Con apenas 281 mil pobladores, la isla de Barbados es uno de los 15 países más pequeños de todo el mundo.
Un destino que puede sonar paradisíaco por sus cristalinas playas y bellos paisajes, pero que —para los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días— puede ser desafiante por el reducido número de personas (y miembros) en el territorio.
Un reto que el élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, entiende a la perfección, pues cuando sirvió como misionero, permaneció durante 9 meses en la isla de Bermudas, donde tampoco le fue sencillo encontrar amigos para predicar.
Así lo compartió a los élderes y hermanas de la Misión Barbados Bridgetown, en compañía de su esposa, la hermana Melanie Rasband; el élder Arnulfo Valenzuela, de la Presidencia de los Setenta, y su esposa, la hermana Pilar Valenzuela; y el élder Valeri V. Cordón, segundo consejero de la presidencia de área.
El élder Rasband compartió fotografías de su tiempo de servicio en Bermudas y recordó algunas de las experiencias que fortalecieron su fe mientras servía allí y sus observaciones ahora mientras reflexionaba sobre ese momento especial.
En una de las imágenes, se veía al élder Rasband y a su compañero con el gobernador de Bermudas, John Roland Robinson, primer barón de Martonmere.
Acababan de entregarle al gobernador un Libro de Mormón. Era una copia sencilla y estándar que la mayoría de los misioneros llevaban consigo en esa época.
“Solo era un libro de bolsillo. No tenía una versión elegante”, recordó el élder Rasband. Pero eso no hizo que la experiencia fuera menos memorable ni que el mensaje fuera menos importante.
“Mi amor por el Libro de Mormón surgió en mi misión”, agregó.
Aprendiendo a amar lo pequeño
El élder Rasband aseguró a los misioneros que son una especie de “chispa” para los miembros que viven en las islas y que están haciendo todo lo posible por compartir el evangelio de Jesucristo con sus amigos.
Dijo que entiende que enfrentan desafíos únicos que conlleva servir en un lugar pequeño, pero que no pueden subestimar el efecto que tienen en la vida de los demás:
“Pequeña nunca significó ‘no hermosa’. Ninguno de ustedes en estas ramas en estas islas puede deprimirse por el tamaño de la Iglesia. El Señor reúne, como dice en Jeremías, ‘uno de cada ciudad y dos de cada familia’ (Jeremías 3:14)”.
Animó a los misioneros a encontrar alegría en su servicio en zonas donde la Iglesia puede ser pequeña en número y a recordar que nuestro Padre Celestial no requiere grandes cantidades de personas para bendecirlos con Su Espíritu.
“En las Bermudas, aprendí a amar a los más pequeños”, explicó el élder Rasband. Dijo que la transición de vivir en grandes barrios y estacas fue algo positivo para él. Y venir a Barbados lo ayudó a recordar esos sentimientos de amor por un grupo muy unido de Santos de los Últimos Días que se esforzaban por hacer lo mejor que podían:
“Quería recuperar el espíritu de ser pequeño, de estar cerca, de ser confiable y de ser tan necesario”.
‘Recordad’ para recibir revelación personal
“¿Les gustaría saber cómo recibir revelación personal aquí hoy?”, preguntó el élder Rasband a los misioneros.
A partir del Libro de Mormón, el apóstol del Señor enseñó sobre un principio que considera importante para todos los Santos de los Últimos Días, no solo para los misioneros.
“En el Libro de Mormón, una de las frases que se repite con más frecuencia es ‘recordad, recordad’. ¿Cómo vas a recordar si no tienes nada registrado?”, preguntó.
Helamán utilizó la frase específica “recordad, recordad” cuando habló a sus hijos, Nefi y Lehi, lo que posteriormente les proporcionó mayor fortaleza y fe durante sus pruebas, incluido el encarcelamiento. Ese capítulo del Libro de Mormón por sí solo incluye la palabra “recordad” un total de 15 veces.
En todo el Libro de Mormón, la palabra “recordar” aparece registrada casi 200 veces.
“Habrá momentos en la vida de la misión en los que necesitarán un pequeño impulso. Entonces, podrán volver a las notas de momentos como el de hoy, cuando, con suerte, todos sentirán el Espíritu”, dijo.
El élder Rasband compartió que marca sus propias notas con un asterisco cada vez que escribe algo que no fue dicho, pero que sintió a través de un impulso del Espíritu Santo.
“Tomen notas para que puedan ‘recordar, recordar’”, les exhortó a los misioneros.
Una “ecuación” misionera
Por su parte, la hermana Rasband habló a los misioneros sobre su papel de ayudar a guiar a otros hacia el Salvador y compartió un tipo de ecuación espiritual que ella y el élder Rasband usaban para enseñar a sus misioneros cuando servían como líderes en Nueva York:
“Cuanto más conozcas al Salvador, más lo amarás. Cuanto más lo ames, más querrás servirle”.
Si bien puede ser fácil centrarse en la necesidad de una obediencia exacta, cambiar ese enfoque a Jesucristo y esforzarse por comprender Su amor y Su expiación puede tener un efecto más fuerte y duradero en los misioneros, explicó.
El élder Cordón leyó Mosíah 5:13, donde el rey Benjamín preguntó a su pueblo cómo podían conocer a un amo a quien no habían servido:
“Ustedes tienen un gran privilegio de estar aquí, de conocer mejor a Jesucristo y su evangelio, de ser sus representantes en estas islas”.
Con ternura, la hermana Valenzuela aseguró a los misioneros que sabe que servir en una misión puede ser un desafío; sin embargo, los alentó:
“Pueden hacerlo. Pueden encontrar a las personas, porque el Señor está con ustedes, porque saben que el Libro de Mormón tiene el poder de cambiar vidas”.
Los animó a seguir trabajando arduamente y a recordar el amor de Dios por ellos mientras trabajan en la obra más maravillosa que puede haber en la Tierra. Porque, tal como se le reveló a Samuel, Dios no ve lo grande de su estatura, Él mira el corazón.
Fuente: Church News
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