Un “éxito espectacular”: Cómo las hermanas misioneras han disipado los mitos de la Iglesia durante 120 años

hermanas misioneras

Josephine Booth, como una de las primeras hermanas misioneras de la Iglesia de Jesucristo, a veces se sentía como un extraterrestre.

Caminando por las calles de Escocia en 1899, la gente no esperaba saludar a una “joven misionera” refinada y educada, y más de una vez Josephine Booth sintió a la gente mirarla a ella y a su compañera “a la distancia como si [fueran] criaturas pertenecientes a otra esfera”, escribió ella en su diario. Ver a esas misioneras elocuentes y preparadas fue tan peculiar que cuando Booth hablaba en las reuniones, la gente a menudo “venía de la calle para ver a una mujer mormona”.

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Pero era por esa razón que las hermanas estaban allí.

Para contrarrestar los esfuerzos antimormones en Europa y América, donde la percepción popular era que las mujeres mormonas eran esclavas polígamas y que los jóvenes misioneros buscaban secretamente multiples esposas. El entonces Presidente de la Iglesia, Wilford Woodruff, se sintió inspirado de romper con la tradición de 68 años, de tener sólo misioneros varones y llamó a mujeres jóvenes solteras para ayudar a disipar estos conceptos erróneos y a predicar el evangelio de Jesucristo.

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Lizzie Souter, misión Británica 1910.

Este pasado abril marcó los 120 años desde que esas primeras hermanas solteras fueron llamadas y enviadas al campo misional. Es una historia muy poco apreciada y contada, comentó Matthew McBride, un productor de contenido web del Departamento de Historia de la Iglesia que ha investigado la historia de las misioneras hermanas.

“No creo que apreciemos cuán importante o cuán revolucionario fue, a pesar de que el hecho sucedió de una manera casi monótona”, dijo McBride. “Al principio fue visto como un experimento, pero era algo muy grande.”

Hoy en día, hay alrededor de 67,000 misioneros de tiempo completo que sirven en todo el mundo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. De ellos, alrededor del 30 por ciento – más de 20,000 – son hermanas, una cifra que ha aumentado en un 17 por ciento desde el anuncio de cambio de edad en 2012, dijo el Elder Brent H. Nielson, un Setenta, Autoridad General y el Director Ejecutivo del Departamento Misional.

“Creo que hay lugares en los que las hermanas misioneras pueden participar y que nuestros Elderes no. Ellas han sido una maravillosa adición a la obra”, compartió el Elder Nielson. “Estamos muy agradecidos de que sirvan. Son increíbles.”

Una mirada al pasado

Si bien la obra misional fue principalmente un llamamiento para el sacerdocio a inicios de la Iglesia, algunas mujeres mormonas no dudaron en compartir el mensaje. Hay evidencia de que Lucy Mack Smith, madre del Profeta José Smith, enseñó y ayudó a tres personas a convertirse al Evangelio en 1831, según se compartió en history.lds.org.

Las mujeres de los Santos de los Últimos Días, como Ann Sophia Jones Rosser, una de las primeras conversas de Gales, distribuyeron panfletos y vendieron copias del Libro de Mormón, que condujeron a los bautismos de 12 personas.

Durante la década de 1850, Louisa Barnes Pratt y muchas otras mujeres mormonas acompañaron a sus maridos en el campo misional. Aunque no fueron llamados como misioneras, estas mujeres sirvieron fielmente con sus maridos, expresó McBride.

En las décadas que siguieron, particularmente en la década de 1880, la oposición al matrimonio plural empañó la imagen pública de la Iglesia. Mientras los autores, periodistas, políticos y artistas retrataban a las mujeres mormonas como maltratadas y oprimidas, las hermanas de la Sociedad de Socorro organizaron esfuerzos para protestar contra la legislación en contra de la poligamia, dijo McBride.

