Hace más de 10 años, a Maka Aulava le diagnosticaron diabetes, una enfermedad que puede causar muchos otros problemas de salud, incluida insuficiencia renal. En enero del 2016, Aulava recibió un duro diagnóstico.
“Me llamaron al día siguiente y me dijeron: ‘Es urgente que vengas a vernos’”, recuerda Aulava. “Y me dijeron: ‘Tus riñones no funcionan correctamente’”.
Una prueba para la que no estaba preparado
Aulava fue diagnosticado de insuficiencia renal y se enfrentó a una larga lista de espera para trasplante de riñón. La enfermedad le dio mucho tiempo para pensar, explica.
“Al principio, es sólo preocupación por mis hijos y mi esposa”, dijo Aulava. Pero también pensó en las cosas que desearía poder hacer.
“Durante el invierno, cuando no era capaz de hacer cosas físicamente, veía a mi esposa quitando la nieve”, dijo entre lágrimas.
Años de enfermedad llevaron a Aulava al hospital. Solo un trasplante de riñón podría salvar la vida de este esposo y padre.
Tras el diagnóstico de insuficiencia renal, Aulava soportó un año y medio en diálisis. “Doce horas (de diálisis) a la semana, más o menos”, cuenta Aulava.
Sin embargo, una persona estuvo allí para apoyar a Aulava: Branden Seare.
Salvado por su ex compañero de misión
“No me gusta estar en la misma cámara con este tipo porque es muy guapo”, dice entre risas Aulava en una entrevista para KSL, mientras señala a Seare sentado junto a su cama de hospital.
Aulava conoció a Seare en 1995, cuando ambos eran misioneros de la Lglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la misión Morristown de Nueva Jersey. Ellos congeniaron de inmediato.
“Enseñábamos mucho de lo mismo”, dijo Seare. “Teníamos muchas de las mismas filosofías sobre la misión. Era muy fácil y éramos amigos”.
Los dos dicen que se mantuvieron en contacto periódicamente a lo largo de los años, y qué bueno que así lo hicieron.
“Yo le decía: ‘Eres mi hermano y estoy a tu disposición si necesitas algo de mí, un riñón o lo que sea, es tuyo’”, cuenta Seare.
Y efectivamente Aulava necesitaba a Seare por ese motivo en concreto.
En 2017 los cirujanos trasplantaron con éxito el riñón de Seare al hombre al que ahora llama hermano.
‘Un buen amigo por el resto de mi vida’
“Sabía que iba a ser un buen amigo por el resto de mi vida”, afirma Seare.
“Yo pienso exactamente lo mismo”, responde Aulava.
Resulta que los dos jóvenes que hicieron un buen compañerismo en su misión de tiempo completo para la Iglesia de Jesucristo también fueron compatibles para algo más.
Ambos han querido compartir su historia para concienciar sobre la necesidad de donación riñones. Si desea más información sobre la donación de órganos, visita yesutah.org.
Fuente: KSL.com