Los apóstoles que regresaron al peligro para cumplir una promesa del Señor
En abril de 1839, un pequeño grupo de líderes de la Iglesia tomó una decisión que parecía una locura. Habían sido expulsados de sus hogares, sus vidas corrían peligro, y muchos pensaban que Dios “entendería” si no cumplían una orden específica.
Pero Brigham Young y sus compañeros del Quórum de los Doce Apóstoles no pensaban así. Si el Señor había hablado, ellos iban a obedecer, aunque eso les costara la vida.
Una profecía con fecha exacta

El 8 de julio de 1838, el profeta José Smith recibió varias revelaciones en Far West, Misuri. Una de ellas, ahora en Doctrina y Convenios 118, incluía un mandato muy preciso: los Doce Apóstoles debían reunirse en el terreno donde se construiría el templo de Far West el 26 de abril de 1839, y desde allí partir en misión a Inglaterra.
Parecía algo sencillo, hasta que en pocos meses, los santos fueron perseguidos, encarcelados y expulsados del estado. El gobernador de Misuri incluso firmó una orden de exterminio. Para abril del siguiente año, regresar a Far West era prácticamente una sentencia de muerte.
Sin embargo, la fe de los apóstoles pesó más que el miedo. Brigham Young reunió al grupo y les recordó que la instrucción del Señor no era opcional.
“El Señor ha hablado —dijo—, y es nuestro deber obedecer y dejar el resultado en sus manos.”
Una madrugada en Far West

En la noche del 25 de abril de 1839, Brigham Young, Wilford Woodruff, John Taylor, Orson Pratt, George A. Smith y algunos fieles más llegaron a escondidas a Far West. Sabían que si los descubría una de las bandas que vigilaban el área, no saldrían con vida. Pero su confianza en Dios era más fuerte que el peligro.
Al amanecer del 26 de abril, tal como estaba profetizado, se reunieron en el terreno del templo. Solo había veinticinco santos presentes, pero aquel pequeño grupo hizo historia. Colocaron una piedra angular como símbolo del futuro templo, y allí mismo Wilford Woodruff y George A. Smith fueron ordenados apóstoles.
Después de una oración y un breve consejo, partieron hacia Illinois para prepararse para su misión en Inglaterra. La profecía se había cumplido exactamente, contra toda probabilidad.
“Hurra por Israel”
Meses después, los apóstoles cruzaron el océano y llegaron a Inglaterra. Muchos estaban enfermos, incluso Brigham Young y Heber C. Kimball, pero no se detuvieron. Al dejar a sus familias, gritaron con fuerza:
“¡Hurra, hurra por Israel!”
Aquel viaje marcó un antes y un después. En pocos años, miles de personas se bautizaron, se imprimieron ejemplares del Libro de Mormón en inglés británico, y el Evangelio se extendió por Europa con un poder que nadie había imaginado. Los conversos británicos luego emigraron a Nauvoo, fortaleciendo la Iglesia en su nueva sede.
Lecciones de fe y obediencia

El éxito de la misión en Inglaterra fue más que numérico. Unió al Quórum de los Doce como nunca antes. Brigham Young, que años antes había visto divisiones y desánimos, ahora lideraba un grupo fortalecido por la fe, la obediencia y la experiencia compartida.
De regreso en Nauvoo, los apóstoles contaban con la plena confianza del profeta José Smith. Su fidelidad en Far West había demostrado que podían cargar con las llaves del reino. Pocos años después, serían ellos quienes guiarían a los santos hacia el oeste, cumpliendo nuevamente la voluntad del Señor.
Una fe que no negocia
La historia de Far West no es solo un episodio histórico; es una lección viva. Nos recuerda que el Señor cumple sus promesas cuando nosotros cumplimos las nuestras. Que su obra no se detiene por la persecución ni por el miedo.
Brigham Young y los Doce mostraron que la verdadera fe no calcula riesgos: confía y actúa. Y gracias a esa fe, el Evangelio pudo florecer en lugares donde nunca antes había llegado.
Fuente: Scripture Central



