En medio del Océano Pacífico, las Islas Marshall enfrentan numerosos desafíos debido a su aislamiento geográfico. El cambio climático, la escasez de agua potable y la falta de alimentos frescos dificultan la vida diaria de sus habitantes. Ante estas dificultades, diversas iniciativas humanitarias están marcando una diferencia real. Muchas de ellas han sido posibles gracias al compromiso constante de los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
En colaboración con instituciones locales, como el Ministerio de Educación y la Cruz Roja de las Islas Marshall, la Iglesia ha impulsado proyectos que mejoran la calidad de vida de niños, jóvenes y familias.
Entre las ayudas más recientes se incluyen productos de higiene personal para niñas desde sexto grado, equipamiento deportivo para escuelas en todo el país y la construcción de una cancha recreativa en el Centro Educativo para Personas con Limitaciones Auditivas en Majuro.
También se donó un contenedor para almacenar suministros de emergencia y un vehículo para transportar ayuda humanitaria, en coordinación con la Cruz Roja local.
Para la comisionada de educación, la Dra. Natalie Nimmer, lo más valioso de este apoyo es la forma en que se brinda.
“Lo que distingue a la Iglesia de Jesucristo es su disposición a escuchar de verdad nuestras voces locales y responder a nuestras necesidades reales, sin imponer agendas externas. Esto es verdadera colaboración: con respeto cultural, compromiso mutuo y esperanza compartida por el bienestar de nuestros niños”.
Uno de los aliados clave en estas iniciativas es el Canvasback Wellness Center, que opera en las islas desde hace casi veinte años. Su codirector regional, Rick Wiegel, destacó el compromiso de los voluntarios y misioneros de la Iglesia:
“Siempre que los hemos necesitado, han estado presentes. A diferencia de otros proyectos temporales, este apoyo ha sido constante y duradero”.
Un ejemplo de este enfoque a largo plazo son los huertos verticales aeropónicos alimentados por energía solar. Estas torres no necesitan tierra, consumen 98 % menos agua que la agricultura tradicional y permiten cultivar vegetales frescos en lugares donde son escasos o costosos.
Además, se han destinado fondos para que equipos locales visiten atolones alejados y brinden soporte técnico continuo.
“Gracias a esta colaboración, no solo hemos logrado ejecutar estos proyectos, sino también mantenerlos en el tiempo. Y, más allá del trabajo, hemos construido amistades que perdurarán”.
Estas acciones reflejan un modelo de servicio diferente. No se trata solo de ayuda puntual, sino de escuchar, respetar y construir soluciones duraderas. Así, cada niño, joven o familia de las Islas Marshall puede soñar con un futuro más prometedor.
Fuente: newsroom.churchofjesuschrist.org
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