Hace unos momentos, el presidente Russell M. Nelson de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días compartió un alentador mensaje mientras atravesamos la pandemia mundial:
“Como ya llevamos muchos meses en la pandemia de COVID-19, pensé que podría compartir algo de lo que he aprendido. He sentido una gran tristeza por esta pandemia. He llorado con las familias que han perdido a sus seres queridos. Muchos han perdido sus trabajos. Algunos han luchado por encontrar alimentos y suministros adecuados. Ceremonias de graduación, matrimonios y funerales han sido cancelados o pospuestos o alterados de alguna manera. Siento una gran compasión por todos los que han sufrido.
Al mismo tiempo, Wendy y yo hemos aprendido mucho. Incluso a través de las nubes de dolor, hemos encontrado algunos aspectos positivos. Muchas familias han reorganizado sus hogares como santuarios de fe. Muchos entienden mejor lo importante que es la familia y que realmente está ordenada por Dios, con un destino eterno.
También hemos aprendido que el miedo, el aislamiento y la pérdida pueden ser mitigados al sumergirse en el cuidado de los demás. Incontables profesionales de la salud han arriesgado sus propias vidas para cuidar de los demás. Granjeros, farmacéuticos, conductores, almaceneros y otros han arriesgado su propia salud para atender las necesidades urgentes de los demás.
Queridos amigos, el camino a seguir puede ser accidentado, pero nuestro destino es sereno y seguro. Así que, abróchense el cinturón de seguridad, soporten los baches y hagan lo correcto. Su recompensa será eterna. En 1831 el Señor hizo una promesa a Sus santos. Todavía se aplica a cada uno de nosotros hoy en día:
“Sed de buen ánimo, pues y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé; y testificaréis de mí, sí, Jesucristo, que soy el Hijo del Dios viviente, de que fui, que soy y que he de venir” (Doctrina y Convenios 68:6).”