“Es desgarrador perder a un ser querido debido a la muerte, pero quizá sea aún más desgarrador perder a un ser amado por las influencias del mundo. Aquí hay 5 cosas que los padres SUD pueden recordar cuando sus hijos se apartan de la Iglesia”
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Mi esposa, Shauna, estaba hablando con una amiga una mañana cuando la conversación se dirigió a los niños. La mujer habló de mala manera sobre una familia que conocía y sobre los problemas que algunas de las hijas habían tenido.
“¿Qué tipo de padres dejarían que sus hijos hagan tales cosas?” la mujer preguntó muy deliberadamente. Mi esposa tímidamente sugirió que realmente no deberíamos hacer ese tipo de juicios.
La mujer respondió: “No, lo que quiero decir es que mis hijos nunca harían esas cosas.”
Shauna le respondió: “Espero que tengas razón, pero yo no diría eso si fuera tú. Los niños pueden cambiar de la noche a la mañana.”
Es muy fácil pensar en conclusiones prematuras (y a menudo inexactas) cuando sabemos muy poco y tenemos muy pocos datos disponibles sobre la situación. Es natural atribuir motivación, asignar intenciones y designar culpabilidad cuando realmente no tenemos idea de lo que sucede en las almas de otras personas.
Es probable que pocos padres de los Santos de los Últimos Días que sientan a sus pequeños sobre sus rodillas, leen las Escrituras con ellos, se arrodillen con ellos en oración, y diligentemente intenten enseñar los principios del Evangelio, piensen que sus hijos podrían crecer para volverse indiferentes u hostiles hacia las cosas sagradas o eternas. Sin embargo a veces las cosas simplemente no funcionan como planeamos.
1. Llevando las cargas de los demás
Debemos aprender a regocijarnos con las madres y padres de cuyos hijos sobresalen y cuyos seres queridos se convierten en ciudadanos modelo. Debemos aprender a sentir una profunda gratitud por los jóvenes que no son nuestros, pero cuyas vidas bendicen las vidas de sus padres y abuelos. Por otro lado, debemos, como parte de nuestro convenio cristiano, estar “dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras…y [estar] dispuestos a llorar con los que lloran.”(Mosíah 18: 8-9).
Es desgarrador perder a un ser querido debido a la muerte, pero quizá sea aún más desgarrador perder a un ser amado por las influencias del mundo, mirar impotente cómo alguien sobre quien hemos orado, anhelado y querido se vuelva sordo a nuestros consejos y se aleje en las brumas de la oscuridad.
Parece muy natural aparecerse en la puerta de un amigo cuyo hijo ha sido tomado por la muerte y llorar con ellos por su pérdida. Parece mucho más difícil responder de la misma manera cuando el hijo de nuestro amigo se ha vuelto inactivo, ha recurrido a las drogas o se ha vuelto inmoral. Nunca pensaríamos en criticar a un padre cuya pequeña hija contrajo leucemia y falleció, pero estamos tentados a culpar a un padre cuyo hijo o hija infringe la ley y parece haber muerto espiritualmente.
Alma aconsejó:
“Por tanto, hijo mío, procura ser misericordioso con tus hermanos; trata con justicia, juzga con rectitud, y haz lo bueno sin cesar; y si haces todas estas cosas, entonces recibirás tu galardón; sí, la misericordia te será restablecida de nuevo; la justicia te será restaurada otra vez; se te restituirá un justo juicio nuevamente; y se te recompensará de nuevo con lo bueno.
Porque lo que de ti salga, volverá otra vez a ti, y te será restituido; por tanto, la palabra restauración condena al pecador más plenamente, y en nada lo justifica.” (Alma 41:14-15).
Tal vez no hay mucho que podamos hacer; probablemente no podamos cambiar al hijo de nuestro vecino por nuestra propia cuenta, pero podemos mostrar preocupación. Podemos sufrir con nuestros hermanos y hermanas y podemos orar por ellos. Eso es un comienzo. Las frases típicas o comunes rara vez brindan consuelo, pero las expresiones genuinas de amor y preocupación hacen mucho por aliviar las cargas de corazones atribulados.
