El pasado domingo 27 de octubre, la hermana Kathy Andersen, junto a su esposo, el élder Neil L. Andersen del Cuórum de los Doce Apóstoles, vio por primera vez el Templo de Tallahassee, Florida, mientras pasaban en auto por esta nueva Casa del Señor.
Para la hermana Andersen, nativa de Florida, la visión del templo evocó profundos recuerdos de su familia y su historia de fe.
Durante el media day el lunes 28 de octubre, la hermana Andersen compartió cómo el templo no solo es un símbolo sagrado para los Santos de los Últimos Días, sino también un legado para su familia.
Su abuelo paterno, Daniel Henry Arline, se unió a la Iglesia en 1898 tras recibir un panfleto de los misioneros.
Convencido de haber encontrado la verdad, hizo un sacrificio extraordinario: vendió todas sus posesiones y viajó con su esposa y sus 13 hijos a Utah, donde pudieron ser sellados como familia en el Templo de Logan.
Tras un breve tiempo, la familia regresó a Florida, pero ese acto de fe dejó una huella imborrable en las generaciones posteriores.
La hermana Andersen también recordó cómo sus padres se conocieron en Florida State University en Tallahassee, y cómo su madre se unió a la Iglesia siendo estudiante.
Décadas después, su familia, junto a cientos de miembros de la Iglesia en el estado, viajaron al Templo de Orlando, dedicado en 1994. Ahora, el Templo de Tallahassee será el tercero en el estado y un lugar de paz y esperanza para los miembros de la Iglesia en el área.
El élder Andersen destacó la importancia de los templos para los Santos de los Últimos Días y recordó su reciente visita a Brasil, donde dedicó el Templo de Salvador bajo la dirección del presidente Russell M. Nelson.
A la fecha, la Iglesia cuenta con cerca de 200 templos en funcionamiento y muchos más en planificación. El élder Andersen explicó:
“Los Santos de los Últimos Días van al templo para fortalecer su fe en Jesucristo y comprender mejor el plan de salvación de nuestro Padre Celestial”.
Beth Sundstrom, miembro de la Iglesia y residente de Tallahassee, habló sobre cómo su primera visita al templo a los 12 años marcó un antes y un después en su compromiso de seguir al Salvador.
Hoy, como madre de tres hijas, ve en el templo un refugio en medio de un mundo lleno de desafíos y conflictos.
“El corazón y alma de nuestros templos giran en torno a nuestro Salvador, Jesucristo. Sus enseñanzas sanan nuestros corazones, disipan la oscuridad y el temor, y los reemplazan con gozo”, expresó.
El Templo de Tallahassee no solo representa la fe de generaciones pasadas, sino también un legado vivo de esperanza en Cristo.
Para la familia Andersen y para los Santos de los Últimos Días en Florida, es un testimonio tangible de las bendiciones eternas que el evangelio de Jesucristo brinda, uniendo generaciones y fortaleciendo el compromiso de seguir a Su Hijo en cada paso del camino.
Fuente: Church News
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