“Esto hace que los líderes de la Iglesia vean a las mujeres con nuevos ojos”, dijo McBride. “Se levataron y fueron escuchadas. Creo que es un momento poderoso que preparó a alguien como el Presidente Woodruff para decir que esa situación exigía mujeres misioneras. Él no dudó en tomar esa importante decisión.”

Un video producido por el Departamento de Historia de la Iglesia cuenta la historia de Elizabeth Claridge McCune, quien viajó a Inglaterra en 1897. Mientras estaba ella allí, se le dio la oportunidad de hablar públicamente y disputar las afirmaciones de los anti-mormones sobre las mujeres en Utah. Su elocuencia y aplomo impresionó al Elder Joseph W. McMurrin de la Presidencia de la Misión Europea, lo que lo llevó a escribirle a la Primera Presidencia en Utah y pedir misioneras en Inglaterra.

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Jean Clara Holbrook e Inez Knight, las dos primeras mujeres en servir una misión

“Si se llamara a varias mujeres inteligentes y brillantes a Inglaterra, los resultados serían excelentes”, escribió Joseph W. McMurrin.

La Primera Presidencia, incluidos el Presidente Woodruff y sus consejeros Joseph F. Smith y George Q. Cannon, todos hombres de amplia experiencia misional, aprobaron la solicitud y anunciaron la nueva política en marzo de 1898.

Amanda Inez Knight y Lucy Jane Brimhall se convirtieron en las primeras hermanas solteras llamadas y enviadas a Inglaterra. Fueron apartadas oficialmente, recibieron sus investiduras en  el templo y se fueron con certificados ministeriales oficiales en la mano, dijo McBride.

Otra mujer de los Santos de los Últimos Días, Harriet Maria Horsepool Nye, también fue llamada como misionera bajo la nueva política. Ella se unió a su esposo, el Presidente Ephraim H. Nye, quien presidía la Misión de California, según se compartió en un artículo de LDS.org.

‘Ventajas y peligros’

Durante la década siguiente, más mujeres jóvenes, incluidas Booth, Eliza Chipman, Jean Clara Holbrook, Emily Penfold y otras se unieron a Knight y Brimhall en este primer grupo de hermanas misioneras. Las hermanas hicieron lo mejor que pudieron, no sólo enseñando el evangelio y superando la misma oposición que los Elderes, sino que probaron a los Elderes que las hermanas misioneras podrían ser una valiosa adición a la obra. En opinión de McBride, las hermanas fueron un “éxito espectacular”, dijo.

“Ellas fueron algunas de las mujeres más educadas, refinadas y preparadas de la Iglesia”, dijo McBride. “Hay fantásticos diarios y cartas escritas. Al leer sus diarios te das cuenta que son tan sólo mujeres jóvenes que experimentan todas las ventajas y los peligros de vivir lejos de casa, experimentan nuevas culturas, conocen gente nueva, lidian con infestaciones de pulgas, populachos, ataques en los periódicos contra su persona, enfrentan discusiones en la calle y tienen una experiencia totalmente emocionante y peligrosa que cambia su vida.”

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Josephine Booth, (izquierda) y Eliza Chipman, (derecha) con una hermana desconocida en el medio.

Para apreciar a estas hermanas, debes leer sus propias palabras, lo cual muestra repetidamente su buen humor y su capacidad de adaptación a la vida de la misional, dijo McBride.

Booth, que sirvió en Escocia desde 1899 hasta 1901, escribió que fue confrontada por un borracho que se volvió “bastante sociable” con ella y la hizo gritar. El hombre la persiguió “entre muchas carcajadas”. Esa noche, Booth escribió que ella “soñaba con hombres borrachos y mormones que eran perseguidos.”

En 1899, Knight y Chipman se encontraron con una turba enojada en camino a visitar a una familia. Con las piedras y la basura rompiendo ventanas, las hermanas se marcharon, con la muchedumbre persiguiéndolas. Eventualmente llegaron a la estación de policía en donde esperaron una hora.

