Por Lehi Vega
Todo misionero tiene una importante función en la tarea de “Llevar a cabo la Inmortalidad y la Vida eterna del hombre”.
Hay una escritura en particular que me recuerda esta labor y cada una de las labores cotidianas que tenemos como seres humanos. En este mundo Dios nos ha dado la oportunidad de progresar en todos los sentidos uno de ellos es en lo laboral, en este mundo hay astronautas, doctores, ingenieros, abogados, meseros por realizar cada una de estas labores se recibe un sueldo y cierta recompensa y satisfacción. Dios, Nuestro Padre y el ser más poderoso también tiene una obra la cual se nos dice en el libro de La Perla de Gran Precio, en el Libro de Moisés 1:39 dice:
“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad (La condición de vivir para siempre con un cuerpo resucitado que no está sujeto a la muerte física) y la vida eterna (Vivir para siempre como familias en la presencia de Dios) del hombre.”
Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos como “Mormones”, jóvenes de entre 18 y 26 años tenemos la oportunidad de poder servir como misioneros. Él ser misioneros para nuestra Iglesia implica voluntariamente sin ningún sueldo el dejar el hogar, familia y estudios por 2 años para poder invitar a las personas a venir a Cristo y poder explicarles nuestras creencias como miembros de la Iglesia en seguimiento de aquel mandato de “Id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19-20)
Tuve la oportunidad de ser un misionero durante 2 años de mi vida en Lima Perú en los cuales pude fortalecer mi fe en Nuestro Padre Celestial y en Jesucristo y acercarme más a ellos por medio de las cosas que viví y experiencias que ayudaron a fortalecer a muchas personas como a mí también. Sobre todo pude ver el cambio en la vida de muchas personas y al poder ver el cambio no me refiero a que ellos vivieran de manera infeliz o con problemas que no pudieran solucionar aunque en ciertos momentos fue así con algunos, muchos de ellos pudieron fortalecerse y encontrar esa brújula que los guiara junto con su familia la cual es una de las más grandes recompensas que puede llevarse un misionero.
Por medio de jóvenes y adultos y toda clase de personas Dios lleva a cabo su obra. Así que la labor como misioneros es llevar a cabo la misma obra que Dios Nuestro Padre y Jesucristo su hijo harían. Agradezco a mi Padre Celestial por haber sido y por ser parte de esta obra, de esta gloria y por formar parte de aquella profecía y revelación que dice:
“Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por boca de mis discípulos, E irán y no habrá quien los detenga, porque yo, el Señor, los he mandado” (D y C 1:4-5)
Sé que esta es su Obra y su Gloria y que Dios lo hace por medio de los misioneros y cada uno de sus hijos acá en la tierra.