Como nacen las dudas
“Sé que la Iglesia es verdadera, que José Smith es un Profeta y que el Libro de Mormón es la palabra de Dios.”
Durante más de 25 años, había pronunciado esas sagradas palabras miles de veces. Sin embargo, de alguna manera, me encontré sentado en la oficina de mi Presidente de Estaca, sintiéndome perdido y desesperado, cuestionando todo lo que “sabía” era verdad.
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Mi Presidente de Estaca era un hombre inteligente y honesto, pero a medida que buscaba su consejo con respecto a varias preguntas sobre la historia de la Iglesia, rápidamente me di cuenta de que no era muy bueno en cuanto a la historia de la Iglesia.
En otras palabras, en lugar de responder a mis preguntas y ayudarme a resolver mis inquietudes, mi Presidente de Estaca me expresaba su optimismo infaltable. Él compartió su testimonio, me aconsejó que permaneciera cerca de Dios y me alentó a seguir leyendo y orando.
Este tipo de consejo de “quédate con lo básico” puede parecer apropiado y ser suficiente para algunos, pero para mí, en mi momento de crisis de fe, no fue suficiente. Estaba en un mal momento espiritualmente, sintiéndome vulnerable y desesperado. Recuerdo haber apreciado su sinceridad, pero también haberme sentido decepcionado y asustado. Estaba lleno de dudas y necesitaba una ayuda adicional, una ayuda que, desafortunadamente, él no pudo proporcionar.
Así que ahí estaba yo, un escéptico total, un ateo encubierto, sintiendo que estaba en el camino de la apostasía. Debido a mi duda extrema, la cual había desarrollado al escuchar puntos de vista cínicos, dejé de orar. Claro, yo seguía orando con mi esposa porque no quería lastimarla, pero cada vez que oraba, mis palabras se sentían vacías y mi corazón estaba vacío. Sólo oraba de manera mecánica.
Las reuniones de la Iglesia eran pesadas. Obligarme a cumplir mi llamamiento fue aún peor. Estaba completamente agotado. Me sentí cansado, herido, preocupado, enojado, y lo peor de todo, sentí que nadie en la Iglesia me entendía.
Una voz de esperanza
Entonces, un día, aproximadamente un año después de mi total colapso de fe, una frase inesperada de repente apareció en mi cabeza. Sonaba como una voz que claramente decía: “Ponte en contacto con Steven Harper”. Años atrás, el Dr. Harper había sido mi profesor en la Universidad Brigham Young y me enseñó la clase de D&C. Cuando escuché esa voz, fue un momento extraño para mí porque esas palabras parecieron salir de la nada.
Después de esa experiencia milagrosa, mi mente se llenó de pensamientos escépticos como “No deberías molestar al Dr. Harper” y “Él es demasiado importante y está demasiado ocupado para hablar contigo” y “Probablemente no te dará una respuesta directa”. Pero, después de pensar más en ello, decidí enviarle un correo electrónico a mi antiguo profesor, destacando algunas de mis preocupaciones.
Desfibrilación académica
Al día siguiente, encontré la respuesta del Dr. Harper en mi bandeja de entrada. Mientras leía, no sólo sentía su verdadero amor, humildad y honestidad, sino también su capacidad para responder a mis preguntas. En su correo electrónico, el Dr. Harper primero confirmó algunos hechos de la historia y luego detalló lo que él personalmente entendió del registro histórico.
No trató de obligarme a creer de cierta manera u otra, pero me preguntó si estaba dispuesto a volver a examinar mis suposiciones sobre los hechos. ¿Estaba asumiendo lo peor de las personas y eventos en nuestra historia? Si es así, ¿por qué?
Tras una cuidadosa reflexión, comencé a darme cuenta que mis suposiciones habían sido fuertemente influenciadas por las opiniones equivocadas que había estado leyendo en internet. Entonces, comencé a hacer un esfuerzo consciente para reexaminar mis suposiciones. Comencé a buscar un mayor equilibrio en mi investigación al estudiar las opiniones profesionales de académicos de la Iglesia como la del Dr. Harper.
Con el tiempo, a través de un esfuerzo renovado para la oración y un estudio constante, mi corazón se suavizó, mi mente se abrió, el Espíritu regresó y muchas buenas respuestas llegaron.
Ahora, muchos años después, reconozco qué fue lo que me sucedió en ese momento crucial de mi viaje de fe. En lugar de simplemente compartir su testimonio, el Dr. Harper me dio lo que más necesitaba, una desfibrilación académica.
Esta desfibrilación me causó un tremendo impacto en mi mente y espíritu que pude comenzar a caminar hacia la fe. Estaré siempre agradecido por la mano misericordiosa que mi Salvador me extendió a través de mi querido amigo, el Dr. Steven Harper.
Donde estoy ahora
Mi viaje de fe ha sido extremadamente doloroso, lleno de disonancia cognitiva, soledad e incluso enojo. Mi fe no es la misma que fue alguna vez. Ahora me doy cuenta de que mi nueva fe, que se ve y se siente muy diferente, al ser significativamente más amplia y profunda, no encaja en la pequeña y bonita caja que tenía antes de mi crisis.
A veces me siento solo en la Iglesia y parece que nadie ha visto lo que he visto, saben lo que sé o comprenden las profundas cicatrices espirituales que llevo. Pero eso está bien. Continuaré, acercándome a otros que sufren dudas, y con el tiempo, trataré de crear una comunidad de fieles sobrevivientes de una crisis de fe.
Consejos y testimonios
Se han escrito muchos libros y artículos maravillosos sobre las crisis de fe y sobre cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos ya los que amamos. Pero, en lugar de resaltar algunos de esos consejos, simplemente te aliento a ti, el lector, de pedir ayuda a alguien en tu vida que haya experimentado dudas extremas.
Si no conoces a nadie, o tienes miedo de preguntar, contáctame. Puedo conectarte con una creciente comunidad de fieles sobrevivientes y otros recursos útiles. Y, si no tienes dudas personales pero deseas más información para ayudar a un ser querido, comunícate con nosotros.
Me gustaría compartir mi testimonio de que nuestro amoroso Padre Celestial nos permite experimentar cosas difíciles. Él ha creado este mundo, y a nosotros, de tal manera que el sufrimiento es posible. Recuerda que aunque se nos manda a no dudar (Mormón 9:27), esa duda es una parte normal de la vida y no debemos sentir temor y vergüenza por ello.
¡Ten esperanza! Porque con el tiempo, a medida que la fe reemplaza la duda y “las cosas débiles se vuelven fuertes” (Éter 12:27), poseeremos mayor empatía y podremos “fortalecer” a los demás (Lucas 22:32).
Con gran aprecio,
Leo winegar
Este artículo fue escrito originalmente por Leo Winegar y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “How an Atheist Came Back to the Church and Found Peace Despite Doubt”