El historiador Matthew Godfrey ha dedicado más de una década de su vida al estudio de los documentos de José Smith.
Esta semana, en una entrevista de podcast, Godfrey nos habló acerca del contexto en el que se originaron las secciones 121-123 de Doctrina y Convenios.
Cómo se sabe, dichas secciones de Doctrina y Convenio son producto de dos de nueve cartas que José Smith escribió en la cárcel de Liberty. Pero, ¿qué sucedió con las siete cartas restantes?
¡Godfrey nos cuenta un poco más sobre ellas a continuación!
El siguiente es un extracto de su entrevista.
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Morgan Jones: Me dijiste que José Smith escribió nueve cartas en total desde la cárcel de Liberty y solo sabemos de dos de ellas. ¿Qué contienen las otras cartas?
Matthew Godfrey: Sí, es interesante. Hay nueve cartas que aún existen que José Smith escribió desde la cárcel. Podría haber escrito otras cartas que simplemente no han sobrevivido hasta hoy. Sin embargo, aún tenemos nueve cartas.
De dos cartas que escribió para la Iglesia en marzo de 1839, obtenemos las Secciones 121, 122 y 123 de Doctrina y Convenios. Por lo tanto, tenemos otras siete cartas que no han sido canonizadas en Doctrina y Convenios.
Una de las cartas comprende 17 páginas de manuscrito. Las otras, 9 páginas de manuscrito. Entonces, esos extractos que tenemos en Doctrina y Convenios son como una pequeña porción de lo que contienen esas cartas.
Así que, hay mucha más información que podemos extraer de lo que escribió José Smith cuando estaba en la cárcel de Liberty.
Así que creo que hay algunas cosas que podemos aprender de estas cartas. Una de ellas, es lo importante que era la amistad para José Smith.
Había una mujer que lo visitó, una de las amigas de José Smith, Presendia Buell. Ella y su padre fueron a visitar al profeta mientras estaba en la cárcel.
Después de que se fueron, José les escribió una carta. Les expresó lo mucho que significaba para él que recordaran que él estaba allí y lo importante que era para él poder verlos. Su visita hizo que fuera más fácil para él poder soportar las cargas que estaba llevando.
En las secciones de la actualidad de Doctrina y Convenios, también se evidencia la importancia de la amistad.
Todos estamos familiarizados con cómo comienza la Sección 121, José dice:
“Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿Y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta?”
Así continúan los siguientes versículos. Luego, en el versículo siete, el Señor dice:
“Hijo mío, paz a tu alma”.
A partir de lo mencionado, parece que José clama al Señor y, luego, el Señor responde instantáneamente con este consuelo.
No obstante, cuando lees la carta que José escribió, él le dice lo siguiente al Señor:
“Oh Dios, ¿en dónde estás?”
Sin embargo, entonces, la frase “la paz sea para tu alma” no llega hasta dentro de otras siete páginas en la carta.
Así que pasa mucho tiempo para eso y te preguntas, ¿qué tuvo que suceder para que José pudiera sentir esa paz?
Es interesante porque cuando lees la carta, ves que lo que pasó es que José dice ahí que recibió varias cartas de Emma, su hermano Don Carlos, Edward Partridge y de otros amigos la noche anterior.
Cuando leyó esas cartas, pudo sentir consuelo. Solo deseo leer lo que José dijo al respecto.
Morgan Jones: Por favor.
Matthew Godfrey: José dijo:
“Recibimos algunas cartas anoche, una de Emma, otra de Don C. Smith [hermano de José] y otra del obispo [Edward] Partridge.
De todas ellas emanaba un espíritu de bondad y consuelo. Quedamos muy satisfechos con su contenido.
Hacía algún tiempo que estábamos sin noticias, y la lectura de estas cartas fue tan refrescante para nuestras almas como una apacible brisa.
No obstante, los que jamás han estado encerrados dentro de los muros de una prisión, sin causa ni provocación, difícilmente se pueden imaginar cuán dulce es el son de la voz de un amigo. Una señal de amistad, de dondequiera que provenga, despierta y activa todo sentimiento de comprensión”.
Luego, continúa diciendo que, debido a esas cartas y esos sentimientos que surgieron en él, pudo escuchar al espíritu susurrarle:
“Hijo mío, paz a tu alma”.
Por eso, es muy interesante para mí pensar que José estuvo desesperado.
Estuvo en esa prisión durante aproximadamente tres meses y medio. No sabía cuándo saldría. Realmente, no sabía cómo estaba su familia.
Dijo que no tuvo mucha información durante un largo tiempo y creo que todo lo mencionado hizo que clamara: “Oh Dios, ¿en dónde estás?” mientras pensaba en las experiencias de los Santos y las suyas.
Sin embargo, al leer estas cartas y darse cuenta del apoyo de su familia y sus amigos, le permitió llegar a un estado espiritual en el que el Señor pudo consolarlo y decir:
“Hijo mío, paz a tu alma”.
Eso me hace pensar en lo importante que es estar al tanto cuando un amigo o un miembro de la familia está sufriendo y acercarnos a ellos.
Incluso si es solo un mensaje de texto para decir: “Oye, estoy pensando en ti” o “Estoy orando por ti”. O, simplemente para hacerles saber que hay alguien a quien le importa.
¡Qué gran bendición puede ser en su vida y qué gran apoyo puede ser para ellos!
Fuente: LDS Living