Recientemente el élder Dieter F. Uchtdorf viajó por algunos países de Europa para ministrar a los miembros y amigos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Durante su estadía también visitó lugares que se conservan para recordar una historia que jamás debemos repetir.
De estas visitas compartió un reflexivo mensaje en sus redes sociales:
“Como hijos e hijas de nuestro Padre Celestial, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de promover la paz y la armonía entre todos los hijos de Dios. Durante una visita reciente a Auschwitz, Polonia y a la prisión de Plötzensee en Berlín, recordé las atrocidades que pueden ocurrir cuando no nos amamos unos a otros como hermanos y hermanas.
Anteriormente he compartido que si tan solo nos centramos en las experiencias de vida y las esperanzas que tenemos en común, no debería ser demasiado difícil llevarnos bien con las personas, las comunidades y las naciones, independientemente de dónde vivamos y sin importar cuáles sean nuestros orígenes o circunstancias de la vida.
Si algo hemos aprendido de la historia del mundo es esto, que es una tendencia humana el pensar de nosotros mismos como los “chicos buenos”, como los héroes de la historia. ¿Y los que piensan y se comportan de manera diferente? Bueno, esos son los “hombres malos”. Cuando vemos a los demás como enemigos, buscamos lo peor en ellos y lo mejor en nosotros.
El Evangelio de Jesucristo nos enseña a magnificar el amor en nuestro corazón hasta que veamos a todos los hombres y mujeres como nuestro prójimo, como nuestros hermanos y hermanas. Su Evangelio une y unifica a todos los hombres, mujeres y niños. Enseña que no somos enemigos, sino que todos somos de una familia divina y eterna; hijos e hijas de un amoroso Padre Celestial”.