La pandemia de COVID-19 ha causado grandes cambios y la obra misional no ha sido la excepción. Por eso, hoy compartiremos algunas historias de los misioneros que tuvieron que ser enviados a casa por el coronavirus y las bendiciones que pudieron rescatar de estos tiempos difíciles. Sin más que decir, ¡comencemos!
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Cody Mayers – Misión Washington, Vancouver
La misión de Cody duró menos de un mes, comenzó el 26 de febrero y terminó el 23 de marzo. Pasó 3 semanas en el CCM y una semana en la misión Washington Vancouver, donde experimentó 3 momentos milagrosos.
Un día después de que Cody llegó a Washington, se enteró de que debido a la propagación de COVID-19, sería contado entre los misioneros que serían enviados a casa y relevados. Al principio se sintió triste por la noticia y después reconoció una bendición.
El año anterior su madre había sufrido un derrame cerebral y necesitaba cuidados especiales. Antes de recibir su llamamiento misional, Cody se preguntaba si realmente debía servir en una misión y dejar a su familia en estos momentos difíciles. Luego, le quedó claro lo que el Señor quería que hiciera.
“Creo que el Señor quería probar mi fe. Ahora, me envía a casa para ayudar a cuidar a mi mamá”, dijo Cody.
Pero, antes de regresar a Casa, a Cody Mayers y a su compañero, el Élder Jace Rosenhan, se les asignó trabajar en la semana con el Élder Jacob Olsen, que estaba desconsolado porque su misión acabaría 3 meses antes de lo que imaginaba. Sin embargo, cuando el Élder Olsen conoció a sus nuevos compañeros, su perspectiva cambió.
“Al saber que solo tendrían una semana en el campo misional, sentí la gran necesidad de hacer todo de mi parte para brindarles las experiencias y oportunidades que un misionero de tiempo completo puede tener. Deseaba ayudarlos a tener experiencias que tuvieran un gran impacto en sus vidas para siempre”.
Un día antes de que se suspendiera la obra misional regular, Olsen y Myers salieron a la calle a contactar juntos. Hicieron una oración en una esquina tranquila y pidieron ayuda divina. Luego, hablaron con cinco personas, incluido un universitario que aceptó una copia del Libro de Mormón y quería aprender más.
Después, Myers dio una bendición del sacerdocio a un miembro inactivo y tuvo una experiencia poderosa enseñando a un nuevo converso sobre la oración. Esos fueron sus “tres pequeños momentos milagrosos”, dijo.
“Dios definitivamente quería que esta semana aquí fuera algo que pudiera recordar. Toda mi experiencia en la misión llevó mi fe a un nivel superior”, dijo.
Cualquier sentimiento de autocompasión de Olsen fue reemplazado por sentimientos de gratitud por la experiencia única. Regresó a casa antes de lo que esperaba, pero la Misión Washington Vancouver siempre representará algo sagrado para él, dijo.
Richard Espino Jr. – Misión Madagascar, Antananarivo
Estuve en la misión durante casi 8 meses. Desafortunadamente, debido a la rápida propagación del COVID-19 en el mundo y el cierre de las fronteras de Madagascar, los misioneros fueron evacuados del país en menos de 36 horas.
Con un tiempo limitado, no pudimos despedirnos de los miembros de la Iglesia, incluidas todas las personas a las que enseñamos y llegamos a amar. Fue el evento más sentimental, caótico y, a la vez, organizado que alguna vez experimenté.
Aunque mi misión fue corta, fue una experiencia aleccionadora, emocionante y me abrió los ojos. Aprendí mucho sobre cada aspecto en la vida. Sobre todo, comienzas a encontrarte al servir a los demás y ni siquiera lo buscas.
Durante estos tiempos de incertidumbre, aprendí a confiar en Dios en las situaciones que no podemos controlar.
Moroni-Byron Koani’kula Kuúmaka’kapuna Adolpho – Misión Brasil, Maceió
Solo tenía cuatro meses en el campo cuando casi diariamente experimentamos cambios drásticos que afectaron nuestro trabajo.
No se nos permitía saludar a las personas como siempre, no podías comer en las casas de los miembros y no se nos permitía ir a la Iglesia. Finalmente, nos enviaron a casa.
Este último mes en casa ha sido difícil. Pero, he aprendido acerca de la importancia de escuchar las palabras de Dios a través de los profetas. Si bien he tenido dificultades al estar en casa, he aprendido sobre la importancia de luchar para mantener al Espíritu Santo con nosotros constantemente.
Aprendí que a pesar de que no sea apartado como misionero, aún puedo realizar la obra de otras maneras.
Denali Renee Gerber – Misión Tailandia, Bangkok
Lo que aprendí mientras estuve en cuarentena, fui enviada a casa y relevada de mi misión vino de un discurso del Presidente Monson, dijo: “¿Qué tan lejos está el cielo? No está tan lejos. Cuando vives cerca de Dios, está justo donde te encuentras”.
Después de leer esa cita, sabía que tenía que mirar al Todopoderoso y buscar las respuestas que anhelaba. No importaba donde estuviera, deseaba mantener el sentimiento de estar cerca del Padre Celestial.
Me esforcé por sentir el cielo a mi alrededor al tener pensamientos, palabras y acciones saludables y comunicarme con Dios cada segundo que podía.
Mi compañera y yo entramos en cuarentena a mediados de febrero y para la quinta semana, nos enteramos que iríamos a casa. Aunque esa noticia fue difícil de procesar, sabía que todo fue más fácil porque mi Padre Celestial conoce mis pensamientos y deseos.
Me siento feliz de haber hecho de mi comunicación con Él una prioridad en estos tiempos y dejar que se convirtiera en una parte de todo lo que hago todos los días. Quiero que sea así por el resto de mi vida.
Nathan Kimball Stratford – Misión Sao Paulo, Interlagos
Recientemente, me enviaron a casa debido al COVID-19 y, actualmente, estoy esperando mi reasignación.
Pero, estar en casa y ser relevado temporalmente no me ha impedido cumplir mi propósito misional.
En mi primera área, enseñé a una familia con la que creé un vínculo muy rápido. Nos testificaron que éramos una respuesta a sus oraciones. Muchas personas en la familia aceptaron el Evangelio y algunas se bautizaron.
¡Pronto me transfirieron, pero mi amigo del CCM tomó mi lugar! Continuó trabajando con esta familia, ayudándoles a crecer en la Iglesia. Hasta que nos enviaron a casa, el padre de esta familia todavía se estaba preparando para ser bautizado y mi amigo estaba trabajando activamente con él.
Una vez en casa, decidimos que aún podíamos ayudarlos y enseñarles, independientemente de nuestras circunstancias.
Al trabajar con las hermanas que ahora cubren el área, a través del poder de la tecnología, a pesar de que estamos en cuarentena a 5,000 millas de distancia, ¡todavía hemos podido participar en el trabajo y continuar enseñando a esta familia sobre el Evangelio!
A través de esta experiencia, me di cuenta de que aún puedo cumplir mi propósito misional, ¡incluso desde los confines de mi propia casa!
Fuente: Church News