2. Haciendo espacio para perdonar
Podemos ser cristianos, seguidores del humilde Nazareno que comió y bebió con los pecadores. Podemos acercarnos, dar la bienvenida a la gente y ayudarlos a sentir la calidez y la seguridad que una vez conocieron. Alma hijo se desvío, pero él regresó y fue bienvenido cuando lo hizo. Coriantón abandonó el estrecho y angosto sendero por un tiempo, pero regresó, se arrepintió sinceramente y se le permitió continuar su ministerio. Él trabajó fielmente después en la Iglesia (rel=nofollow”Alma 49: 29-30; 63:10). Podemos perdonar y permitir que las personas cambien.
En resumen, si los seres queridos se alejan por un tiempo, se pierden de algunas oportunidades gloriosas y de algunas bendiciones, aún podemos correr para encontrarnos con ellos cuando todavía están alejados (Lucas 15:20). Ellos pueden ser perdonados, y es una indicación de que aún pueden heredar el reino Celestial. Humildes seguidores de Cristo los ayudarán a ellos, y a sus padres de acuerdo con lo que necesiten.
Ese espíritu se ilustra en un incidente relacionado por el Elder Boyd K. Packer:
“Hace unos años tuve el privilegio de acompañar al presidente Kimball, en aquel entonces presidente de los Doce, a una estaca alejada para sustituir a un líder de estaca que había sido excomulgado por transgresión. Nuestros corazones se volcaron sobre este buen hombre que había hecho una cosa tan indigna. Su dolor, angustia y sufrimiento trajeron a mi mente fue la frase “hiel de amargura.”
A partir de entonces, en diferentes ocasiones recibí llamadas del presidente Kimball: “¿Has oído hablar de este hermano? ¿Cómo está? ¿Has estado en contacto con él?” Después que el hermano Kimball se convirtió en Presidente de la Iglesia, las llamadas no cesaron. Se aumentaron en frecuencia.
Un día recibí una llamada del Presidente. “He estado pensando en este hermano. ¿Crees que es demasiado pronto para volverlo a bautizar?” (Siempre como pregunta, nunca una orden.) Yo le respondí con mis sentimientos, y él me dijo: “¿Por qué no le preguntas si puede venir a verte? Si te sientes bien acerca de ello después de una entrevista, podríamos proceder”.
Poco tiempo después, llegué muy temprano a mi oficina. Aparqué mi coche y vi al presidente Kimball entrar en el suyo. Él se dirigía al aeropuerto de camino hacia Europa. Él bajó la ventanilla para saludarme, y yo le dije que tenía buenas noticias acerca de nuestro hermano. “Él fue bautizado ayer por la noche”, le dije.
Él me pidió que me metiera en el coche y me sentó a su lado y me pidió que le contara todo. Le hablé de la entrevista y que había concluido diciendo a nuestro hermano muy claramente que su bautismo no debe ser una señal de que sus bendiciones del sacerdocio se restaurarían en el futuro previsible. Le dije que tendría que pasar mucho, mucho tiempo antes de que eso sucediera.
El Presidente Kimball me dio una palmada en la rodilla en un gesto suave de corrección y me dijo: “Bueno, tal vez no tenga que pasar tanto tiempo. …” Poco después, las llamadas telefónicas intermitentes comenzaron de nuevo.” (El manto es mucho, mucho mayor que el intelecto – 1981)
El Profeta José Smith explicó:
“Dios no mira el pecado con concesiones, pero cuando los hombres han pecado, se les debe conceder una compensación. Todo el mundo religioso se jacta de la justicia: es la doctrina del demonio retardar la mente humana y obstaculizar nuestro progreso al llenarnos arrogancia. Cuanto más nos acercamos a nuestro Padre Celestial, más nos vemos dispuestos a mirar con compasión a las almas que perecen, sentimos que queremos llevarlos sobre nuestros hombros y dejar sus pecados atrás”(Enseñanzas del Profeta José Smith).
El Presidente Gordon B. Hinckley declaró:
“A través de la historia de las generaciones del hombre las acciones de los niños descarriados han sido llevadas con dolor y angustia, pero aún cuando ha habido rebelión, los fuertes lazos de la vida familiar se han extendido para rodear al hijo que se ha alejado.” (Conferencia de abril de 1991).
