Pregunta
No sé qué hacer. Hace dos meses, dos misioneros de la Iglesia de Jesucristo tocaron mi puerta para enseñarme el evangelio.
Llevan dos meses dándome lecciones y cada vez que veo a uno de ellos, mi corazón se acelera y solo quiero abrazarlo.
Sé que los misioneros no pueden tener ninguna relación sentimental durante sus dos años de servicio al Señor y otras reglas muy estrictas.

Estaba pensando preguntarle cuáles son sus redes sociales para escribirle cuando regrese a casa. Sin embargo, hay algo que me detiene porque no quiero quedar como una tonta.
No espero que él sienta lo mismo por mí porque sé que su trabajo es enfocarse en el Señor y predicar el evangelio.
He intentado detener estos sentimientos, pero es muy difícil, ¿qué puedo hacer?
Respuesta

Primero, tu situación no es inusual. Sin embargo, haces bien en preocuparte por cómo esto puede afectar al misionero.
Por lo general, si el presidente de la misión se entera de esta situación, puede transferir al misionero a otra área para prevenir cualquier cosa inapropiada. O, simplemente puede estar alerta.
Puedes pedirle sus redes sociales, pero lo mejor sería respetar su llamamiento y no escribirle hasta que se encuentre en casa.
Recuerda, como dijo el élder D. Todd Christofferson, “la obra de nuestros misioneros es una maravillosa expresión del amor redentor del Señor” para hacer que todos los hijos de Dios conozcan Su palabra. No creo que desees interferir en ello.

Hay una regla específica que se espera que sigan todos los misioneros de la Iglesia de Jesucristo.
Los misioneros no deben aceptar ninguna carta o tarjetas de personas que vivan dentro de los límites de la misión en la que se encuentran sirviendo.
Los élderes y las hermanas son mensajeros de Dios, apartados para dedicar su corazón, alma, mente y fuerzas a predicar el evangelio durante dos años o un año y medio.
Como mencionaste, ellos no pueden tener ningún tipo de interés o relación sentimental durante su tiempo de servicio. Ellos necesitan de nuestro apoyo para seguir ayudando a más personas a venir a Cristo. Debemos respetar la voluntad de Dios.
Así que, al igual que con cualquier otra prueba, te sugiero que ores para recibir fortaleza y guía para hacer lo correcto. A medida que actúes con fe, ésta no solo se fortalecerá, sino que aprenderás cosas asombrosas al respecto.
Fuente: Ask Gramps




Buen tema si se diera ese caso, solo recomendaría, que sentir amor del bueno no es malo, pero ese mismo sentimiento requiere respeto consideracion y distancia, cabe entender que los jovenes serviran al señor dos años y todas debemos contribuir al éxito de su misión.
mi consejo y pensamiento es que si te gusta y tu corrazon siente algo espesial agas una orasion y pidas a nuestro padre selestial y a su hijo jesucristo que si es parati ese misionero el sabe el tienpo y el momnto para que se unan el dijo amaras a tu projimo como como a ti mismo y tu estas bien pero espera y el bolbera porti tu sabes si el te coresponde dile la laberdad y el sabra pero no te quedes cayada amoe es amo y dios no tecastigara por desir loque sientes
Gracias por compartir tu sentir, Miguel. Lo más importante es orar y pedir guía al Señor sobre lo que sientes. Él conoce tu corazón y te ayudará a actuar con sabiduría.
Conozco varios casos exitosos. De ex misioneros que terminaron su misión y volvieron al país para comenzar el noviazgo e irse después con la novia/o a los Estados Unidos.
Sus reglas me sorprenden al no comprenderlas como algo natural o cotidiano que podría suceder a cualquier persona, aún asi es entendible,.
Son el motivo por el que nunca quisiera ser misionero, considero que ya he sufrido bastante como para exponerme a más cosas así y tomo el amor como algo mucho más importante que solo romance…
Isaías, gracias por compartir tus sentimientos. Es cierto, hay momentos y situaciones que pueden ser difíciles, y es natural sentirse así. Pero recuerda que hay hora para todo en la vida: momentos de desafío, de aprendizaje, de servicio y también de descanso y cuidado personal. Siempre debemos buscar actuar con amor y paciencia, valorando nuestro bienestar y el de los demás, y confiando en que cada etapa tiene su propósito y enseñanza.