“La religión y el gobierno recorren vías diferentes pero paralelas; tienen más éxito y son más eficaces cuando se protegen y se apoyan mutuamente.” -Élder Wilford W. Andersen (De los Setenta)
Aunque la Iglesia, como institución, ha afirmado repetidamente su neutralidad política, se insta a los Santos de los Últimos Días a participar en el proceso político y a hacer oír su voz en el debate público.
El ser buenos ciudadanos dondequiera que vivamos es parte de nuestra religión. Nuestro papel en la política como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, reside en la creencia de ejercer nuestro derecho como ciudadanos, de elegir y participar activamente en los procesos democráticos, que sucedan en nuestro propio país. Se trata de elegir, en lugar de evadir nuestras responsabilidades, de tomar el rumbo del país hacia un destino más democrático, más participativo, más eficiente, más consciente de su papel en la política.
Hoy en día, requerimos más ciudadanos y miembros de la Iglesia, que sean ejemplares ciudadanos, miembros fieles y activos en la Iglesia, por supuesto, cabe mencionar, que es de acuerdo con las leyes de sus respectivos gobiernos. Hoy más que nunca, los miembros de la Iglesia, deberán de estudiar y minuciosamente con espíritu de oración, fe, y diligencia con respecto a los asuntos políticos y a los candidatos a un puesto público, o como servidores públicos. Sin duda alguna, la política y la religión, deberán poseer autonomía, pero sobre todo, paralelismo, conformando un equilibrio, de tal manera que se apoyen y se respeten uno a otro.
No podemos hoy en día, permanecer inertes a los acontecimientos y hechos históricos que acontecen a nuestro alrededor, es parte de nuestra responsabilidad, como ciudadanos que vivimos en nuestro país, ser un factor de cambio social, seamos participes activos, propongamos, busquemos alternativas, y demos opciones, busquemos lo mejor para el bienestar de nosotros, y nuestras familias. Apoyemos y busquemos nuevas ideas, seamos aquellas personas de la sociedad, que cuando perciben que algo puede mejorarse, puedan contagiar ideas que promuevan el liderazgo verdadero, ese liderazgo, que ocasione mayor participación, y mayor difusión de información.
En Doctrina y convenios 98:10 menciona: “Por tanto, debe buscarse diligentemente a hombres honrados y sabios, y a hombres buenos y sabios debéis esforzaros por apoyar; de lo contrario, lo que sea menos que esto del mal procede”. Por medio de la oración, la diligencia, el meditar y escudriñar en las escrituras, encontraremos las respuestas a estos asuntos de vital importancia, que en muchas ocasiones, repercuten nuestros estilos de vida. Alguna vez escuche a mi propia abuelita mencionar: “Debemos orar por nuestros gobernantes, y los políticos actuales, para que el Señor les brinde guía y sabiduría, porque dependemos en gran manera, de la toma de decisiones que ellos hagan”. Y pienso realmente lo mismo.
La política y la religión, pueden llegar a ser temas controversiales, pero, se nos ha dado la manera en la cual podemos, llegar a ser, que sean independientes por si solas, pero en una dirección paralela, que nuestro actuar siempre sea de acuerdo a la visión y el potencial divino que poseemos, y tomemos todas nuestras decisiones, de acuerdo con la guía del Señor, generando ese equilibrio paralelo.