Nota del editor: Un joven de 17 años acaba de demostrar que una noche cualquiera en una actividad de la Iglesia puede preparar a alguien para salvar una vida. Esta historia te recordará por qué nunca es “solo una actividad más”.
Lo que parecía una actividad más de la Iglesia terminó siendo un entrenamiento para el heroísmo.
Grant Lichfield, un joven de 17 años y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, salvó la vida de su entrenador de atletismo gracias a una capacitación de primeros auxilios a la que asistió apenas cinco días antes.
Todo comenzó el 14 de marzo de 2024, durante una actividad de barrio organizada por la Estaca Spokane, Washington. Grant y otros jóvenes rotaron entre estaciones para aprender a detener hemorragias, aplicar la maniobra de Heimlich y realizar reanimación cardiopulmonar (RCP).
“Llevaron un maniquí y pudimos practicar”, contó a Church News. En ese momento, Grant pensó que nunca tendría que usar esas habilidades.
Lo que no sabía era que solo unos días después, estaría aplicándolas para salvar una vida real.
Emergencia en la pista
Durante una práctica habitual en la secundaria Lewis and Clark, el entrenador Mike Hadway colapsó repentinamente. Sin pulso y sangrando por la nariz, su situación era crítica.
Brody Graham, compañero de equipo y salvavidas capacitado, comenzó la RCP mientras otro estudiante llamaba al 911. Cuando Brody se detuvo para hablar con el operador, Grant tomó su lugar. “Fue pura adrenalina. Todo pasó muy rápido”, recordó.
Para mantener el ritmo de las compresiones, los jóvenes cantaron “Stayin’ Alive” de los Bee Gees, una canción recomendada por la Asociación Estadounidense del Corazón por su tempo ideal de 100 a 120 latidos por minuto.
Un milagro con nombre y apellido
Pocos minutos después, los paramédicos llegaron, utilizaron un desfibrilador para reanimar a Hadway y lo trasladaron al Providence Sacred Heart Medical Center. Pasó cinco días en el hospital, recuperándose de un paro cardíaco y de las heridas sufridas durante la caída y la RCP.
Erik Loney, paramédico fuera de servicio que llegó justo antes de la ambulancia, dijo a The Spokesman-Review:
“No creo que Hadway hubiera sobrevivido sin la intervención de los chicos”.
Conmovido y agradecido, el entrenador bromeó:
“Les debo la vida. Creo que voy a tener que pagarles la universidad”.

Una actividad ordinaria. Una decisión valiente. Una vida salvada.
Esta historia demuestra que los pequeños momentos de preparación pueden convertirse en los grandes milagros de la vida.
¿Y si el próximo héroe eres tú?
Fuente: Church News