Cuando las promesas y bendiciones que esperas toman tiempo

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“Confiemos en el Salvador, quien hizo que toda nuestra espera no solo fuera posible sino que valga la pena, confiemos en que las bendiciones vendrán”

Quiero hablar sobre una palabra de 6 letras. Es una palabra con la que todos estamos muy familiarizados, sobre todo en este tiempo de nuestras vidas. Es una palabra con gran poder pero que también puede causar mucha ansiedad. Esa palabra es…

ESPERA.

¿Ves a lo que me refiero? Contiene mucho poder, pero también mucha aprensión. 

Todos recordamos el conflicto que a menudo surge cuando debatimos si debemos tomar el consejo que brinda esta palabra o actuar apresuradamente, y a menudo precipitadamente, hacia lo que queremos. 

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Por mi parte, puedo enumerar las muchas veces en las que debí haber esperado, tomado un tiempo, pero no lo hice. El no hacerlo me causó dolores de estómago, dolores de cabeza, hematomas, hirió mis sentimientos y con frecuencia me llevó al arrepentimiento. Podemos ver la obvia batalla entre la bendición de esperar y nuestra dificultad de cumplir tal espera.

Un principio clave cuando se trata de esperar es que difiere de la palabra “detente”. La palabra “detener” también tiene poder y aprensión, pero de una manera diferente. Verás, detener significa parar tu progreso por completo. 

Cuando estás inmóvil, no haces nada productivo. La mentalidad que trae es que como no estás movimiento, parece mejor dejar de intentar. 

“Esperar” es todo lo contrario, y cuando se hace correctamente, implica que se estás en una mejora constante, incluso cuando se detiene el progreso visible hacia una meta.

Esperar activamente significa que constantemente haces las pequeñas cosas que mejoran tu persona a medida que esperas ansiosamente continuar el camino que tienes por recorrer.

Esperar activamente significa que tienes esperanza, mientras que detenerte significa que no tienes nada de esta.

Es bastante fácil como misionero esperar activamente. Todos los días haces cosas productivas que no solo te conducen a objetivos, sino que también te conducen al desarrollo natural de tu persona. 

Descubrí que casi siempre me sentía productivo y lleno de esperanza como misionero, incluso en los días en que no teníamos un éxito visible, simplemente porque nunca, nunca nos detuvimos. 

Ahora, al llegar a casa, encuentro mucha más tentación de detenerme, relajarme y dejar que se estanque mi desarrollo personal. Eso en ocasiones me ha causado mucha tristeza y me ha llevado a escribir este artículo.

He aprendido algunas lecciones valiosas desde que llegué a casa que me han ayudado enormemente. La primera proviene de una fuente un tanto inesperada: de una película reciente de Disney, una con mucho halagos y publicidad.

Se trata de Frozen 2, la esperada secuela de posiblemente la mejor película de Disney de todos los tiempos, realmente estuvo a la altura de su nombre. ¡Pienso que la música fue genial y la historia fue satisfactoria!

Lo que más me impactó fue el tema central de la película. El troll principal, creo que se llama Pabbie, aparece para darle consejos a Anna y Elsa. Él ve el futuro, considera que es incierto y luego hace este comentario:

“Cuando el futuro es incierto, todo lo que puedes hacer es la siguiente cosa correcta”.

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¡Qué frase tan brillante! Disney nunca deja de proporcionarnos mensajes que parecen haber sido sacados del evangelio. ¿Qué hacemos cuando no sabemos qué hacer? ¿Qué hacemos cuando elegimos (o nos piden o nos obligan) a esperar?

¡Hacemos la siguiente cosa correcta! 

Al hacerlo, aseguramos bendiciones como nuestro desarrollo personal, gozo y más guía. Esperar no es tan difícil cuando dejas de concentrarte en el hecho de que estás esperando y comienzas a hacer la siguiente cosa correcta. Muy pronto encontraremos lo que estábamos esperando, o algo mucho mejor de lo que podríamos haber imaginado.

Todos esperamos algo.

Para empezar, todos estamos esperando que la vida vuelva a ser normal.

¿Qué más estamos esperando?

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Puede que estemos esperando recibir la promesa y seguridad de que las cosas estarán bien, sin embargo nos encontramos esperando desesperadamente que se cumplan.

Puede que estemos esperando, orando y suplicando que nuestros seres queridos sean sanados o que tomen mejores decisiones… pero descubrimos que las cosas solo empeoran.

Puede que estemos esperando encontrar a la persona con la que podremos formar una familia, pero todavía nos estamos recuperando de nuestra última relación con alguien que nos hirió.

Puede que estemos esperando las bendiciones que sabemos que nos hemos ganado y merecemos, pero por el momento solo nos encontramos atravesando prueba tras prueba.

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Puede que estemos esperando tener fe, buscándola activamente, pero nos sentimos bloqueados por las continuas nubes de duda e incredulidad.

Puede que estemos esperando liberación, ya sea para nosotros mismos o para otros… pero nos encontramos que en esa espera nuestras cargas continúan aumentando.

Puede que estemos esperando ansiosamente reunirnos con nuestros familiares en un descanso eterno en el cielo… pero que por ahora aún nos toque seguir en este mundo a menudo difícil y oscuro.

Lo que sea que estemos esperando, seamos firmes. Esperemos activamente y nunca dejemos de mejorar. Hagamos la siguiente cosa correcta, y luego la siguiente, y la siguiente, contando las bendiciones que ya recibimos en lugar de enfocarnos en las que aún no han llegado. 

Ayudemos a otros en el camino, porque esperar activamente no es algo que deba hacerse emocionalmente solo.

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Termino este artículo con un mensaje espiritual, con las palabras de un apreciado líder de la Iglesia:

“Las promesas de Dios no siempre se cumplen con la velocidad o de la forma que nos gustaría, sino en el momento y a la manera de Él… En perspectiva, sé con certeza que las promesas del Señor, si bien no siempre son rápidas, siempre son seguras… Paciencia quiere decir perseverar en la fe, sabiendo que a veces es al esperar y no al recibir que más crecemos.” -Dieter F. Uchtdorf

Sé y te prometo que esperar, aunque difícil, es posible. He estado esperando durante mucho tiempo que se cumplan ciertas bendiciones y promesas, y sé que tú también. Todo estará bien.

En todo caso, todos esperamos una vida mejor después de esta, una con toda nuestra familia y con nuestro Dios. Confiemos en el Salvador, Jesucristo, quien hizo que toda nuestra espera no solo fuera posible sino que valga la pena.

Fuente: ldsblogs.com

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