“Nos escapamos de ser heridas, salvo nuestros sentimientos. Nuestra ropa estaba muy sucia y nuestros sombreros estaban algo arruinados”, escribió Knight.

A pesar de todo lo que soportaron, Knight escribió que “muchos han sido llevados a investigar la verdad, a través de la oposición que recibimos… Encontramos todo tipo de respuestas, pero el pasar de cada día tiene sol y tiene lluvia, y sin una no podemos apreciar la otra.”

¿Las hermanas tuvieron éxito en el número de conversos?

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“No lo sé”, dijo McBride. “Pero anecdóticamente, podemos encontrar informes una y otra vez de personas que no escuchaban a los Elderes pero cuando veían a una mujer ponerse de pie y hablar, y hablar persuasiva y elocuentemente sobre la Iglesia y sus creencias, y sobre Utah, y sobre cualquier cosa que el tema pudiera ser, marcó la diferencia para mucha gente.”

La nieta de Booth, Linda Andrews, creció con las historias de su abuela sobre la realidad del trabajo duro, las pulgas, las puertas que se cerraban y otros desafíos. Ella adoraba a su abuela “Josie” y más tarde ella también sirvió en una misión en Escocia.

“La adoraba”, dijo Andrews. “Pienso en lo que la misión hizo por ella: su capacidad para hablar y trabajar con las personas, su legado en el evangelio… Ella era muy pacifica y sirvió todos los días de su vida. No había nadie como ella y era el belleza de su alma y el ejemplo que dio.”

Recuerdos y experiencias

A pesar de que ya no está activa en la Iglesia SUD, la misión de Julee Huddleston Webb a Colombia a principios de la década de 1980 todavía significa algo para ella.

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Mientras aprendía español y se adaptaba a una nueva cultura, Webb también sobrevivió a robos, forúnculos, bichos, lagartijas, y compañeras con úlceras, entre otros desafíos físicos y mentales. Sin embargo, ella aguantó, y en un momento dado, ella y una compañera fueron reconocidos como el mejor compañerismo bautizador en la Conferencia de la Zona. Servir en una misión ayudó a Webb a aprender cómo hacer cosas difíciles.

“Los recuerdos son queridos para mí. Me ayudaron a ser quién soy”, dijo Webb. “Fue una gran experiencia.”

Sandi Solie Holland, que sirvió en Chile desde 1966 hasta 1968, compartió sentimientos similares acerca de su misión.

“La misión me endureció. Tuvimos duchas heladas en el invierno, congelación de ampollas de sangre, la lluvia constante y el frío, las pulgas”, dijo en un artículo de 2010 Deseret News. “Estableció el tono para toda mi vida. Puedo hacer cualquier cosa ahora porque serví en Chile.”

Mientras que algunas hermanas a lo largo de los años a veces han enfrentado situaciones peligrosas e inseguras, el Departamento Misional se dedica a la seguridad de cada hermana.

Obviamente, la seguridad de cada misionero es crítica, pero con el reciente aumento en el número de hermanas, el Departamento Misional formó un Comité de Seguridad de Hermanas en 2016 que se reúne regularmente para considerar viviendas aprobadas y comunidades seguras para que las hermanas puedan trabajar.

“Todos los que somos padres y abuelos queremos que nuestras hijas y nietas estén a salvo”, dijo el Elder Nielson. “No podemos garantizar su seguridad absoluta, pero tratamos de asegurarnos de que estén tan seguras como puedan estar en donde sea que vayan.”

Hermanas misioneras después del cambio de la edad

Kelly Matthews y Lexi Hanshaw estuvieron entre los que sirvieron en misiones después de que el Presidente Thomas S. Monson anunció en 2012 que las hermanas podían servir desde los 19 años; la edad mínima anterior había sido 21. Matthews sirvió en Brasil. Hanshaw fue llamada a Colorado.

