“Nadie me dijo que mi misión sería difícil”.
Mis oídos se agudizaron al escuchar esto cuando estaba sentado en una capilla llena de miembros. Estaba muy lleno, tal como lo está cuando hay una bendición de un niño, una bienvenida o una despedida.
En este caso, ésta era una despedida.
El orador no era un joven a punto de ir a una misión. Era un miembro de mi barrio que había completado su misión hace poco tiempo.
Mientras el orador continuaba relatando las partes difíciles de su misión – compañeros con los que no se llevó bien, personas maleducadas con él por ser misionero – me preguntaba hacia donde quería él ir con todo esto, especialmente durante una despedida.
Luego entendí, él no estaba solamente compartiendo algunas dificultades a las que se vio enfrentado en su misión; él estaba compartiendo como éstas experiencias fortalecieron su testimonio o fueron de algún modo para su beneficio.
Aprender a Confiar en el Señor.
Garret Myers, misionero retornado dice: “Diferentes cosas se vuelven difíciles en momentos diferentes, dependiendo de donde estés en tu misión”.
Myers, quien sirvió en la misión Arcadia, California, dice que el CCM puede ser el primer lugar donde un misionero enfrente dificultades.
“Es un impacto cultural” declara, “llegas ahí y sientes que no sabes nada. Sientes que no puedes hablar un idioma. Sientes que realmente no puedes ni siquiera enseñar una lección. Piensas que conocías el evangelio pero en realidad terminas sintiendo todo lo contrario. Generalmente sientes que todo el resto lo está haciendo mucho mejor que tú, lo cual no es verdad”.
Pero todas estas cosas en realidad pueden ayudar a los misioneros mientras aprenden a confiar en el Señor, dice Myers.
“Es una gran experiencia de humildad” afirma Myers. “Aprendes mucho y finalmente resulta ser un hermoso recuerdo”.
Aprender lo que significa verdadera humildad
Una vez sirviendo en el campo misional, Myers comenta que tuvo un compañero que no seguía las reglas lo cual hacía difícil tener una buena relación.
Myers explica que este fue un tiempo de su misión muy difícil, pero que últimamente lo ha ayudado a convertirse en una mejor persona.
“He tenido que aprender como humillarme conmigo mismo”, dice Myers. “He tenido que aprender que era orgulloso y que debía perdonarme, olvidar lo que deseaba y que era más importante hacer algo que ayudara a que nuestro compañerismo funcionara, tuve que confiar que el Señor haría que todo funcionara si hacíamos lo que Él pedía. Fue uno de los momentos decisivos en mi vida, porque pude aprender cómo actuar en cualquier circunstancia”.
Myers explica que ésta experiencia lo ayudó a moldear su misión al pensar menos sobre sí mismo y más sobre cómo poder servir al Señor.
También comenta que las lecciones que aprendió en momentos difíciles lo ayudaron en su vida después de la misión.
“Todo el mundo dirá que soy una persona totalmente diferente al volver a casa que cuando me fui”, dice. “Soy generalmente más feliz. Si tienes un gran sentido del evangelio, este moldea cada parte de tu vida, pero también, el servir una misión te enseña como trabajar, como ser dedicado y diligente sin importar lo que estés haciendo”.
Aprender que el Señor nos ayudará, si estamos dispuestos.
La misionera retornada Brenda Horrocks estaba lista para compartir el evangelio cuando fue llamada a servir en la misión Curitiba, Brasil.
“Todo lo bueno de mi vida podía atribuirlo al evangelio y no podía imaginar mi vida sin él”, declara. “Quería ayudar a otras personas a tener esa paz y felicidad”.
Pero debido a dificultades con la aprobación de su visa, Horrocks fue reasignada a servir en Estados Unidos hasta que pudiese recibir su visa.
Mientras que Horrocks decía que aún estaba emocionada por servir en su mismo país, encontró desconcertante no saber cuánto tiempo tomaría hasta que pudiese servir en Brasil.
Con el pasar del tiempo, Horrocks terminó pasando siete de los 18 meses de su tiempo misional asignada a la misión Billing, Montana. Esto resultó ser una bendición debido a que fortaleció su testimonio de que la importancia de la obra misional es la misma no importa donde se le llame.
Cuando finalmente llegó a Brasil, se dió cuenta que fue como comenzar su misión otra vez.
“Me sentí muy confiada hasta cierto punto luego de servir en Billings, Montana, y sentía que sabía cómo ayudar a otros”, comenta. “Y llegué a Brasil y no podía ni siquiera entender a las personas. Fue muy difícil y muy gratificante darme cuenta una vez más que ésta era la obra del Señor y si yo hacía mi máximo esfuerzo, Él haría todo lo demás”.
Al mirar atrás y recordar sobre su misión Horrocks explica que su experiencia le enseñó a valorar el Evangelio mucho más que antes y la ayudó a conseguir el éxito más adelante en su vida.
“Creo que una de las más grandes bendiciones es que llegas a conocer gente de una manera única”, comenta. “Es siempre un gran privilegio darse cuenta que no importa cuán deficiente o incapaz te sientas, o cuán imperfecto sientas que eres, el Señor nos permite ser sus manos. Cuando estamos dispuestos a realizar la obra del Señor, Él nos ayuda”.
Aprender que las pruebas en nuestra vida pueden ser para nuestro beneficio.
Mientras escuchaba las experiencias de estos misioneros retornados y recordaba el discurso del orador en la despedida, me di cuenta que estas lecciones no sólo se aplican a misioneros. Yo nunca serví una misión, no iba en la dirección que mi Padre Celestial quería que fuera en ese momento de mi vida. Aunque tengo planes de servir una misión junto con mi esposo, no tengo que esperar hasta entonces para aprender de estos misioneros retornados.
Todos enfrentan desafíos y pruebas en la vida y no tiene que ser algo malo. Podemos aprender de nuestras pruebas y vencer debilidades personales para convertirnos en mejores personas y mejores discípulos de Jesucristo.
No importa el lugar donde estemos sirviendo una misión, asistiendo a la universidad, llevando una familia, saliendo de problemas económicos, soportando dificultades médicas, o cualquier circunstancia en la que nos encontremos, siempre habrá una oportunidad de convertirnos en algo más grande si confiamos en el Señor y hacemos lo justo.
Artículo escrito por Katie Lambert para ldsliving.com. Traducido por Oscar Cerda.