El lema para los jóvenes de este año es “Si me amáis, guardad mis mandamientos” en Juan 14:15. Mientras lees el artículo, piensa en las maneras en que puedes hacer de Jesus tu mejor amigo al guardar los mandamientos.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Parece algo muy simple, ¿no es así? Seis pequeñas palabras que llevan un mensaje muy grande. Si vamos a comprender lo que Jesús realmente quiso decir cuando dijo esas palabras, primero debemos entender un poco el contexto.
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¿En dónde estaba Jesús cuando dijo esas palabras, y a quién se las dijo? ¿Cuál fue el escenario? Y quizás lo más importante, necesitamos saber por qué eligió decir esas palabras específicas. Esto nos ayudará a ver cómo el mensaje de Jesús puede aplicarse a nuestras vidas.
Antes de hacer eso, sin embargo, hablemos de nuestros amigos.
Mis amigos y yo
Tómate un segundo y piensa en tus amigos más cercanos. Piensa cuándo se conocieron, hace cuánto tiempo se conocen y las diferentes experiencias que han vivido juntos.
Tuve amigos cuando estaba en la escuela secundaria que eran básicamente mi mundo entero. La mayoría de nosotros nos conocíamos desde la primaria, y estábamos tan unidos como lo era cualquier grupo de amigos.
Hacíamos todo juntos, y no solo cuando estábamos en la escuela. A todos nos gustaba las mismas películas y programas de televisión, todos escuchábamos la misma música y nos gustaba hacer las mismas actividades juntos. Algunos de mis recuerdos más felices hasta hoy giran en torno a las cosas que hice con esos amigos.
Pero no sólo compartimos momentos divertidos. Mis amigos y yo también tuvimos una profunda conexión emocional debido a los momentos difíciles que pasamos juntos. Una relación de confianza genuina se formó entre todos nosotros, y como resultado, pudimos hablar abierta y honestamente sobre cosas importantes, incluso cosas de las que quizás no nos sentíamos cómodos hablando con alguien más.
Cuando la chica con la que salía un amigo terminó con él, el resto de nosotros estuvo allí para acordar que las chicas eran súper misteriosas, pero que él al final se recuperaría. Cuando otro amigo pasó por problemas en casa, estuvimos ahí para recordarle que quizás las cosas no estaban del todo mal. Cuando mi mejor amigo intentó suicidarse, te puedo asegurar que todos estábamos allí para ayudarlo a obtener la ayuda que necesitaba. Después de todo, eso es lo que hacen los verdaderos amigos el uno por el otro.
Jesus y Sus amigos
Jesús tenía un grupo de amigos similar mientras estuvo aquí en la tierra. Eran 12 hombres ordinarios, en su mayoría pescadores y granjeros, que dejaron atrás sus viejas vidas cuando Él los invitó a seguirlo (Mateo 4:18-22). Su amistad con Jesús se convirtió en una experiencia que les cambiaría la vida.
Escucharon a Jesús enseñar verdades profundas (Mateo 5-7), lo vieron sanar a los enfermos (como por ejemplo Lucas 5:12-15), calmar la tormenta (Marcos 4:38-39), alimentar a más de 5,000 personas con sólo cinco panes y dos peces (Juan 6:1-13), e incluso resucitar a los muertos (Marcos 5:39-42).
Los amigos de Jesús oyeron la voz del Padre Celestial que testificaba de Su Hijo Amado (Mateo 17: 5), y cada uno obtuvo su propio testimonio personal (Marcos 8:29). Este grupo de amigos era tan unidos como cualquier otro grupo de amigos, y Jesús realmente “los amó hasta el fin” (Juan 13:1).
Y así fue, al cabo de tres años, que Jesús se sentó con sus mejores amigos en una habitación superior en Jerusalén, en la noche más sagrada del año: la Pascua. Él sabía que en unas pocas horas, saldría al Jardín de Getsemaní para realizar la Expiación no sólo para ellos, sino para todos los que alguna vez vivirían en la tierra. Él sabía que esa cena sería ciertamente la última con ellos en la mortalidad.
¿Te imaginas lo que se habría sentido estar allí en esa habitación? ¿Te imaginas sentir los poderosos sentimientos espirituales que deben haber estado fluyendo en ese momento?
Imagínate estar allí, observando cómo Jesús parte el pan, lo bendice y se lo da a sus amigos más cercanos, quienes se convirtieron en las primeras personas en participar de la Santa Cena.
Imagina ver a Jesús tomarse el tiempo para lavar los pies de cada uno de sus amigos en un acto lleno de simbolismo y amor (Juan 13:4-5). Imagina sentir la angustia cuando Jesús identificó y despidió a su amigo Judas en la noche, para luego ir en busca de la multitud que pronto arrestaría a Jesús (Juan 13:21-30).
Este fue el escenario, inmediatamente después de que Judas se fue, cuando Jesús comenzó a enseñarle a sus amigos una última vez antes de partir hacia Getsemaní. Aparentemente, los otros apóstoles no entendieron lo que acababa de pasar con Judas, pero pudieron haber sentido la tristeza en los ojos de Jesús cuando vio a Judas salir esa noche.
El estado de ánimo en la habitación probablemente debe haber sido pesado, pero Jesús inmediatamente se dispuso a animar a sus amigos restantes, a levantar sus espíritus, como lo había hecho siempre. Después de todo, eso es lo que hacen los verdaderos amigos el uno por el otro.
