En diciembre de 1989, un atentado asociado con un ataque militar en Filipinas estuvo muy cerca de destruir el Templo de Manila, Filipinas.
Cuando un golpe de estado estalló en Manila, se produjeron intensos altercados en el Campamento Aguinaldo, una base militar vecina a los terrenos del templo.
El pequeño grupo de miembros filipinos que aún se encontraba dentro del edificio del templo en ese momento pudo escuchar cómo las tropas rebeldes se acercaban atacando a quienes eran partidarios del gobierno en el Campamento Aguinaldo, arrojando bombas y disparando misiles.
Al segundo día del atentado, los soldados rebeldes derribaron las puertas del templo y ocuparon los terrenos. Miembros de toda Filipinas oraron para que de alguna manera el templo pudiera mantenerse a salvo.
También te puede interesar: “Cuando Lorenzo Snow vio al Salvador en el templo”
A finales de la noche siguiente, las tropas del gobierno tenían la ventaja en el enfrentamiento, pero el anexo del templo y sus terrenos, el último bastión rebelde que quedaba en Manila, todavía estaba en manos enemigas.
Un comandante del gobierno les dio a los rebeldes una hora para rendirse y les anunció sus planes de atacar con artillería pesada a las 11:00 de la noche si es que no cumplían con su ultimátum.
La terrible circunstancia le fue informada al Elder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, treinta minutos antes de las 11:00 de la noche de la fecha límite. Era las 7:30 de la mañana del domingo en Salt Lake City. El Elder Oaks describió los eventos que ocurrieron inmediatamente:
“Por una notable coincidencia, uno de esos sucesos que no pueden ser sólo coincidencia, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles había programado una reunión inusual ese domingo por la mañana.
A las 8:00 de la mañana, el 3 de diciembre, a sólo 30 minutos después de recibir ese alarmante informe de la ciudad de Manila, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce ahí reunidos se arrodillaron en oración y le suplicaron al Señor que interviniera protegiendo Su casa. El Elder Marvin J. Ashton dirigió nuestra oración. Mientras orábamos, la hora exacta designada para el ataque, las 11:00 de la noche del domingo, se cumplió en Manila.
El ataque nunca se realizó. Veinte minutos después de nuestra oración, El presidente de Área [George I.] Cannon llamó a las oficinas de la Iglesia para informar que el comandante militar había decidido inesperadamente no proceder con el ataque esa noche.
Temprano, a la mañana siguiente, [recibí la noticia] de que los rebeldes habían huido durante la noche. Escribí en mi diario: ‘Considero que esto es un milagro por intervención divina, no menos impresionante que los muchos otros [milagros] registrados en las sagradas escrituras’”
Este artículo es una adaptación del libro “Holy Places” y fue escrito originalmente por Chad Hawkins y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “In 1989, an Attack Was Planned on a Latter-day Saint Temple—Then a Miracle Happened”