3. Reconociendo el dolor familiar
Todavía hay otra área en la que no debemos juzgar ni condenar, y es un ángulo diferente sobre el mismo problema. Los padres SUD que han tenido hijos que se han alejado del camino están más que ansiosos (y agradecidos) por darle bienvenida al que se desvía. Ellos también pueden ser un poco impacientes con los hermanos que no están tan emocionados como ellos.
Una cosa es predicar y enseñar que debemos estar siempre listos para perdonar y otra cosa es poder hacerlo. Por lo general, las heridas tardan un tiempo en sanar, y los otros “hijos fieles” y los padres pueden necesitar paciencia y comprensión en el proceso.
Un querido amigo mío compartió la siguiente experiencia. En un momento en que él y su esposa estaban sufriendo por un hijo inactivo, él oraba y oraba por fortaleza y el corazón para amar a su hijo errante, sin importar qué. Eso fue fácil, porque quería desesperadamente que este chico se convirtiera en todo lo que el padre sabía que podría ser. Quería ser honesto con su hijo, por lo que se preparó y esperó un momento en el que sintiera que sus expresiones podían ser sinceras y genuinas. En una ocasión esperó a su hijo hasta aproximadamente las dos de la mañana, cuando el joven entró.
El padre le dijo: “Entra, Bill. Hablemos un momento.”
El joven retrocedió. “Sé que llego tarde. Sé que dije que estaría aquí antes.”
El padre lo interrumpió. “No, no, Bill. Eso no es de lo que quería hablar contigo. Sólo quería decirte que te extrañé. Ha pasado mucho tiempo desde que nos sentamos y pasamos unos momentos juntos. ¿Tienes tiempo ahora?”
Sorprendido, el hijo respondió: “Supongo que sí.”
“Bill” continuó el padre, “necesito decirte algo, y es realmente importante para mí que diga exactamente lo que siento. Sé que por el momento has elegido ir en otra dirección, en un camino diferente al que el resto de la familia ha elegido tomar. Mentiría si dijera que no me duele profundamente a mí y a tu madre el verte partir así, pero me he dado cuenta de algo en los últimos días. Por mucho que quiera que participes la Iglesia de manera constante, que es lo que quiero más que cualquier otra cosa en el mundo, esa decisión debe ser tuya. Por lo tanto, quiero que sepas que aunque decidas que nunca más quieras relacionarte con la Iglesia, todavía te amaremos, te amaremos con todo nuestro corazón. Eres nuestro hijo, y tú siempre serás nuestro hijo y nada cambiará eso.”
Bill se conmovió por la honestidad de su padre y, más especialmente, por la abundante efusión de un amor sin ningún tipo de reglas y condiciones. Con lágrimas, mi amigo me explicó que ese momento fue un punto clave en su relación.
4. Saber a dónde ir
Nuestro dolor familiar puede ser afrontado con perspectiva, en particular, la perspectiva que brinda el gran plan de felicidad. En ocasiones, cuando me he sentido más desanimado por cuestiones familiares, me he involucrado en dos actividades esenciales.
Primero que nada, he pasado mucho tiempo de rodillas. Una petición en el Libro de Mormón ha adquirido un nuevo significado para mí. Alma y sus compañeros misioneros estaban asombrados por la perversidad y la apostasía de los zoramitas. Después de expresar a Dios su completo disgusto por su orgullo e idolatría, Alma oró:
“¡Oh Señor Dios!, ¿hasta cuándo consentirás que exista tal perversidad e infidelidad entre este pueblo? ¡Oh Señor, dame fuerzas para sobrellevar mis flaquezas; porque soy débil, y semejante iniquidad entre este pueblo contrista mi alma! ¡Oh Señor, mi corazón se halla afligido en sumo grado; consuela mi alma en Cristo!”(Alma 31:30-31).
La oración se convierte en un medio para obtener consuelo, fuerza adicional para soportar nuestras cargas y obtener dirección divina para afrontar problemas específicos.
Segundo, he pasado muchas horas en el templo, el lugar de intersección entre el cielo y la tierra, el lugar sagrado donde podemos acercarnos a Dios. El templo proporciona una perspectiva del tiempo y la eternidad. Me sirve como una suave bofetada en la cara, un recordatorio aleccionador de lo que más importa.
