La tarde del domingo 25 de agosto quedó marcada en los corazones de cientos de misioneros retornados que se reunieron en el Centro multiestacas de Aragón en Ciudad de México. Jóvenes y mayores, todos compartiendo una experiencia común: el haber servido como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Este devocional, presidido por el élder Gerrit W. Gong del Cuórum de los Doce Apóstoles, fue una oportunidad única para reflexionar sobre el siguiente paso en su vida espiritual: el amor eterno y el servicio en el templo.
El templo: Un refugio de amor y eternidad
El élder Gong comenzó su mensaje invitando a los misioneros retornados a volcar su mirada hacia el templo, donde el amor eterno y los lazos familiares encuentran su verdadera plenitud.
“Todos buscamos el amor eterno”, expresó con ternura. “Esta es una esperanza que vive en todos nuestros corazones. Todos deseamos volver a la presencia de Dios y estar unidos como familias para siempre. La Santa Casa del Señor ayuda a nuestras familias a ser felices y eternas mediante Jesucristo y Su expiación”.
Estas palabras resonaron profundamente en los asistentes, recordándoles que, aunque su misión formal haya terminado, el trabajo en el templo les permitirá continuar sirviendo a su familia y fortalecer los lazos eternos que los unen.
“Por favor amen y cuiden a sus familias, las familias que ahora tienen y la familia que algún día tendrán. Este es un tiempo para nuevos comienzos, para compromisos y prioridades importantes”.
Milagros en la tierra de México
El élder Gong también compartió tres milagros que ha visto en la tierra de México, haciendo especial énfasis en el papel que los templos juegan en la vida de los santos de los últimos días.
“Hoy comparto tres milagros acerca de la Santa Casa del Señor en México. Primero: como nunca antes, el Señor está colocando más templos y más cerca de los miembros en más lugares. Segundo: en cada templo en México podemos acercarnos más al Padre Celestial y a Jesucristo. Un tercer milagro: nuestra doctrina es que podemos ser salvadores en el Monte de Sion”.
Conexiones que transforman vidas
Mientras el élder Gong hablaba, no solo compartía enseñanzas, sino que también se conectaba de manera personal con los jóvenes, bajando del púlpito para interactuar con ellos directamente. Les recordó la importancia de mantener cuatro conexiones fundamentales en sus vidas: la conexión con el cielo y con Dios, la conexión con la Iglesia, la conexión con ellos mismos y, finalmente, la conexión con su futuro brillante y lleno de posibilidades.
Cada palabra parecía estar cargada de un profundo deseo de que los misioneros comprendieran que su misión no había terminado, sino que ahora continuaba en un camino de nuevas oportunidades, donde podían seguir siendo luz para los demás.
Una celebración especial: el legado del presidente Nelson
En medio de este espíritu de gratitud y esperanza, el élder Gong recordó a todos que pronto se celebrará un acontecimiento significativo en la Iglesia: el cumpleaños número 100 del presidente Russell M. Nelson, profeta y presidente de la Iglesia.
“Podemos celebrar su cumpleaños al tender la mano a cada persona necesitada”, expresó, invitando a los jóvenes a seguir el ejemplo de servicio que el presidente Nelson ha brindado durante toda su vida.
Un llamado al compromiso eterno
Los líderes que acompañaron al élder Gong también dejaron poderosos mensajes para los misioneros retornados. El élder Hugo Montoya, presidente del Área México, los animó a inscribirse en el curso de Instituto “Mi plan”, para ayudarles a trazar un camino hacia el éxito espiritual y personal.
Asimismo, los instó a nunca olvidar los lazos de hermandad forjados durante la misión y a prepararse para un futuro servicio misional, ya sea como misioneros mayores o como discípulos de Jesucristo a lo largo de sus vidas.
El devocional finalizó con un recordatorio del élder Marcus B. Nash, de la presidencia de los Setenta, quien invitó a la congregación a recordar su objetivo misional como un objetivo de vida.
“Dios siempre cumple con sus promesas”, afirmó con seguridad, “quizás en el último momento, pero siempre debemos confiar en Él y ejercer fe en Sus designios”.
Este devocional fue mucho más que un simple encuentro; fue una celebración del amor eterno, del servicio, y del compromiso inquebrantable de seguir los pasos de Jesucristo. Para los misioneros retornados, fue un recordatorio de que su verdadera misión apenas comienza, y que el templo será siempre su refugio de paz y amor eterno.
Fuente: noticias.laiglesiadejesucristo.org
Mira aquí el devocional completo: