Muchos profetas conocieron y predijeron la vida y la misión de José Smith.
Los antiguos profetas anticiparon durante cientos e incluso miles de años la obra maravillosa que realizaría José Smith.
Aquí mencionamos profecías bíblicas cumplidas por el profeta José Smith.
Nota: Las escrituras no están enumeradas en orden cronológico.
Jacob 5: 70-71
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El profeta Zenós del Antiguo Testamento vio que, en los últimos días, el Señor llamaría a un siervo a trabajar con algunos otros para preparar Su viña para Su regreso. Es decir, Su Segunda Venida.
José Smith es ese siervo y la promesa que el Señor le hizo fue:
“Porque he aquí, esta es la última vez que nutriré mi viña; porque el fin se aproxima y la estación viene rápidamente; y si vosotros trabajáis conmigo con vuestro poder, os regocijaréis en el fruto que recogeré para mí mismo, para el tiempo que pronto llegará”.
Isaías 11:10
De manera similar, Isaías profetizó que el evangelio sería restaurado como un “estandarte” para que todas las personas se reunieran.
El Señor le prometió al profeta que sería llamado a iniciar la Restauración, que “su descanso sería glorioso”.
Mateo 24:14
El Salvador dio una señal de Su inminente Segunda Venida. Dijo que el evangelio sería predicado en todo el mundo para testimonio de todas las naciones y, entonces, vendría el fin.
El profeta José Smith hizo un comentario interesante sobre este versículo solo unas semanas antes de ser martirizado en Cartaghe.
“Samuel W. Richards, un colaborador cercano de José en Nauvoo, escribió que el 12 de mayo de 1844, el profeta José tomó un antiguo texto bíblico alemán y enseñó que el ‘reino’ debía ser ‘predicado a un hombre que debía ser testigo de todas las personas’ (véase Las Palabras de José Smith, 1980, 371).
Ese mismo día, George Laub, otro colaborador cercano, también registró que el Profeta dijo que el Señor ‘enviaría… otro testigo y predicaría este evangelio a todas las naciones’ (Ibid., 369-70).
Tanto los relatos de Laub como los de Richards parecen indicar que José enseñó que él era dicho testigo ‘elegido para la última dispensación o séptima dispensación’” (Ibid., 370).
TJS Juan 1: 6, 20-22, 25
Cuando Juan el Bautista comenzó su ministerio y bautizaba gente en el río Jordán, los líderes religiosos judíos enviaron sacerdotes y levitas para hacerle una pregunta.
Le dijeron: “Tú, ¿quién eres?”, Él respondió: “Yo no soy el Cristo”, pero soy “Elías”, es decir, un precursor.
La traducción de José Smith agrega claridad a lo que después dijo Juan.
“Y le preguntaron, diciendo: ¿Cómo, pues, eres tú Elías? Y él dijo: Yo no soy aquel Elías que había de restaurar todas las cosas. Y ellos le preguntaron, diciendo: ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No”.
Entonces, si Juan era un Elías, un precursor, pero no era el Cristo, entonces, ¿quién era el otro Elías que algún día vendría y restauraría todas las cosas?
El profeta José testificó que él mismo era “ese profeta” (véase Ehat y Cook,Las Palabras de José Smith , Centro de Estudios Religiosos de BYU, 1980, 370).
El 12 de mayo de 1844, pocas semanas antes de su martirio, el profeta José pronunció un sermón en Nauvoo. Afirmó que él era el mismo Elías que fue llamado por Dios para comenzar la Restauración.
George Laub, que escuchó este sermón, escribió:
“El hermano José Smith fue elegido para la última o séptima dispensación.
[En] el momento en que el gran concilio [se realizó] en el cielo para organizar este mundo, José fue elegido [como] el último y más grande profeta, para sentar las bases de la obra de Dios de la séptima dispensación.
Por tanto, los judíos le preguntaron a Juan el Bautista si era Elías, o Jesús, o el gran profeta que había de venir” (Palabras de José Smith, 370).
Los judíos le preguntaron a Juan el Bautista si él era el gran profeta de la Restauración o el mismo Jesús. Él respondió que no a ambas preguntas. Incluso, Juan el Bautista sabía de la futura gran misión del profeta José Smith.
TJS Mateo 17: 10-14
Mientras estaban en el Monte de la Transfiguración, Pedro, Santiago y Juan vieron al Salvador transfigurado y escucharon la voz de Dios.
Además, vieron a Juan el Bautista, que había sido decapitado antes, como un espíritu del mundo de los espíritus posterrenal.
Mientras bajaban del monte, le preguntaron al Salvador acerca de un precursor, un Elías, que vendría y “restauraría todas las cosas”.
La Traducción de José Smith aclara que Juan el Bautista era un Elías, un precursor, que ya había venido a preparar el camino para el ministerio del Salvador.
Además, indica que Juan el Bautista también sería el precursor para preparar el camino para la Segunda Venida.
