¿A Dios le importan mis finanzas?

Un hombre llamado Nefi y su familia estaban abandonando Jerusalén, pero no querían irse sin una copia de las Escrituras, la palabra de Dios que estaba disponible en su tiempo.

Entonces, Nefi tomó toda su plata y su oro, que era toda la fortuna de la familia, para intentar comprar una copia de las Escrituras. Renunció a todo.

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Como es de esperar, en las Escrituras, las riquezas son cosas secundarias cuando se trata de vivir una vida moral y centrada en Dios.

Cuando buscamos dinero, las Escrituras nos enseñan que debemos utilizar ese dinero para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, liberar al cautivo y curar al enfermo.

Pero, las Escrituras no solo enseñan que el dinero debe ser algo secundario.

Uno de los personajes principales, el Rey Benjamín, señala que trabajó con aquellos a quienes gobernó: todo su reinado. Nunca recibió un centavo por ser rey y, después de eso, cada rey siguió el mismo patrón.

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De hecho, cuando las personas alcanzaron su apogeo espiritual al vivir en paz y armonía, no hubo ricos ni pobres.

Un predicador llamado Amulek pasó gran parte de su ministerio desafiando a un farsante llamado Nehor.

Nehor prometió facilitar la vida de la gente si le pagaban con dinero. Si bien Nehor se hizo rico, no trajo nada más que miseria a quienes lo rodeaban.

Sin embargo, a pesar de que las Escrituras dejan en claro que las finanzas no deben ser nuestra principal preocupación, también dejan en claro que al Señor le importa cómo nos va, incluso financieramente.

Cuando ese mismo Amulek enseñó a las personas a orar, les enseñó no solo a orar por su bienestar espiritual, sino también por su éxito financiero. A Él le importa si la cosecha crece o no.

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No pienses que a Dios no le importan tus éxitos o dificultades financieras. Si eso te preocupa, Dios quiere y puede prestarte ayuda, siempre y cuando confíes en Él y hagas de tu parte.