La religión está presente desde que el ser humano existe en la tierra y perdurará hasta el fin de los tiempos. Pero, ¿por qué? Si hay algo atrayente en la religión es el hecho de que constituye una fuente de inspiración y felicidad. Es algo que todos necesitamos.
Al analizar las principales religiones, es interesante comprobar que cada una de estas, en sus creencias y en lo que profesan, tienen algo en común; y es que todas coinciden al abordar el tema de la felicidad. Dentro de sus diferentes presentaciones, contextos, creencias o definiciones, en esencia, comparten lo mismo.
Básicamente, para el budismo, el cristianismo, el hinduismo, el islamismo, y el judaísmo, la felicidad consiste en hacer lo correcto, lo justo, en vivir sirviendo a los demás, cultivando hábitos y valores que aporten a crear una mejor sociedad.
La religión y la sociedad
Todas las religiones enseñan a sus fieles a desechar la mentira, el robo, los vicios, porque destruyen la vida y acarrean desgracias. Aquellos que se esfuerzan por vivir normas y principios pueden llegar a tener una vida ordenada, llena de inspiración y, sobre todo, pueden gozar de grandes momentos de felicidad y paz, sin importar las circunstancias.
La religión coloca pautas, parámetros morales y ayuda a los individuos a cultivar valores que fortalecen el hogar y a sí mismos. Las sociedades y comunidades serían muy distintas si todos cobijasen los ideales de una religión. Habría menos problemas, menos víctimas, menos maldad.
Soy mormón, soy feliz
Como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, constantemente somos nutridos con mensajes de ánimo y de aliento para perseverar en el camino del discipulado de Cristo. Nuestra religión nos da la visión de que, en un plano eterno, esta vida es solo un punto del trayecto.
La doctrina del evangelio nos abre la puerta al entendimiento de que podemos ser felices aún en los momentos más difíciles. Porque no hay corazón roto que no pueda ser sanado, no hay enfermedad que no tenga cura, no hay muerte de la cual no se puede regresar.
El conocimiento y entendimiento del Plan de Salvación, por ejemplo, nos da la inspiración y visión de que hay algo más después de esta vida. Nos da el consuelo después de una pérdida a causa de la muerte, dándonos el impulso para esforzarnos por ser merecedores de volver a vivir, después de esta vida, con aquellos que amamos. El Evangelio nos enseña nuestro potencial divino y nos invita a buscar inspiración en el Ser Supremo que es nuestro Padre Celestial.
Estoy convencido que la religión, respecto a los principios morales que enseñe, puede brindar inspiración y felicidad a todo aquel se esfuerce por cumplir con los estatutos y directrices que se impartan. Sin importar las circunstancias, el vivir con valores y principios morales, otorgará a la persona una conciencia limpia, un espíritu de libertad, inspiración y revelación para avanzar y, sobre todo, gozo, felicidad y paz.