Lo que normalmente sería una mañana tranquila cerca del Templo de Monte Timpanogos en Utah, fue distinto el 13 de septiembre.
Un grupo de Santos de los Últimos Días indígenas y amigos de la Iglesia de Jesucristo se reunieron para conectar con sus raíces, su fe y entre ellos mismos.
Cindy Quinney, directora ejecutiva de Gathering of Tribes y miembro inscrita de la Nación Cree de Onion Lake, explicó durante la ceremonia de amanecer:
“El Padre Celestial no hace coincidencias. Cuando Él hace un plan, es con un propósito. Y es Su plan que estemos juntos en este momento”.

Para ella, este encuentro fue un llamado a ver a los demás como familia, no solo a nuestros parientes, sino también a nuestra “familia de la Iglesia” y a cualquier persona a nuestro alrededor que necesite apoyo físico, emocional o espiritual.
En una entrevista previa, Quinney aseguró que el evento llegó en el momento perfecto:
“Hay muchas cosas desafortunadas que han pasado, y este es un buen tiempo para reunirnos, no divididos, sino agradecidos por lo que Dios y el Creador nos han dado”.
La luz de Cristo frente a la oscuridad del mundo

El élder Michael A. Dunn, primer consejero del Área Suroeste de la Iglesia, participó en la ceremonia y recordó que en una semana marcada por divisiones y corazones cargados, lo esencial era reunirse para compartir la fe en Dios.
Citando el Libro de Mormón, enseñó:
“El Señor Dios no obra en la odscuridad” – 2 Nefi 26:23.
Y agregó:
“Él no niega a ninguno que venga a Él. Eso celebramos en este día de reunión: nuestra igualdad como hijos e hijas de un Dios viviente que nos ama y desea bendecirnos”.

Con un espíritu similar, Gavriel Wise, miembro de la tribu Ojibwe, cerró la ceremonia de amanecer con su testimonio de que Jesucristo es “la luz que está en todas las cosas y a través de todas las cosas”. Invitó a todos a dejar brillar esa luz:
“Estamos viviendo en un tiempo en el que no podemos darnos el lujo de apagar esa luz. Caminemos con respeto, amor, caridad, esperanza, con ese brillo perfecto de esperanza y con el amor de Dios hacia todos los hombres”.
Ser de un solo corazón y una sola mente

Después de los talleres que unieron tradiciones indígenas con la fe, el élder Craig M. Teuscher, Setenta de Área, enseñó cómo podemos llegar a ser “de un corazón y una mente”.
Explicó que este proceso empieza en lo individual:
“Debemos alinear nuestros pensamientos y sentimientos con la revelación que recibimos por medio del Espíritu Santo”.
Reconoció que no siempre es fácil, pero afirmó:
“La belleza del evangelio de Jesucristo es que Dios puede cambiar corazones y mentes si lo invitamos a hacerlo. Es una decisión que cada uno de nosotros puede tomar”.
El siguiente paso es lograr esa unidad como pueblo. Para lograrlo, dijo, no se trata de convencer a otros de pensar como nosotros, sino de que todos nos alineemos con el Salvador:
“Al invitar a Dios a cambiar nuestro corazón, nos acercamos a Cristo y a Su voluntad. Eso abre el camino para el recogimiento de Israel y para sentir el amor inmenso que Dios tiene por cada uno de nosotros”.
El poder sanador de la conexión

El élder Teuscher también reflexionó sobre la sociedad actual, cada vez más fragmentada. Explicó que el simple hecho de reunirnos y compartir culturas y perspectivas nos ayuda a ver a los demás bajo una nueva luz:
“Cuando comenzamos a ver cómo otras personas entienden el mundo, ampliamos nuestra visión y aprendemos a reconocer más bondad en los demás”.
Sin embargo, aclaró que este tipo de conexión requiere decisión:
“Tenemos que elegir involucrarnos, elegir preocuparnos”.
Al hacerlo, dijo, somos fortalecidos contra la soledad y la división. Recordó que la realidad es que todos estamos conectados en formas importantes y que la vida de cada uno se enriquece cuando compartimos y aprendemos unos de otros.
Nuestro llamado

Este encuentro, llamado Good Medicine (Buena Medicina), mostró que la verdadera sanidad viene cuando recordamos nuestra identidad divina y nos unimos como hermanos y hermanas en Cristo.
El recogimiento de Israel no es solo un evento futuro, sino algo que sucede cada vez que elegimos acercarnos a Dios y acercarnos unos a otros.
Tal como se escuchó en ese amanecer especial: no hay coincidencias. Estamos llamados a vivir con más luz, esperanza y amor, como una gran familia de hijos de Dios.
Fuente: Deseret News



