Es la temporada de membresías al gimnasio, dietas bajas en carbohidratos y buenas intenciones. Una vez al año, en la gran tradición de la resolución de Año Nuevo, nos decidimos a comer más sano y retocar nuestro español. Leer más libros y ver menos TV. Ser un poco más paciente y mucho más indulgente. Pedimos alfombras de yoga en línea y esperamos la serenidad y un mejor tono muscular que llegue a nuestras puertas en 2-4 días hábiles.
Tal vez, como yo, eres capaz de seguir así durante un mes o algo así. Pero pronto los batidos de col rizada de enero dan paso a los malteadas de febrero, y nuestras buenas intenciones se convierten en nuestras ambiciones fallidas. Guardamos nuestras alfombras de yoga debajo de nuestras camas, volvemos a nuestros viejos hábitos y suspiramos: “Algún día cambiaré”.
El cambio es difícil
Todos queremos crecer y aprender y ser mejores hoy que ayer. Entonces, ¿por qué el cambio es tan difícil? El crecimiento personal es esencial para el plan de Dios. El Salvador nos pide que nos volvamos “aún como [Él] es”. ¿Cómo podemos llegar a alcanzar esa noble meta cuando no estamos a la altura aún de nuestras más modestas metas?
Aquí es donde admito que no estoy calificado para darte consejos. No tengo historias personales triunfales que te inspiren, ni epifanías profundas que compartir. Sólo soy un tipo tratando de descubrir la solución de las cosas, igual que tú. Pero como pensé recientemente acerca de lo que obstaculiza mi propio progreso, se me ocurrieron algunas ideas: impresiones de cosas sencillas que puedo hacer para mejorar.
Tal vez esta es sólo una arenga para motivarme . O tal vez encontrarás una o dos ideas que pueden ayudarte a cambiar para mejorar.
Pregunta por la dirección
Nos olvidamos a veces, al hacer planes para mejorar, comprobar con el que hizo el plan. Las Escrituras prometen que “él dirigirá [nuestros] sendas” si tan solo le preguntaremos – pero ¿recordamos preguntarle?
Él nos conoce mejor que nadie, y nuestros puntos débiles espirituales. Si humildemente preguntamos, “¿Qué me falta todavía?”, Entonces Él puede inspirarnos a considerar caminos que podemos haber pasado por alto, pero que conducen a la mayor alegría.
Piensa en pequeño
A veces tenemos que hacer saltos dramáticos de fe. Pero más a menudo son los pequeños saltos que nos mueven hacia adelante. Los pequeños ajustes que con el tiempo pueden traer un mayor equilibrio y paz a nuestras vidas.
Demasiado rápido nos olvidamos de que “de las cosas pequeñas proceden las grandes”. Sé paciente y recuerda la sabiduría de “línea sobre línea” y paso a paso.
Tómate tiempo para reflexionar
“Coloca y olvida” funciona muy bien con nuestros tostadoras y pago de facturas en línea, pero es un enfoque pésimo para nuestros objetivos. Los controles automáticos regulares aseguran que estamos progresando (y nos dan la oportunidad de hacer ajustes cuando no lo estemos). Simplemente preguntando, “¿Cómo lo estoy haciendo hasta ahora?” Va un largo camino.
Para mí, la santa cena es un momento perfecto para reflexionar y reafirmar mis metas espirituales cada semana.
Sigue intentando
“Uno de los mayores dones de Dios”, dijo el Presidente Monson, “es la alegría de volver a intentarlo, porque ningún fracaso jamás será definitivo.” No dejes que el desánimo tome lo mejor de ti cuando fallas al principio (o segundo o tercer intento).
Sigue adelante. Sigue empujando. Sigue intentándolo.
Nadie es perfecto, pero todo el mundo puede ser mejor. Recuerda que “Dios se preocupa mucho más de quiénes somos y de en qué nos estamos convirtiendo, qué de quiénes fuimos.” Le importa que sigamos intentándolo.
Fuente: Lds.org