En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, encontrar un refugio seguro es más crucial que nunca. Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, este refugio se encuentra en la misma Iglesia, donde el amor de Cristo y la unidad entre los santos proporcionan fortaleza y seguridad espiritual.
El élder D. Todd Christofferson recientemente compartió esta visión al relatar su experiencia en una visita a Armenia, Georgia y Kazajistán. Aunque los miembros de la Iglesia están dispersos en estas áreas, la sensación de unidad es palpable cuando se reúnen.
A través de la reunión de Israel en la Iglesia y la conexión entre miembros y amigos dentro de las estacas y misiones, se fortalece el sentido de comunidad en Cristo.
Una de las experiencias más memorables fue en Tiflis, la capital de Georgia, donde celebraron el mayor devocional jamás realizado en el país, con más de 160 personas presentes, muchas de ellas aún no miembros de la Iglesia.
Este encuentro, aunque pequeño comparado con otros lugares del mundo, reflejó el poder del evangelio en la vida de las personas que buscan un refugio espiritual.
El élder Christofferson subrayó que, como miembros de una comunidad global, tenemos la responsabilidad de cuidarnos unos a otros, de levantarnos y mantenernos firmes en el camino del convenio. La diversidad cultural y geográfica que caracteriza a los miembros de la Iglesia, lejos de ser un obstáculo, nos enriquece. Lo que verdaderamente nos une es nuestra fe en Jesucristo, el Salvador del mundo.
“Pidan el amor de Cristo mientras sirven en sus barrios y estacas”, exhortó el élder Christofferson. “Sufran con los que sufren; alégrense con los que se alegran. Todos somos uno en el cuerpo de Cristo”.
Esta enseñanza nos invita a compartir el amor de Cristo de la manera más amplia y eficaz posible, y recordar que, en momentos de tormenta, la Iglesia de Jesucristo es el refugio seguro que nos sostiene.
No importa dónde estemos ni cuán dispersos nos encontremos, la Iglesia nos ofrece un espacio donde podemos hallar consuelo, apoyo y guía. Es un lugar donde podemos adorar al Salvador y, a la vez, fortalecer a nuestros hermanos y hermanas. En este refugio, encontramos la paz que solo Jesucristo puede ofrecer.
La invitación de Élder Christofferson es clara: aprovechemos la bendición de estar unidos en la fe, ayudándonos mutuamente a perseverar en el camino hacia la vida eterna, confiados en que la Iglesia de Jesucristo siempre será ese refugio seguro que nos levanta en medio de las tormentas de la vida.