidente Gordon B. Hinckley lanzó un desafío audaz: alcanzar los 100 templos antes del fin del siglo XX.
El esfuerzo fue notable. Solo en 1999 se dedicaron 15 templos y en el año 2000 se sumaron 34 más, permitiendo cerrar el milenio con 102 templos dedicados.
Hoy, bajo el liderazgo del presidente Russell M. Nelson, la obra sigue expandiéndose a un ritmo sorprendente. En apenas siete años y medio, se han dedicado 49 templos, a pesar de la pausa de casi dos años causada por la pandemia de COVID-19.
Con más de 208 templos en funcionamiento y nuevas dedicaciones programadas hasta 2026, la visión de casas del Señor accesibles en todo el mundo se hace cada vez más real.
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