En 1947, en Fielding, Utah, un joven Marvin Ashby regresó de Japón tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, empacó sus cosas y partió rumbo a Hawái. No se trataba de unas vacaciones en la playa, sino del inicio de una misión de tiempo completo para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, donde fue asignado a predicar en japonés.

Décadas después, el apellido Ashby sigue siendo sinónimo de servicio misional. Y sorprendentemente, también lo es una humilde correa de cuero marrón.

El inicio de una tradición familiar

Créditos: Familia Ashby

La historia de esta singular correa comienza en 1974, cuando Laurin, el hijo mayor de Marvin y Yvonne Ashby, salió a Bear River, en Utah, con destino a las Islas Filipinas para servir como misionero. En su maleta llevaba una correa marrón. No era elegante, pero sí resistente, y le acompañó fielmente durante toda su misión.

Laurin escribió sus iniciales en la parte posterior de la correa para no perderla, sin saber que con eso daría inicio a una tradición familiar.

Poco después de su regreso, su hermano menor, Rodney, se preparaba para su propia misión en Inglaterra. Llevó consigo la misma correa, usándola incluso para mantener cerrada una maleta difícil de asegurar durante el viaje.

Créditos: Familia Ashby

Al igual que su hermano, escribió sus iniciales en la correa. Así nació la tradición: cada vez que un miembro de la familia Ashby salía a una misión, la correa los acompañaba.

Con los años, los cinco hijos de Marvin y Yvonne—Laurin, Rodney, Douglas, Lyle y Gary—y su hija, Diane, llevaron consigo la correa en sus respectivas misiones. Ya fuera puesta en la cintura o simplemente guardada en la maleta, se convirtió en un símbolo sagrado de servicio. En 1992, incluso acompañó a Marvin y Yvonne en su misión como pareja mayor en Virginia Occidental.

La siguiente generación

Créditos: Familia Ashby

La tradición pasó a la siguiente generación cuando, en 1994, el nieto Chris Bair llevó la correa a Detroit. Para 2015, esta ya había estado en 21 misiones en nueve países, grabada con las iniciales de cada misionero que la había llevado consigo.

En 2021, la familia tuvo que añadir una segunda tira de cuero, ya que la original estaba completamente cubierta de iniciales. Pero el reto no era solo encontrar espacio, sino mantenerse al día con tantos misioneros activos.

A mediados de 2024, había diez misioneros sirviendo simultáneamente alrededor del mundo, pertenecientes a tres generaciones de la familia Ashby, incluidos algunos miembros políticos. Hasta la fecha, la correa ha estado presente en 42 misiones en 18 países, y sigue en constante movimiento. 

Uno de sus destinos más recientes la llevó de vuelta al punto de partida: Sidney Bair, bisnieta de Marvin, sirve actualmente en Hawái, 77 años después de que su bisabuelo sirviera en las mismas islas.

Fuente: LDS Living

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