La adversidad es una parte inevitable de la vida. Desafortunadamente, muchas dificultades hoy en día son causadas por las devastadoras decisiones de los demás. En estas situaciones, es difícil saber cómo hacerle frente, a quién dirigirse y hacia dónde ir desde allí.
“Tu éxito y felicidad, tanto ahora como en las eternidades, dependen en gran medida de cómo respondes a las dificultades de la vida.” – LDS.org Adversidad
En estos últimos días, enfrentamos pruebas que ninguna otra generación de hijos de Dios ha tenido que soportar. Estas tribulaciones que encontramos son un intento de raza mutante que quiere quebrantarnos. Satanás quiere que cedamos. Quiere que creamos que no hay esperanza y que su oscuridad consumirá al mundo.
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En base a eventos recientes, a muchos les puede parecer que él tendrá éxito. Es una realidad sin precedentes que muchos de nosotros tememos por las vidas de nuestros hijos cuando los enviamos a la escuela. Estos recientes tiroteos escolares han puesto de manifiesto un lado despreciable de la humanidad.
No puedo comprender el dolor que estas familias deben estar experimentando por la pérdida trágica y repentina de sus seres queridos. Oro por ellos mientras buscan la fuerza para seguir adelante.
No hay respuesta a la pregunta que la gente tan a menudo hace en las profundidades de la adversidad; “¿Por qué?” Realmente no se sabe por qué ocurren estas cosas, pero hay una respuesta sobre “cómo seguir adelante”, y ese es Cristo.
Podemos confiar en Él en estos tiempos de inquietud social. Podemos confiar en que Él está a la cabeza y que todo lo que es injusto sobre la vida tendrá justicia a través de Él, si no es en esta vida, será en la próxima.
“Escogeos hoy” como responderéis
Es importante preguntarnos cómo hemos reaccionado a la adversidad cuando ha tocado nuestra puerta. Una vez que hacemos esta evaluación personal, debemos preguntarnos cómo nos gustaría responder en el futuro. ¿Cómo Laman y Lemuel o cómo Nefi?
Es natural hacer las preguntas como: “¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?, ¿Por qué tengo que sufrir esto ahora?, ¿Qué he hecho para merecer esto?” Sin embargo, el hacer estas preguntas puede ser peligroso. Pueden generar serias dudas y pueden dar lugar a una fe vacilante.
Estas preguntas pueden consumir tanto que perdemos de vista lo que sabemos. En cambio, deberíamos preguntarnos: “¿Qué puedo aprender de esto?, ¿Cómo puedo sacar el máximo provecho de esta terrible situación? y ¿Cómo puedo crecer espiritualmente de esta adversidad? “
Incluso en medio de nuestras pruebas, podemos ser como Nefi e ir a trabajar. Mientras estemos en el ojo de la tormenta, por más difícil que sea, debemos tratar de recordar y contar nuestras bendiciones. Tal como aconseja “Leales a la fe”: “A pesar de que algunas de tus respuestas a la adversidad podrían ser diferentes, una respuesta deberá ser constante: tu confianza en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo.”
Cómo Reaccionó José Smith Ante la Adversidad
No es ningún misterio que José Smith no fue llamado a vivir una vida fácil. Su vida era demasiado corta y estaba llena de más pruebas de las que muchos de nosotros podríamos manejar.
En sus propias palabras: “la envidia y la ira del hombre han sido mi suerte común en todos los días de mi vida” (DyC 127:2). Él sufrió la pérdida de muchos de sus hijos, él y su esposa fueron rechazados por muchos en su comunidad debido a sus creencias.
José y Emma fueron expulsados de sus hogares y rechazados por muchos. José fue brutalmente golpeado, bañado con brea y emplumado. Sufrió de problemas de salud cuando era un niño que lo siguieron a lo largo de su vida. A pesar de todo esto, sabía que el Señor entendía sus límites y lo que era capaz de superar.
La verdad es que somos capaces de mucho más de lo que creemos. Podemos sobrevivir el desamor, la pérdida de seres queridos y mucho más, pero sobre todo, no tenemos que hacerlo solos. El Señor promete que Él nos sanará de las cosas que nos hieren y nos quiebran, aparentemente hasta el punto de dejarnos en la nada.
“Y después de sus tentaciones y de mucha tribulación, he aquí, yo, el Señor, los buscaré; y si no se obstina su corazón ni se endurece su cerviz en contra de mí, serán convertidos y yo los sanaré.” (DyC 112:13)
La clave no es permitir que las pruebas por las que atravesamos “obstinen nuestros corazones”, en otras palabras no endurezcamos nuestro corazón. La suerte de los justos es difícil, pero eso siempre será justa para aquellos que buscan hacer la voluntad del Señor.
Sería una salida muy fácil el dejar de tratar de vivir el Evangelio cuando todo parece estar contra nosotros. Sería fácil ceder ante el hombre natural y las cosas del mundo cuando nos sentimos abatidos por la vida, pero en el gran esquema de las cosas, nuestros esfuerzos aquí tendrán un mayor impacto en nuestro futuro en las eternidades de lo que podemos entender. La perseverancia ahora conducirá a bendiciones futuras.