“Mi misión fue una experiencia única que continúa bendiciéndome”, dijo Matthews, quien conoció a su futuro esposo mientras estaba en su misión. “No creo que todas las chicas lo necesiten, pero sería tan maravilloso si las madres y las futuras líderes pudieran tener esa experiencia con el Señor. Para mí, fue una experiencia tan invaluable.”

Hanshaw, quien ahora enseña en el Centro de Capacitación Misional Provo, estuvo de acuerdo.

“Hubiera sido una buena persona sin una misión, pero me siento mucho más preparada para ser madre, para compartir el evangelio en el momento si es que alguien me hace una pregunta, para dirigir, para enseñar”, dijo Hanshaw. “Esas habilidades que aprendí como misionera me han preparado para servir a otras personas, para aprender otras cosas. Ha sido una base para mi eternidad.”

Al igual que los primeros misioneros solteros, las hermanas de hoy, además de enseñar el Evangelio, están ayudando a aclarar las falsas impresiones de la Iglesia SUD.

“Hay muchos conceptos erróneos en el mundo sobre nuestra Iglesia. Algunas personas aprenden sobre nuestra Iglesia a través de videos y redes sociales”, dijo el Elder Nielson. “Tener tanto Elderes como hermanas en el campo, enseñando el Evangelio, muestran al mundo que las hermanas son una parte importante de lo que hacemos.”

Mientras el Elder Nielson aplaude el trabajo de todos los misioneros, las valiosas contribuciones de las hermanas no deben pasarse por alto. Las hermanas se han convertido en una parte vital de cada consejo de líderes en la misión, un grupo que se reúne mensualmente e incluye al Presidente de misión, su esposa, los asistentes del Presidente y una serie de líderes de zona y hermanas líderes capacitadoras.

“Al igual que en un consejo de barrio, las hermanas aportan pensamientos, sentimientos e impresiones que los mayores pueden no tener”, dijo el Elder Nielson. “Están haciendo una contribución significativa”.

Libro de Mormón

Las hermanas misioneras también están haciendo una contribución importante a la obra misional a través de la tecnología. Cuando no están haciendo proselitismo, las hermanas que prestan servicio en todos los centros de visitantes del mundo están sentadas en las computadoras, respondiendo preguntas y preguntas en una multitud de idiomas a millones de personas en todo el mundo en Mormon.org. El año pasado, estos centros de enseñanza en línea compartieron el evangelio con más de 140,000 personas, de acuerdo con Deseret News y LDS Church News.

El Departamento Misional aún no ha realizado un estudio formal, pero está notando una tendencia creciente de hombres y mujeres jóvenes que regresan a casa para casarse con alguien que conocían en el campo misional. Durante una reciente gira misional en Filadelfia, un Presidente de misión le mostró al Elder Nielson una creciente lista de parejas, lo cual es algo bueno, dijo él.

Al mismo tiempo, el Elder Nielson ha conocido a algunas mujeres jóvenes en sus viajes que no han servido en misiones, pero que sienten que algunos jóvenes sólo quieren tener una cita misioneras retornadas. Él advirtió a los miembros de la Iglesia que no promuevan este tipo de cultura ya que las mujeres no tienen la obligación del sacerdocio de servir en una misión de tiempo completo.

“Si ese es el caso, sería una tragedia”, dijo el Elder Nielson. “Siempre tenemos que tener cuidado de no crear ese tipo de cultura. Si las hermanas no han planeado servir en una misión, nos complace que sigan adelante con su vida. No queremos que las hermanas sientan presión en lo absoluto. Hay maravillosas mujeres jóvenes que eligen no servir en una misión.”

Este artículo fue escrito originalmente por Trent Tooney fue publicado por living.com bajo el título: “A “Spectacular Success”: How Sister Missionaries Have Dispelled Myths for 120 Years

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