Poco después de que el tifón Haiyan aterrizara en Filipinas, increíbles historias empezaron a emerger de la comunidad mormona, sobre todo entre los misioneros que sirven en todo el mundo. Mormón es un apodo que a veces se aplica a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esta fue una experiencia extraordinaria muy lejos de la vida previsible que la mayoría de los misioneros habían dejado atrás.
Los misioneros mormones sirven como voluntarios de tiempo completo durante dieciocho meses a dos años. Los hombres pueden servir a partir de los dieciocho años de edad y las mujeres a los diecinueve años. Esto significa que muchos de los misioneros en las Filipinas eran muy jóvenes, la mayoría estaba lejos de casa por primera vez. Pocos tenían experiencias para hacer frente a estas grandes pruebas. A pesar de ello, estos jóvenes actuaron con prudencia y valentía, todos sobrevivieron a la terrible tormenta e incluso ayudaron a otros en el proceso. La Iglesia, mientras buscaba a los misioneros desaparecidos, también empleó sus vastos recursos humanitarios para ayudar a las personas afectadas por la tormenta, independientemente de sus creencias religiosas.
Preparación para el tifón Haiyan
Debido a que había tiempo para prepararse para la tormenta, la Iglesia tomó medidas para asegurarse de que los misioneros estuvieran tan seguros como fuera posible. Se les dio kits de 72 horas llenas de los suministros que necesitarían para sobrevivir unos pocos días, incluyendo cuerdas. Aquellos que se creía que estaban en una zona de peligro fueron trasladados a nuevas ubicaciones. La Iglesia también evaluó los recursos que podría necesitar la comunidad de su programa de ayuda humanitaria. Se hicieron planes para convertir los centros de reuniones, que son diferentes de los templos mormones, en refugios si era necesario. Prepararon los elementos a utilizar en su trabajo humanitario. En una zona, un presidente de rama (pastor laico) montó su bicicleta para comunicarse con cada familia en su congregación y pedirles que evacuaran a la capilla durante la tormenta. Todos los que lo hicieron sobrevivieron.
Hay más de 675.000 mormones en las Filipinas, y muchas miles de personas en las zonas afectadas. Durante la tormenta, muchos se refugiaron en las 200 capillas mormonas, al igual que muchas otras personas que no eran mormones. Muchos en las comunidades sabían que las capillas mormonas tendrían comida y agua. Más de un mes y medio más tarde, algunos edificios de la Iglesia seguían siendo utilizadas como albergues.
Experiencias Misionales
Una historia que surgió después de la tormenta fue la experiencia de diez misioneras mujeres, conocidas como “hermanas misioneras”. Ellas habían sido evacuadas a lo que se cree que fue un lugar más seguro y las diez estaban ahora refugiadas en un solo edificio. Sin embargo, el agua comenzó a entrar a su casa, y se dieron cuenta de que iban a tener que pasar a la segunda planta. Por desgracia, ni siquiera esto era suficiente, y decidieron que tenían que salir. Algunas no podían nadar, pero se metieron al agua helada y una se zambulló dentro del agua para abrir la cerradura de la parte baja de la puerta, mientras que otra abría la cerradura de la parte superior. Pero, las aguas de la inundación les impidieron ser capaces de abrir las puertas. Al no tener otros medios de evacuación, comenzaron a orar, recitar las escrituras, y cantar himnos.
Aunque la mayoría de las paredes eran de cemento, un misionero se dio cuenta de que podría golpear a un tragaluz en el cuarto de la lavandería. Tomaron sus equipos de emergencia y usaron la cuerda para llegar al techo a través del tragaluz. A medida que el agua siguió subiendo, ellos entendieron que aún no eran lo suficientemente alto, por lo que comenzaron a orar para que el agua dejara de subir y lo hizo, se detuvo en el momento en que terminaron su oración.
Mientras tanto, dos misioneros varones que trabajaban con el presidente de la misión, habían sido enviados a buscar a las mujeres. Encontraron la casa y dieron patadas a la puerta, pero la encontraron vacía. Un vecino dijo que había visto a cuatro de ellas yendo en dirección a una escuela. Los misioneros temían por las otras seis. Se fueron a la escuela y se sintieron aliviados al descubrir que las diez mujeres habían sido rescatadas y estaban vivas. La búsqueda continuó por otros misioneros.
El presidente de misión y su esposa, (parejas mayores pueden ser llamados para ser voluntarios durante algunos años para el cuidado de la fuerza de la misión en un área determinada), esperaron ansiosamente que llegaran las llamadas telefónicas de los misioneros. Muchos caminaron a una parte segura, algunos combinan sus fondos y fueron transportados en bote, y a otros los llevaron las personas que se encontraban. Con el tiempo se supo de los 204 misioneros.
Sin embargo, la comida y el agua se estaban agotando en la zona, y la gente se volvía violenta y robaban para obtener lo que necesitaban. Se decidió que los misioneros necesitaban salir de la casa de la misión, donde se habían reunido todos. Para este tiempo, el olor de los cadáveres era fuerte. Algunos misioneros tenían ampollas en los pies. Ellos se enteraron de que los presos de la cárcel cercana simplemente habían quedado libres. Sin embargo, comenzaron a caminar hacia el aeropuerto. El presidente de la misión llamó y reservó un vuelo a Manila para ellos, pero cuando llegaron y encontraron muchas personas que querían el mismo vuelo, se les dijo que tendrían que llevar aún más dinero para retener sus asientos. Mientras ellos estaban tratando de averiguar qué hacer, un soldado estadounidense se acercó.