Puedo entrar al templo con lo que parece una carga insoportable: preocupaciones sobre finanzas, los niños o asuntos de la Iglesia. No puedo salir del templo con más dinero en el bolsillo o incluso una idea de cómo encontrar más (aunque a veces suceden tales cosas). Puede que no entienda más claramente cómo tratar con un joven que pasa por una etapa de rebeldía (aunque pueden surgir ciertas impresiones). Es posible que no sepa exactamente a quién se debería llamar, a la Presidenta de la Sociedad de Socorro o a la Hermana Ministrante (aunque tal conocimiento nos puede llegar en ocasiones).
No obstante, casi siempre salgo del templo edificado, fortalecido, fortalecido con lo que debo hacer; mi mente y mi corazón han sido reenfocados en las cosas eternas. Convenios. Ordenanzas Familiares. Poder para sellar. Justicia. Hay una paz consumada que se encuentra en mi perspectiva.
5. Aferrándonos con Esperanza
La esperanza de la que hablan las Escrituras no es sólo querer que sucedan cosas buenas. La esperanza es una condición establecida, un descanso y una paz que nos permite avanzar con confianza en medio de la adversidad.
La Esperanza viene a nosotros por el poder del Espíritu Santo, quien es el Consolador. El Elder M. Russell Ballard, en su discurso “El gozo de la esperanza hecha realidad” declaró:
“Muchos se sienten incapaces de enfrentar el caos que parece dominar al mundo; otros se lamentan por familiares que han sido arrastrados por la corriente de la destrucción, debido a la degeneración de los valores y las normas morales. Los niños son los que sufren más una medida que la sociedad se aleja cada vez más de los mandamientos de Dios.
Algunas personas se han resignado a aceptar como irreparable la iniquidad y la crueldad del mundo, y han perdido las esperanzas. Se han dado por vencidos y han dejado de esforzarse por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir ellos y sus familias. Se han rendido a la desesperación.
Si tenemos serias razones para estar profundamente preocupados por no ver la respuesta inmediata a los problemas que enfrenta la familia humana y que parecen sin solución, pero a pesar del oscuro panorama, que a la postre será peor, ¡jamás debemos rendirnos! Moroni, después de ver nuestra época, nos aconsejó: “Por tanto, debe haber fe; y si debe haber fe, también debe haber esperanza” (Moroni 10:20).
Aferrarse, es tener esperanza de que tu familia pueda enfrentar la vida y sus desafíos con valor y convicción, reconociendo que Dios está en Su cielo y conoce nuestros sufrimientos. Proceder con esperanza es vivir el Evangelio de la mejor manera que podamos, confiar en el poder infinito y la misericordia sin fin de Jesucristo, y entregarle nuestras cargas.
Jesús es el bálsamo de Galaad, el Suyo es el ungüento calmante que cura las heridas de los quebrantados de corazón. Hasta cierto punto, todos nos hemos apartado, al igual que algunos de nuestros hijos. “Todos nosotros nos hemos descarriado como ovejas; cada cual se ha apartado por su propio camino.” (Isaías 53:6). Pero gracias a que Dios “llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores.” (Isaías 53:4),y debido a que ha asumido nuestras enfermedades, Él está lleno de misericordia y sabe cómo socorrer a su pueblo de acuerdo con sus necesidades individuales (Alma 7:12).
Verdaderamente, todo lo que Cristo pone en Su mano es sanado: persona, familia o nación. El Salvador no puede quitarnos nuestros problemas, y ciertamente no nos protegerá de todo dolor, pero nos dará una perspectiva y fortaleza para soportarlos.
A medida que nos sometamos gozosos y de manera paciente a la voluntad del Señor, Él “[aliviará] las cargas que [se] pongan sobre [nuestros] hombros, de manera que no [podamos] sentirlas sobre [nuestras] espaldas… para que [sepamos] de seguro que el Señor Dios, visita a [Su] pueblo en sus aflicciones.”(Mosíah 24:14).
Este artículo fue escrito originalmente por Robert L. Millet y es un extracto del libro “When a Child Wanders” y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “ 5 Things for Parents to Remember When Your Child Doesn’t Choose the Church”