“No se turbe vuestro corazón”, dijo. Luego habló de las “muchas mansiones” en la casa de Su Padre, y de que estaba a punto de ir a preparar un lugar para todos (Juan 13:1-3). Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6), y les enseñó acerca de la relación tan maravillosa que Jesús tenía con Su Padre. Jesús les dijo que cada uno de ellos podría tener una relación tan cercana como la de Él y su Padre.
Cristo enseña a sus amigos
Este es el punto en el que Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). En esencia, Jesús les estaba diciendo a sus amigos:
“Chicos, estoy a punto de hacer algo por cada uno de ustedes, algo que probablemente no entenderán del todo ahora. Pero eso está bien, porque pronto lo harán. Voy a enviar el Espíritu Santo a cada uno de ustedes, y Él les enseñará todas las cosas. (Juan 14:26).
Voy a sufrir y morir por cada uno de ustedes, porque es la única forma en que pueden volver a la presencia del Padre y permanecer allí para siempre en las mansiones de gloria que prepararé para ustedes. Y la razón por la que hago esto es porque amo a mi Padre, y Él me ordenó que hiciera esto.
Le demuestro mi amor guardando Sus mandamientos, y ahora les estoy pidiendo que demuestre su amor por mí haciendo lo mismo: guarden los mandamientos. Así es como funciona todo esto. Eso es lo que traerá paz y alegría a sus vidas.”
Jesús continuó Su enseñanza:
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él.” (Juan 14:21).
Como en todo lo que hizo Jesús, el amor fue el enfoque central. El amor por su Padre y el amor por Sus amigos fue y es siempre el motivo principal de todo lo que Jesús hizo entonces y ahora.
Sólo puedo imaginar lo que los apóstoles deben haber estado pensando y sintiendo mientras escuchaban las enseñanzas de Jesús. Quizás pudieron ver el amor reflejado en Sus ojos, y escuchar el tono de súplica en Su voz. Sus corazones deben haberse llenado hasta rebosar cuando Jesús continuó:
“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” (Juan 15 9-10).
En otras palabras, debido a que el amor del Padre y el Hijo son constantes y eternos, depende de nosotros venir a ellos y permanecer en ese amor. “Permanecer” significa permanecer constante y firme, ser fiel y nunca alejarse.
El Elder Jeffrey R. Holland enseñó:
“En este contexto significa ‘quedarse, pero quedarse para siempre’… Vengan, pero vengan para quedarse; vengan con convicción y perseverancia; vengan y quédense permanentemente entonces.”
Ese es el futuro que Jesús imaginó para Sus amigos en ese momento, y ese es el futuro que Él prevé para nosotros ahora. Él no quiere que vayamos a Él de manera temporal. Él no quiere ser nuestro amigo sólo por un corto tiempo, o hasta que llegue alguien mejor.
Nunca perderá el interés en nosotros, nunca se cansará o se aburrirá de nosotros, y nunca, nunca hará ni dirá nada que pueda lastimarnos. Él quiere que seamos Su amigo, no sólo por ahora, sino por siempre.
El Elder Dieter F. Uchtdorf dijo:
“Los finales no son nuestro destino.”
Amor infinito y eterno
Mientras leía la historia de Jesús enseñando a sus amigos en la última cena, no puedo evitar imaginar la ansiedad que Él debe haber sentido, sabiendo lo que iba a hacer. Su sencilla pero poderosa súplica: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, es Su manera de decirle a Sus amigos, y ahora a nosotros: “Por favor, hagan que lo que hice por cada uno de ustedes valga la pena. Hagan que cuente. Aplíquenlo en sus vidas.”
Es difícil comprender a profundidad el amor que Jesús siente por cada uno de nosotros. Vemos destellos de ello de vez en cuando, pero el alcance total de Su amor por toda la humanidad es casi incomprensible. Él ama a todos y todo perfectamente. Y, sin embargo, tan infinito y eterno como es Su amor, también es íntimo y personal.
Él nos conoce a cada uno de nosotros individual y personalmente, de la misma manera que los miembros de nuestras familias nos conocen y aman. Él le dijo a los apóstoles: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13), y estaba a punto de demostrar ese tipo de amor.
El Elder Merrill J. Bateman dijo:
“Tanto en Getsemaní como en la cruz, Jesús tuvo presente a cada uno de nosotros y no solamente tomó sobre Si nuestros pecados, sino que experimentó nuestros más profundos sentimientos a fin de saber cómo consolarnos y fortalecernos.”
Jesús mostró su amor por Sus amigos haciendo exactamente lo que dijo que haría. Cumplió su palabra y fue fiel a Su promesa. Amaba a Sus amigos y no tomaba a la ligera Sus amistades. Incluso en Su momento más oscuro, cuando Judas regresó con una multitud y lo traicionó con un beso, Jesús todavía lo llamó “Amigo” (Mateo 26:50). Sus amigos eran importantes para Jesús, aún cuando Él ya no era importaba para ellos.
La mejor manera en que podemos mostrarle cuánto lo amamos es mediante la acción de guardar Sus mandamientos. Es haciendo exactamente lo que decimos que haremos. Debemos mantener nuestra palabra y ser fieles a las promesas que hacemos. Espero que cada uno de nosotros pueda llegar a comprender verdaderamente Su amor por nosotros.
Sé que Él te ama más de lo que puedes imaginar. Y juntos, ahora, exploraremos más sobre por qué y cómo podemos mostrar nuestro amor por Él para que todos podamos decir: “Guardo los mandamientos porque lo amo”. Después de todo, eso es lo que los verdaderos amigos hacen el uno por el otro.
Este artículo fue escrito originalmente por Dennis Gaunt y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Youth Theme Insight: What Jesus Really Taught During the Last Supper”