¿Cuándo me sentiré digno?

Es fácil sentirse indigno. Indigno de orar, indigno de la ayuda de Dios e indigno de Su perdón. Bueno, tengo noticias para ti: tienes toda la razón. Eres indigno. No hay duda al respecto. Yo tampoco soy digno. Nadie es digno. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23). Incluso un antiguo profeta llamado Nefi luchó contra la falta de dignidad.

Nefi dijo: “He aquí, mi alma se deleita en las cosas del Señor, y mi corazón medita continuamente en las cosas que he visto y oído. Sin embargo, a pesar de la gran bondad del Señor al mostrarme sus grandes y maravillosas obras, mi corazón exclama:

¡Oh, miserable hombre que soy! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de mis iniquidades. Me veo circundado a causa de las tentaciones y pecados que tan fácilmente me asedian.Y cuando deseo regocijarme, mi corazón gime a causa de mis pecados; no obstante, sé en quién he confiado.”

Si no te sientes digno, no estás solo. Pero, si eres digno o no, esa no es la pregunta más importante aquí. La verdadera pregunta es, ¿estás haciendo tu mejor esfuerzo para confiar en Dios y ser quien Él desea que seas? Al final del día, eso es lo que hizo Nefi. Puede que eso no te haga “digno”, pero te permite mantener la cabeza en alto.

“¡Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre! … Sí, sé que Dios dará liberalmente a quien pida. Sí, mi Dios me dará, si no pido impropiamente. Por lo tanto, elevaré hacia ti mi voz; sí, clamaré a ti, mi Dios, roca de mi rectitud. He aquí, mi voz ascenderá para siempre hacia ti, mi roca y mi Dios sempiterno. Amén”.

Hacer tu mejor esfuerzo es suficiente para Dios. Él desea que seas humilde y pidas ayuda a través de la oración aunque creas que no te lo mereces. Él quiere que hagas todo lo posible para rectificar los errores del pasado y perdonarte a ti mismo, porque el arrepentimiento nunca se completa hasta que te perdonas a ti mismo. No se trata necesariamente de sentirse “digno”. Se trata de sentir el amor de Dios y hacer tu mejor esfuerzo para llevar Su nombre con dignidad a lo largo de tu vida.