Aproximadamente, en la última década, ha habido mucho interés en algunos miembros de la Iglesia en algunas experiencias cercanas a la muerte muy publicitadas. ¿Qué nos enseñan las escrituras acerca del propósito de las experiencias cercanas a la muerte?
El propósito de las experiencias cercanas a la muerte, según las escrituras, es dar testimonio del poder salvador y expiatorio de Jesucristo.
Nada más y nada menos.
Las escrituras comparten algunas historias hermosas de los muertos o casi muertos levantados a la vida. Tal vez podríamos llamar a estas experiencias cercanas a la muerte. ¿Qué aprendemos de estas experiencias cercanas a la muerte en las historias de las escrituras? ¿Qué nos dicen y cómo pueden estas informar nuestra fe?
Según las escrituras, las experiencias cercanas a la muerte no se cuentan para atraer fama o fortuna, no se cuentan para ganar una audiencia, no se cuentan para poder publicar un libro, y definitivamente no se cuentan para expandir el temor sobre el futuro con predicciones de un desastre inminente.
Incluso Alma hijo, quien experimentó una de las más conocidas experiencias cercanas a la muerte en las escrituras, cuando “regresó” sólo tuvo para compartir palabras de testimonio del poder salvador de Jesús (ver Alma 36).
Su padre, Alma “les mandó que no predicaran nada, salvo el arrepentimiento y la fe en el Señor, que había redimido a su pueblo” (Mosíah 18:20). Alma y su padre nunca dijeron historias de experiencias cercanas a la muerte para atraer a la gente. Tampoco conectaba las experiencias cercanas a la muerte con el miedo o con las preocupaciones generalizadas sobre el sufrimiento o la destrucción futura. En cambio, él y otros profetas han predicado el gozo curativo de la salvación que se encuentra en Jesucristo para aquellos que se arrepienten y tienen fe.
¿Por qué el Evangelio de Juan comparte la historia de Jesucristo resucitando a Lázaro de entre los muertos? Jesús, hablando a sus discípulos, dijo: “Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros de haber estado allí, para que creáis…(ver Juan 11: 14-15). El capítulo más adelante continúa con Jesús hablando a la hermana de Lázaro Marta:” Yo soy la resurrección, y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? [Marta] le dijo: “Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Juan 11: 25-27).
Esta historia de las escrituras no es contada para inspirar miedo o para revelar el futuro, sino para encontrar un gozo inconmensurable en la realidad del poder de Jesús para levantarnos de la muerte espiritual y física. En vez de temer a la muerte, debemos regocijarnos en la promesa de la vida.
En nuestros días, si las historias de experiencias cercanas a la muerte contienen algo más o menos que el poder salvador y expiatorio de Jesucristo, deben ser ignoradas como dice la Iglesia. Y combinar experiencias cercanas a la muerte con advertencias de destrucción futura es profundamente problemático, simplemente despierta temor y preocupación donde no hay necesidad. Debemos predicar la vida, la luz, la esperanza, el servicio, el arrepentimiento y la bondad, no el miedo.
Las experiencias cercanas a la muerte, si es que ocurren, no están destinadas para que sean compartidas con el público, José Smith dijo:
“Seamos fieles y silenciosos y si Dios os da una manifestación, guardaos a vosotros mismos” (véase Historia de la Iglesia 2:309).
Y, “permítame informarle que es contrario al sistema de Dios que un miembro de la iglesia, o cualquier otro, reciba instrucciones para los que poseen autoridad mayor que la de ellos. Mas si una persona tiene una visión o recibe una visita de un mensajero celestial, debe ser para su propio beneficio e instrucción” (Doctrina y convenios, manual del estudiante, sección 20: Artículos y convenios de la Iglesia. Énfasis añadido).
Y además, “Todos los hombres saben que tiene que morir. Y es importante que entendamos las razones y las causas del porqué estamos expuestos a las vicisitudes de la vida y de la muerte, y cuál es el designio y propósito de Dios en que vengamos al mundo, suframos aquí y luego salgamos de este lugar… La lectura de las experiencia de otras personas, o las revelaciones dadas a ellas, jamás podrán darnos a nosotros un concepto de nuestra condición y verdadera relación con Dios. El conocimiento de estas cosas sólo se puede obtener por experiencia, mediante las ordenanzas que Dios ha establecido para ese propósito”.
La palabra, la voluntad y la mente de Dios vienen a través de las Escrituras y sus siervos designados, no las experiencias cercanas a la muerte. Hacemos que las palabras de Dios revivan cuando las leemos y las aplicamos. Sus palabras nos dicen que tengamos fe, nos arrepintamos y que no tengamos miedo. Nuestro enfoque debe ser en Jesucristo y en el gozo de la salvación a través de Su Expiación. No debemos permitir que nuestros corazones se vuelvan temerosos por las imaginaciones vanas del futuro. [Si no enfocamos en Jesucristo], estaremos seguros en los brazos amorosos de Dios, nuestros corazones encontrarán paz, encontraremos paz con nuestros hermanos y hermanas, y el mundo también encontrará paz.