El ejército lo había enviado para encontrar estadounidenses y sacarlos de la zona. Ya había dado la vuelta al aeropuerto una vez, pero tenía una inspiración espiritual que le decía que hiciese otra ronda, lo cual hizo. Él era un mormón y reconoció el grupo de misioneros que pertenecían a su Iglesia. Él se ofreció a llevarnos a todos fuera, incluso aquellos que no eran estadounidenses y para el final de semana, todos estaban a salvo en Manila. A todos los misioneros se les permitió llamar a casa, a pesar de que normalmente sólo llaman en el Día de la Madre y Navidad. (Sin embargo, se pueden enviar correos electrónicos cada semana) Se trajeron consejeros para ayudar con las pesadillas que muchos sufrieron como resultado de las cosas que habían visto y experimentado, incluyendo muchos cadáveres y un gran sufrimiento. Otros misioneros comenzaron a enviar algo de su propia ropa a los misioneros que habían perdido todo, y la Iglesia también reemplazó ropa, zapatos, escrituras, y otros suministros.
A continuación, los misioneros fueron a trabajar. Ya que el proselitismo estaba fuera de cuestión, comenzaron a ayudar con la distribución de los suministros humanitarios y otros trabajos de mantenimiento. Algunos habían comenzado tan pronto como al día siguiente. Ser capaz de ayudar era valioso para su recuperación emocional. Con el tiempo, se cerró la misión y todos los misioneros fueron asignados a nuevas áreas o si estaban pronto a acabar con su misión, eran enviados a casa. Al dejar la zona, no se agotaron los escasos recursos disponibles. Además, la misión tiene la responsabilidad de su seguridad.
Esfuerzos Humanitarios
Aun cuando los misioneros se fueron, los esfuerzos humanitarios continuaron ocurriendo. Los mormones tienen misioneros humanitarios que llevan a cabo este trabajo. Por lo general son mayores, parejas de jubilados. Los funcionarios de la Iglesia se reúnen con los gobiernos locales y otros grupos de caridad para saber de qué manera ayudan mejor. Esto evita la duplicación de esfuerzos y permite a la Iglesia proporcionar una ayuda más valiosa. Suelen asociarse con grupos de caridad para entregar suministros y servicios. La iglesia proporcionó alimentos, agua, mantas, colchonetas, kits de higiene, ropa, artículos de cocina y unidades de purificación de agua.
La Iglesia se asoció con la Charity Vision, una organización no lucrativa de Utah, para instalar centros de tratamiento médico, a menudo en las capillas mormonas y los voluntarios mormones estuvieron ahí para ayudar. Incluso una semana después de la tormenta, algunas personas no habían recibido tratamiento por las lesiones debido a la escasez de médicos. Los suministros médicos se habían acabado, incluso en los hospitales, y esta asociación está ayudando a reponer el país con los medicamentos y los suministros.
14.000 mormones y sus amigos se refugiaron en edificios de la Iglesia, que eran abastecidas con alimentos y agua. La Iglesia transportó suministros en camiones, incluyendo toldos para viviendas temporales, motosierras, generadores, alimentos y agua. En los últimos años, la Iglesia ha realizado un esfuerzo para comprar suministros humanitarios lo más posible cerca del área de necesidad, en lugar de enviarlos desde los almacenes centrales. Esto no sólo reduce el costo, sino que también ayuda a la economía local.
Los misioneros que estaban esperando para la reasignación se ofrecieron como voluntarios para ayudar a empaquetar el arroz del gobierno y luego distribuirlo. También ayudaron a otras organizaciones de socorro en la zona.
Los miembros de la Iglesia local se ofrecieron como voluntarios en gran número para dar servicio en todo lo que podían. En algunas áreas, debido a que se presentaron muchos mormones, algunos tuvieron que ser enviados fuera porque no había suficiente trabajo para todos ellos. 3000 kits de socorro fueron embalados por los participantes en el programa Manos Mormonas que Ayudan. Los kits fueron enviados a Tacloban.
Hoy en día, la Iglesia continúa trabajando con el gobierno y los grupos de caridad para trabajar en las necesidades a largo plazo del pueblo para la vivienda, el empleo y otras preocupaciones.
Los mormones están siempre listos para ayudar después de los desastres naturales del mundo, sirviendo tanto a sus propios miembros y la comunidad en general. Ellos tienen la capacidad de poner en servicio a miles de voluntarios en cualquier momento a través del programa Manos Mormonas que Ayudan, el cual invita a los mormones a pasar un día de servicio donde sea necesario. Son fácilmente reconocibles por los chalecos amarillos brillantes que ayudan a los supervisores a identificar rápidamente a sus trabajadores. Los mormones consideran que este tipo de servicio parte de su mandato de vivir como vivió el Salvador. Un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania encontró que los mormones realizan más servicios que ningún otro grupo de estadounidenses.
Esta entrada fue escrita por
Terrie Lynn Bittner