Aunque muchas veces escuchamos a los misioneros retornados describir con emoción que la misión fue la mejor etapa de su vida, dentro de ese sincero testimonio, pocas veces oímos las dificultades y oposición que también atravesaron durante ese sagrado tiempo.
Más allá de los rechazos constantes o las desacuerdos entre compañeros, aspectos como lidiar con la presión de las metas o el tener que valerse por sí mismos en una ciudad, país o continente totalmente distinto son otros ámbitos que pueden generar una fuerte desmotivación en nuestros jóvenes misioneros.
Ya seas un padre o madre que sirvió o no una misión —porque el mundo evoluciona a un ritmo sin precedentes— en el artículo de hoy te compartimos una lista con 10 consejos, desde lo espiritual hasta lo resolutivo, para preparar a tus hijos a servir (y disfrutar) de su misión.
1. Separar el valor de los logros
Cuando estás en una misión, puede ser fácil compararte con otros misioneros. Tal vez algunos tengan 20 bautismos y tú solo 1. Eso no los hace mejores como misioneros. Tu valor no se basa en cuántos bautismos o reactivaciones puedas acumular. Y te prometo que será muy importante que tu misionero lo entienda.
2. Enséñales a cocinar
¿Adivinen qué? Es muy probable que tu misionero no tenga una pensionista que les proporcione sus comidas diarias y les garantice un menú saludable, por lo cual es indispensable que les enseñes a cocinar. No necesitan salir como chefs profesionales, pero con tal de que manejen los conceptos básicos para su nutrición, es suficiente.
3. Enséñales cómo establecer metas que puedan controlar
No es raro que las misiones establezcan metas de bautismo. Esta es una manera eficaz de medir el crecimiento de la misión, pero puede ser desalentador cuando no sucede. Muchos misioneros se sienten fracasados. Sin embargo, no puedes basar tu éxito como misionero en el albedrío de otra persona. Enséñale a tu hijo a establecer metas que puedan controlar, como con cuántas personas hablarán en un día o cuántos pasajes de las Escrituras leerán a diario.
4. Deja de tratar las emociones negativas como un problema
Una manera importante de preparar a sus hijos para una misión es dejar de enseñarles que las emociones negativas son un problema. Es importante que sintamos cualquier emoción que podamos tener y aprendamos a manejarla de manera saludable. Los problemas de salud mental son mucho más comunes entre los misioneros de lo que te imaginas.
5. Enséñales cómo lavar su propia ropa
Si tus hijos no saben lavar su ropa, ¡empieza ya! Porque, como con las comidas, no siempre hay un miembro disponible para facilitarles este servicio. Ya sea con una lavadora o, incluso, a mano. Además, si tienen ropa limpia, su compañero te lo agradecerá.
6. Anímalos a descubrir sus dones espirituales
Cada misionero es único y aporta diferentes dones. Un misionero puede ser muy amigable y extrovertido, y atraer a muchos nuevos amigos a la iglesia. Otro misionero puede ser muy obediente y trabajador, y crear relaciones profundas con los miembros y amigos. ¿Sabe tu hijo qué dones tiene? Motívalos a descubrirlo. Estudiar su bendición patriarcal es un gran recurso.
7. Muéstrales cómo buscar milagros
Servir en una misión requiere mucha fe. Pueden ocurrir grandes milagros, aunque no siempre nos damos cuenta. ¿Sabe tu hijo cómo buscar y esperar milagros? A veces, los tiene delante de sus narices y no tiene ni idea. Esta es una gran habilidad que todos podemos aprender, pero también ayudará a preparar a tus hijos para una misión.
8. Enséñales cómo resolver conflictos
¿Alguna vez tu hijo ha tenido problemas para llevarse bien con alguien? ¿Adivina qué? Vivir con varios “desconocidos” de todo el mundo, con distintas culturas y costumbres, puede generar algún conflicto. Enséñale a lidiar con ello de forma saludable y bajo un sistema de comunicación honesto y amigable.
9. Sé un modelo de bondad y compasión
Junto con la resolución de conflictos, debemos dar ejemplo de amabilidad y compasión. Después de todo, son jóvenes que recién están descubriendo los diferentes lados —buenos o malos— del mundo y las personas. Las emociones pueden estar por todas partes. ¡Todos necesitamos más amabilidad y compasión!
10. Anímalos a leer el Libro de Mormón
¿Qué hacen nuestros hijos en la misión? Enseñan y testifican de Jesucristo, pero —de manera más especial— del Libro de Mormón. Entonces, ¿cómo pueden hacerlo si ni siquiera lo han leído por su cuenta? Parece muy evidente, pero este punto muchas veces se deja pasar, aun cuando podría ser el más importante (ya que nos ayuda a desarrollar otros atributos).
Finalmente, no olvides que —por mayores que sean nuestros esfuerzos— servir una misión es una decisión personal. Puede que cumplamos con todas estas enseñanzas (y muchas más), pero no podemos interferir con el albedrío de nuestros hijos.
Recuerda que, así como el número de bautismos no define a un misionero, que ellos sirvan o no una misión no representa tu valor como padre o madre.
Fuente: Becky Squire
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@masfe.org Así como es molesto que nos juzguen sin conocer nuestras circunstancias, también debemos dejar de juzgar a nuestros semejantes. Concentrémonos más en nuestras propias vidas y en lo que nosotros mismos podemos cambiar, porque el cambio empieza en uno mismo y no en los demás. cambio molesto pestaña lacamaraestasucia limpiar consejo reflexion cristianos sud iglesia biblia nojuzgar