Juan el Bautista fue el primer profeta en poner las manos sobre la cabeza de José Smith y restaurar las llaves del Sacerdocio Aarónico. De ese modo, preparó el camino para la restauración y organización de la Iglesia.
Sin embargo, en la Traducción de José Smith de Mateo 17, el Salvador también enseña que vendría otro Elías “y restauraría todas las cosas, como escribieron los profetas”.
Por lo tanto, José Smith también es un Elías. Él fue llamado a “restaurar todas las cosas” de todas las dispensaciones anteriores, para allanar el camino para la Segunda Venida de Jesucristo.
Apocalipsis 14: 6-7; DyC 27: 5; DyC 133: 36-39
Juan el Revelador vio que los ángeles ayudarían a restaurar “el evangelio eterno” en la tierra en los últimos días.
El ángel Moroni trajo el Libro de Mormón. Juan el Bautista y Pedro, Santiago y Juan restauraron el sacerdocio Aarónico y de Melquisedec. Moisés, Elías y Elías el Profeta restauraron las llaves del sacerdocio, el poder y la autoridad de José Smith en el Templo de Kirtland.
Creemos en el ministerio de ángeles. Nuestro testimonio para el mundo es que los ángeles regresaron a esta tierra donde una vez vivieron.
Los ángeles volvieron a fin de restaurar las llaves y el conocimiento que tenían para el establecimiento de la Iglesia Restaurada de Jesucristo y preparar la Tierra para la Segunda Venida de Jesucristo.
El cumplimiento de todas estas profecías y más, son una evidencia absoluta de que el profeta José Smith fue llamado por Dios.
Ningún otro mortal se ha acercado jamás a cumplir estas profecías, y mucho menos lo ha pretendido.
La única forma en que José Smith pudo lograrlo fue porque recibió guía divina.
Los antiguos profetas revelaron que un libro de la verdad saldría a la luz en la Tierra.
Además, revelaron que los ángeles restaurarían la autoridad del sacerdocio, y que el Salvador y el Padre aparecerían juntos para comenzar la restauración de todas las cosas que Dios dijo por boca de sus santos profetas desde el comienzo del mundo.
¿En qué parte de la historia del mundo puedes encontrar a alguien que haya cumplido estas profecías además del profeta José Smith?
Ningún otro líder religioso en la historia, ninguno de los reformadores ni ningún líder religioso hoy en día, tiene el coraje de hacer tales afirmaciones. Sin embargo, todas las profecías se han cumplido.
Si José simplemente hubiera inventado todo, habría tenido que leer la Biblia completamente, identificar todas las profecías de la Restauración y encontrar formas de cumplirlas.
Algo imposible de hacer.
Sin embargo, debido a que siguió las impresiones del Espíritu y las revelaciones que recibió de Dios, José pudo cumplirlas todas.
Esa es una de las razones por las que el presidente Gordon B. Hinckley dijo:
“Cantamos: ‘Te damos, Señor, nuestras gracias que mandas de nuevo venir profetas con tu evangelio, guiándonos cómo vivir’.
No pienso en mí mismo cuando cantamos ese himno. Pienso en el profeta José Smith, el gran profeta de esta dispensación, el instrumento en las manos del Todopoderoso para llevar a cabo esta obra maravillosa” (LDS Church News, 4 de febrero de 2006, pág. 2).
No es de extrañar que el presidente John Taylor, que estuvo en la cárcel de Carthage con el profeta José antes de que fuera asesinado junto a Hyrum Smith, diera este testimonio:
“José Smith, el profeta y vidente del Señor, ha hecho más, a excepción de Jesús, por la salvación de los hombres en este mundo, que cualquier otro hombre que jamás haya vivido en él.
En el breve espacio de veinte años, ha presentado el Libro de Mormón, que tradujo por el don y el poder de Dios, y ha sido el medio para publicarlo en dos continentes.
Ha enviado la plenitud del evangelio eterno, que contenía, a los cuatro rincones de la Tierra.
Ha sacado a la luz las revelaciones y los mandamientos que componen el libro de Doctrina y Convenios, y muchos otros documentos e instrucciones sabios para el beneficio de los hijos de los hombres.
Reunió a muchos miles de Santos de los Últimos Días, fundó una gran ciudad y dejó una fama y un nombre que no pueden ser destruidos.
Vivió grande y murió grande ante la vista de Dios y de su pueblo; y como la mayoría de los ungidos del Señor en la antigüedad, ha sellado su misión y sus obras con su propia sangre” (DyC 135: 3).
Con ese mismo espíritu, en el elogio que pronunció por su amigo, el profeta José Smith, el hermano William W. Phelps escribió este himno de alabanza y profecía:
Al gran Profeta rindamos honores.
Fue ordenado por Cristo Jesús
a restaurar la verdad a los hombres
y entregar a los pueblos la luz.
Fuente: Meridian Magazine