El gran filósofo y psicólogo de Harvard William James (1842-1910) tuvo una visión muy positiva de los efectos de las creencias religiosas. “Tenemos que ver con Dios y haciéndonos sensibles a su influencia, nuestro destino más profundo se cumple. El universo… gira inocentemente para lo peor o lo mejor a medida que cada uno de nosotros cumple o evade los mandamientos de Dios.” Escribió.
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Sin embargo, en general, las primeras figuras más resaltantes de la psicoterapia y el psicoanálisis no solo eran personalmente irreligiosas sino estaban abiertamente en contra de las creencias religiosas. Sigmund Freud (1856-1939). Por ejemplo, describió las creencias religiosas como “la neurosis universal y compulsiva de la humanidad.”
“Religiosity” (La Religiosidad) de Albert Ellis (1913 – 2007) declaró, “[las creencias religiosas] son en muchos sentidos equivalentes al pensamiento irracional y la perturbación emocional.” “La elegante solución terapéutica para los problemas emocionales es ser bastante irreligioso.” “Mientras menos religiosos sean, más saludables emocionalmente estarán.” Afirmó.
No todos estuvieron de acuerdo. Entre aquellos que desafiaron la afirmación de Ellis de que el ateísmo es psicológicamente más saludable que la fe, estuvo Allen Bergin, un converso a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días que enseñaba psicología clínica en la Universidad Columbia antes de unirse a la facultad de la Universidad Brigham Young (BYU), donde permaneció hasta su jubilación en 1999.
En un breve artículo nuevo, Daniel Judd, un decano de educación religiosa en BYU que tiene una licenciatura en ciencias de la familia y un doctorado en terapia psicológica, fundamentándose en un estudio de 30 años informa que “debido a las pocas excepciones, mis análisis de la investigación académica han causado poco apoyo para las afirmaciones de Freud, Ellis y demás, respecto a que las creencias religiosas facilitan la enfermedad mental.” Aunque existen contradicciones y ambigüedades ocasionales en “la relación entre las creencias religiosas, la salud mental y los mormones” dijo. En el invierno de 2018 en el análisis de Educación Religiosa de BYU “el cuerpo más grande de la investigación académica apoya la conclusión de que la creencia religiosa, y muy especialmente la devoción religiosa personal, facilita la salud mental, la unión matrimonial y la estabilidad familiar.”
Al analizar 540 estudios realizados entre 1900-1995, Judd indica que “51% arrojó que las creencias religiosas estaban asociadas positivamente con la salud mental mientras que 16% muestra que existe una relación negativa [entre las creencias religiosas y la salud mental]. Por otro lado, 28% se encontraba en una posición neutra y 05% representaba resultados mixtos.”
Sin embargo, cuando la atención recae en los mormones, los resultados son “notablemente positivos.” 71% de todos los estudios relevantes indican que existe una relación positiva entre la fe mormona y la salud mental, solo 04% es negativo, 24% es neutro y 01% es mixto. “Los mormones que viven de acuerdo con las enseñanzas de su creencia religiosa, experimentan mayor bienestar, incrementan su estabilidad familiar y matrimonial además disminuyen la delincuencia, la depresión, la ansiedad, el suicidio y el abuso de sustancias, en comparación a aquellos que no lo hacen.”
De manera significativa, Judd señala que “la mayoría de los estudios con resultados negativos provienen del primer periodo del siglo XX” ¿POR QUÉ? “Mis investigaciones respecto a esta anomalía me permitieron descubrir que algunos de los primeros instrumentos psicológicos utilizados para medir la salud mental fueron manipulados en contra de las creencias religiosas.” En vista de la hostilidad de las figuras fundadoras en el campo de la piscología, antes mencionadas, esto es apenas sorprendente.
¿Todo es positivo? ¿Está todo bien en Sión? -No exactamente. No debemos ser complacientes. A pesar de los resultados positivos del estudio, la depresión, los problemas matrimoniales, la ansiedad, el abuso de sustancias y los suicidios aún ocurren entre los mormones, e incluso entre aquellos que se esfuerzan por ser fieles. Aquellos requieren de una ministración compasiva.
Además, como observa Judd, existen ciertos problemas que tienden a ocurrir precisamente entre aquellos que se esfuerzan más en guardar los mandamientos y ser mormones valientes. En posible, que en esa lucha olviden la Expiación y la gracia de Cristo, y actúen – contra las simples enseñanzas de las escrituras – como si creyéramos que nuestra salvación depende de nosotros y nuestras buenas obras. Esa devoción equivocada realmente puede aumentar la depresión y ansiedad en las personas buenas. Ya que, inevitablemente, nuestras familias y nosotros no alcanzaremos la perfección de Dios, nuestro Padre, en esta vida mortal.
Esta es una de las muchas áreas donde la lectura regular, profunda y reflexiva del Libro de Mormón, con sus poderosas enseñanzas sobre la expiación de Cristo, puede ayudar. Ya que, “es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23). No necesitamos ganar nuestra salvación. No podemos. Hay cosas que debemos hacer, pero alcanzar la perfección aquí en la Tierra no está entre ellas.
Artículo originalmente escrito por Daniel Peterson y publicado en deseretnews.com con el título “Defending the Faith: Mental health and the Latter-day Saints.”