Nota del editor: La siguiente experiencia le pertenece a un joven misionero que tomó la decisión de regresar a casa antes de lo planeado. Esta historia no pretende alentar a los misioneros y misioneras a regresar en cualquier momento.
Siempre quise ser misionero
Servir una misión de tiempo completo para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días siempre fue parte de mi plan.
Las historias, las promesas, las sonrisas y las bendiciones me parecían algo tan deseable que nunca imaginé una vida sin ir a la misión al cumplir 18 años.
Nunca lo sentí como una carga “impuesta” por alguien o un compromiso social. Yo quería servir a mi Dios y sentí fuertemente, en muchas ocasiones, que fue Él quien me llamó.
En el año 2011, mi momento llegó y fui asignado a trabajar en la misión Chile Rancagua. Aunque estaba preocupado por algunas de mis incapacidades, como el poder hablar “bien”, dado que siempre batallé para que la gente me entendiera, el Señor me confirmó claramente que todo estaría bien, que mi lengua “sería desatada”. Y así fue.
Las cosas pueden cambiar
Sin embargo, en algún punto algo cambió.
La autoexigencia, mi dificultad para manejar el rechazo de las personas, y otras cosas empezaron afectarme..
En 6 meses había capacitado ya a tres misioneros nuevos y ya era líder de zona, pero no se sentía bien.
Viniendo de una familia con predisposición a las enfermedades emocionales y mentales, el agotamiento y el estrés se convirtieron en ansiedad y depresión.
Estos términos no me eran familiares y yo pensaba que solo tenía “dificultad para respirar” derivada de las alergias que empecé a padecer en mi adolescencia.
Aunque se me brindó ayuda profesional, mi querido presidente MacArthur, quien también era un profesional en el área de la salud mental, me pidió que considerara el “ir a casa” para recibir la ayuda adecuada para “después volver”.
Debo confesar que su invitación me parecía injusta y hasta irracional en ese momento,pero en el fondo yo sabía que no estaba mejorando en lo absoluto.
La obra misional es intensa y requiere una salud excelente. En ese momento yo ya no la tenía. Consulté mucho a Dios y expuse mis sentimientos.
Encontré respuestas en mi bendición patriarcal
En ese momento, mi bendición patriarcal pareció destellar “como rocío del cielo” mientras leía las palabras “será tu privilegio obedecer todo cuanto te pida tu presidente de misión”.
El presidente no me estaba ordenando regresar. Me estaba pidiendo que considerara el volver a casa para sanar.
Lo que pasaría después nadie lo sabía, pero mi mejor opción era ver por mi salud antes que nada. Así que inspirado por esas palabras decidí reunirme con el presidente y decirle que volvería para intentar sanar y que volvería cuando estuviera mejor.
Poco imaginaba de lo que me esperaba en los siguientes años y de que nunca volvería.
Tampoco imaginaba que lo que vino después al ser diagnosticado con transtorno bipolar tipo II se convertiría en una de las mas grandes bendiciones que se me pudieron haber otorgado.
No hay éxito sin desafíos
Bien dicen que no hay victoria sin lucha. No hay éxito sin desafíos ni gozo sin dolor. Testifico que así fue para mí.
El Señor me puso a prueba de maneras que nunca imaginé y a veces me dolió tanto que pensé que estaba por quebrarme, pero en realidad solo fueron experiencias “para mi bien” que me hicieron la mejor versión de mi mismo.
No dudes de que Dios te ama
Si tu regresaste a casa anticipadamente POR CUALQUIER RAZÓN – salud, problemas de adaptación, dudas en cuanto al evangelio, tristeza, malas experiencias, transgresiones, o cualquier otra razón – NO TENGAS DUDA DE QUE DIOS TE AMA. No lo dudes ni por un segundo. Él te ama incondicionalmente.
Parecerá que por un momento Él se apartó de tu lado. Parecerá que por un momento te has quedado solo o sola..NO ES ASÍ. Él está muy cerca. Viendo. Observando que harás y que no harás. Esta solo fue un pequeño cambio de condiciones, pero la meta sigue siendo la misma.
Estás en un lugar diferente, pero tu llamado sigue siendo el mismo. Con o sin placa tú debes ser un seguidor de Jesús. Con o sin placa debes ser un ejemplo de amor y rectitud. Hoy vengo a decirte que tus esfuerzos en la misión SI VALIERON LA PENA.
El camino no se ha acabo
Tus sacrificios, luchas y rechazos son conocidos por Aquel Ser que te creó. Suya es la justicia y Él pagará. Eso te lo puedo asegurar. Te pido que te levantes y te desempolves. El camino NO se ha acabado. Hay luz más allá, pero necesitas caminar. Hoy sientes que es el fin, pero NO está ni cerca de serlo.
Tu vida seguirá y muchísimas cosas te van a pasar. Te pido que las afrontes al lado de Jesús y todo lo que pasé será para tu bien. Hoy no lo puedes ver, y creéme yo te entiendo. Yo tampoco lo veía.
Fueron incontables noches sin dormir, miles de oraciones “sin contestar” y tantas veces en las que luché con el dolor de no poder regresar a la misión las que me dan el poder de decirte que “todo esto te servirá de experiencia y será para tu bien”.
No lo veía en ese momento pero ahora lo sé: Todo es parte de un plan. Dios está muy cerca cuidando de ti.No la tomes contra Él. No lo decepciones. Te esperan tantas cosas buenas que si pudiera mostrártelas no me las creerías.
TEN FE.
Ir a la misión no fue un error
Sé que ir a la misión no fue un error. Sé que volver antes de tiempo tampoco lo fue.Dios nos prueba a todos de maneras muy diferentes, pero la prueba es la misma: Guardar sus mandamientos y mostrar amor sin importar cuales sean nuestra circunstancias.
Te deseo lo mejor y que Dios te bendiga.Cree en las cosas buenas que vendrán.