Cómo Sobrellevar las Adversidad
¿Cómo podemos enfrentar la adversidad y a quién recurrimos? La respuesta a ambas preguntas es Cristo. Su expiación hizo posible que Él no sólo se identificara con todos sino que realmente conociera las dificultades que atravesamos.
Descendió debajo de todo para no tener que hacerlo nosotros. Somos increíblemente afortunados de saber que siempre tenemos a alguien en quien podemos confiar con seguridad porque Él ha pasado por todo. Si no fuera por Él, me hubiera consumido el dolor de algunas de mis pruebas pasadas. Él me ha salvado y continuará salvándome hasta el final, tal como lo hará para todos nosotros.
Cristo es el faro de luz en la oscuridad. Él se encuentra con nosotros en nuestras dificultades y se aflige con nosotros cuando nos afligimos. Le duele vernos con dolor, pero como un padre con su hijo, comprende que algunos de nuestros errores y el dolor son necesarios para el crecimiento.
Recuerda Esto
Dios no es quien orquesta todos nuestros movimientos. Las cosas no siempre pueden suceder por una razón, pero nuestro Padre Celestial siempre intervendrá para que las cosas funcionen para nuestro bien. La pregunta de por qué suceden cosas malas es irrelevante.
Desafortunadamente, en un mundo caído, las cosas malas son inevitables. Es fácil decir esto, pero al pasar por pruebas que parecen insoportables, todo puede parecer injusto e inmerecido.
El agua profunda es en lo que solemos nadar en estos últimos días. No debemos temer a las pruebas desconocidas que inevitablemente enfrentaremos. En cambio, debemos reflexionar sobre las pruebas que ya hemos pasado e intentar ver cómo nos hemos beneficiado de ellas.
Esto nos ayudará a tener fe en que las cosas buenas también pueden y vendrán de nuestras pruebas actuales, incluso si es mucho más adelante.
Cosas malas van a suceder. Eso no es negociable; lo que sí es, es cómo lidiamos con ellas cuando llegan.
Seguir Adelante Con Fe
Me encanta la analogía de un tren que viaja a través de una noche oscura. La luz en la parte delantera del tren sólo ilumina el camino unos cientos de metros más adelante.
En esa distancia, es seguro que la pista está libre de obstrucciones y es segura para viajar, pero todo lo demás queda oculto en la oscuridad. Es imposible que el tren se mueva más rápido que la luz que ilumina el camino. La luz que fluye de la lámpara en la parte delantera del motor siempre está delante de ella.
Puede que no parezca mucho, y podemos desear más luz y más claridad sobre lo que está por venir, pero la luz siempre estará delante de nosotros a medida que avanzamos.
Si no avanzamos, la luz tampoco podrá iluminar nuestro camino más allá. Podemos avanzar con fe sabiendo que en el gran esquema de las cosas, esta vida y las pruebas que atravesamos son sólo por un breve momento.
Podemos pedirle al Señor que nos ayude a ser pacientes con nuestro yo imperfecto. A veces debemos avanzar hacia la oscuridad. Cuando hacemos esto, debemos tener fe en que Él nos dará suficiente luz para dar el siguiente paso.
Una Respuesta Productiva
Cada vez que caemos, ya sea que nuestra caída haya sido causada por otros o por nuestras propias acciones, debemos alentarnos: “Sólo levántense una vez más”
No te permitas pensar otra vez en lo sucedido. Recuérdate a ti mismo que aún no ha terminado. El agua profunda puede ser algo “en lo que solemos nadar” y eso está bien. Nunca habrá un momento en que realmente tengamos todo perfecto, siempre habrá algo fuera de lugar o algo que sentimos que no podemos alcanzar. Aprendamos a sentirnos cómodos con la incomodidad.
“Hijos e hijas mías, paz a vuestras almas; sus adversidades y aflicciones no serán más que por un breve momento” (DyC 121:7)
Intenta responder a la adversidad de manera productiva cuando toque tu puerta. Nuestras respuestas naturales a la adversidad casi nunca son productivas. Debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para aumentar nuestras capacidades. No necesitamos ser esclavos del hombre natural y no debemos resignarnos a obtener menos de nuestra experiencia terrenal de lo que podemos.
El adversario quiere que nos escondamos en un rincón, en lugar de enfrentar nuestras desgracias en la puerta. Él quiere que temamos las dificultades, pero temerlas sólo le da más poder. Cuando la adversidad toque, debemos responder como Nefi, incluso cuando la fuerza nos falte. Cuando nos enfrentemos a cada golpe inesperado con valor, nuestro miedo se disipará y nuestra fe aumentará.
Este artículo fue escrito originalmente por Thea Olsen y fue publicado por mormonhub.com el título: “When Adversity Knocks”